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Iñaki Gabilondo: la responsabilidad del periodista

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Tenemos poco tiempo, se disculpa sabiendo de antemano que nos va a dedicar todo el que queramos, pues desde que ha oído hablar de café babel no hace más que repetirnos: “Quiero saber qué hacéis y cómo”. Es Iñaki Gabilondo, la curiosidad materializada en radio.

Nos recibe en una sala muy elevada sobre la Gran Vía madrileña el líder de la radio española, sin tomarse ni tan siquiera un respiro al terminar “HOY POR HOY”, su programa diario de 6.00h de la mañana a 12.00h del mediodía en Cadena SER. Es mediodía en España y ya no es café lo que corre de un lado para otro, sino las cervezas refrescantes y otras bebidas. Una sin alcohol para él. Para nosotros: agua bien fría.

El periodista en nuestra sociedad

Estamos ahora ante el entrevistador entrevistado: cuando le preguntamos si se siente incómodo en el papel de entrevistado, recalca que no, que se trata de otra posición en un asunto común –el diálogo-, una pasión en la que siempre ha intentado comprender al preguntar y ser comprendido al responder.

Siendo el periodismo una profesión como todas –cambiante, y mucho en los últimos tiempos-, algo tendrán que analizar y decir los periodistas, pensamos. Pero Gabilondo insiste en que al final le preguntan casi siempre por temas políticos –las posturas están muy politizadas a su entender-, y por el estado de la opinión pública. Por su condición de observadores profesionales, los periodistas son especialistas en ideas generales y se pasan el tiempo mirándole las narices al día, a sus personajes y demás, lo que les da una cierta idea –sin valor científico, subraya- de lo que se dice y se piensa.

Un periodista muy crítico con el periodismo actual

Cuando le preguntamos por el debate entre y dentro de los medios, es categórico: “el debate no existe, al menos en España”. “Pienso que en los demás países hay más debate que aquí, entre otras cosas porque hay pocos países europeos en los que hay un porcentaje tan alto de la energía nacional dedicado a temas en principio no muy operativos. El mundo está viviendo una transformación formidable y todo el mundo anda tratando de ver cómo ha de ser la educación, la paz…etc. Y en España todavía nos preguntamos qué es España.” Muy a pesar de Iñaki Gabilondo, el debate entendido como punto que se pone sobre la mesa y sobre el que se cruzan opiniones con la esperanza de ponerlas en común o de marcar las diferencias no existe. Preguntado sobre la vocación de servicio público en la profesión periodística, insiste en que debe ser inherente a ella, pero que se ve amenazada por la propaganda.

“Y es que el periodista”, explica, “en lo sustantivo es un servidor público. Como adjetivo, podrá trabajar en una empresa privada, pública, del Opus Dei o del partido Comunista. Ahora se ha producido una inversión. Por mi parte, me debo a los ciudadanos, a los oyentes de mi programa, mucho más que a mi empresa. Es más, sólo entiendo la lealtad con mi empresa a través de la lealtad con mis oyentes.”

¿Y no piensa que hay demasiada opinión en España y en Europa?, insistimos. “No importa, porque no es un problema de opinión”. Ya, pero los programas están muy editorializados, volvemos a insistir rozando la pesadez. “Pero eso no es malo”, opina impasible. Según él, lo que resulta pernicioso es que se manejen opiniones sin necesidad de información. “Yo necesito cada día más información para tener opinión”, aclara, “y sin embargo me estoy dando cuenta que se construyen opiniones con muy poca información, sin información o contra la información.”

Surge precisamente la duda de si está ya todo inventado en el periodismo y él se muestra muy crítico. A veces, medio en broma, propone que el periodismo haga paradas biológicas cada 10 años para que la sociedad se recupere de los latigazos que le atiza la profesión en nombre de su lógica y no en el de la sociedad.

Europa en la mirada

Se habla mucho de sobreinformación, pero puede ser una milonga: ¿no hay lagunas informativas?, preguntamos por ver si no echa en falta información comunitaria. “Seguro que sí”, dice. Todo el mundo ha estado convencido de que su tiempo era el tiempo en que se producía la consumación de los siglos y luego se descubría que no. Yo todo no lo sé”, retoma. “Soy hijo de mi tiempo y participo de sus limitaciones. Pero hoy con la conversación contigo he descubierto unas vías que no conocía”: la de café babel. En este punto nos mostramos algo escépticos al sugerir que quizás Europa sea siempre un tema para elites. Pero él nos reconduce. “Hablamos de un largo proceso”, dice tranquilizador. Piensa que hoy aún el tema europeo es un lujo al que se accede cuando no existe otro problema.

Vivir el presente como garantía de futuro

“Yo no sé adivinar el futuro”, nos responde al preguntarle por los medios de comunicación participativos en la nueva realidad, “y además todos los pronósticos de futuro fallan. De lo que estoy seguro es que van a aparecer muchas vías de estructuración de la información”. Nos cuenta que tiene la impresión de vivir en una noria mientras se produce un terremoto. “Si se están produciendo fenómenos de integración en todos los ámbitos, ¿por qué no se van a integrar también las acciones de comunicación?”, concluye.

Queremos saber, por último, si después de haber superado tantos peldaños en los últimos 25 años para conquistar la confianza del público siente que le queda aún alguno por subir, y en este punto no transige: “Yo nunca he pretendido subir peldaños, sino vivir un día, y luego otro, y luego otro. Soy un hombre afortunado”, explica, “la gente vive en una realidad cambiante pero no se da cuenta. Mi trabajo consiste en verle la cara a esa realidad en horas, minutos y segundos. Es un privilegio que permite hacer de cada día un día diferente. Haré el programa de mañana, el cual no he hecho en mi vida. Es tan nuevo para mí como para un chico que mañana debutara en la radio. Toda mi vida ha sido así. Antes del programa, subo a mis compañeros a las 5 de la mañana a la azotea y les digo: ‘os comunico que este es el último amanecer que vais a ver hoy’. Lo único que doy por seguro”, finaliza, “es el proceso europeo. Dime un tema español que no sea europeo.”