Identidad europea: ¿Qué demonios es eso?
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Sara Fuertes López"A Europa le falta una identidad". Esto se puede leer en cualquier análisis de cualquier intelectual. Nuestro autor ha filosofado en cafés y en la calle con la gente y ha preguntado cómo ven todo esto. Y al final todos han encontrado un denominador común.
Una vez al año, la UE le pregunta a sus ciudadanos si se sienten más parte integrante de su nación o de Europa. Así es como se pregunta por la identidad europea. Pero, ¿qué es europeo? ¿qué es identidad?
A muchos autores les gusta intentar explicar estas dos palabras con largos artículos, en los que hablan sobre democracia, sobre valores comunes, sobre historia y, a veces, sobre cristianismo. Pero ¿qué dicen los propios europeos al respecto cuando no sólo tienen ante ellos una encuesta tipo test del organismo de estadísticas Eurostat? ¿Qué contestan cuando se les pregunta por qué se sienten (o no) europeos? ¿Qué mejor lugar para descubrirlo que una ciudad que afirma ser una ciudad europea?
Hace una tarde soleada en Estrasburgo, a lo largo del Ill hay anclados casas-barco, bares y cafés y, a la orilla del río, la gente se sienta en sillas, tumbonas y sofás. Beben, fuman, hablan entre ellos. A mi lado se encuentra una mujer algo rellenita de mediana edad y pelo oscuro; enfrente, su madre: pelo corto rubio platino, algo delgada pero en forma, unas cuantas arrugas.
Tanteo el terreno con una pregunta prudente y sencilla: ¿Estrasburgo es una ciudad europea? "Sí", la respuesta llega enseguida. ¿Y por qué? "Porque por aquí pasan muchos turistas de todos los países, hay extranjeros por todas partes", dice la hija. Eso es verdad, Estrasburgo es una referencia turística. Sin embargo, si son extranjeros ¿cómo pueden ser europeos?
"Entiendo lo que quieres decir pero, simplemente, es díficil de contestar. ¿Qué es ser europeo?" Sí, justamente, ¿qué es? Su madre interviene, dice que se trata de costumbres en común que todos los europeos comparten. ¿Y cuáles son? "Buena pregunta". Sin respuesta. Su hija comienza: "he vivido unos cuantos años en Canadá. Allí me sentía más europea porque, de alguna manera, todo es distinto. Incluso cuando estoy en Bélgica, soy europea. Pero cuando estoy en Francia, soy francesa".
Otros contestan de forma parecida: una rusa que se ha mudado a Estrasburgo cuenta que, en su país de origen, la ven como europea; en Estrasburgo, como rusa. Europa parece ser algo impreciso, algo que las personas descubren en sí mismas cuando dejan atrás su país, su valiosa cultura. Aparentemente, identidad es siempre una forma de delimitar: nosotros y los demás.
¿Os sentís en primer lugar francesas y luego europeas o primero europeas y luego francesas? Las dos señoras contestan con "primero francesas". ¿Esto significa entonces que os preocupáis antes por los franceses que por otros europeos?" Ambas contestan titubeantes afirmativamente. "Pero en algunos países miembros del este, la gente muere de hambre y vive en chabolas, ¿no tendríamos que ocuparnos de ellos mucho más?". "Sí, lo sé, está mal pensar así, pero en Francia también mueren personas", dice la hija. La madre continúa: "Por supuesto que tenemos que pensar de forma global y, si lo hacemos, entonces tenemos que ocuparnos también de los países débiles europeos, tenemos que mantenernos unidos para resistir ante China o EEUU".
No es la única que contesta así a esa pregunta.
Primero yo y después los demás
Una bonita francesa que está cogiendo su bici señala que de verdad que se tiene que ir ya, pero, cuando se confronta a mi pregunta, se queda parada y reflexiona. Al final, ella también dice: "Primero me preocupo por los franceses, pero también tenemos que preocuparnos por los demás". Un grupo de jóvenes, algunos de ellos no tienen ni siquiera los 18, escuchan igualmente interesados e intentan dar respuestas. Finalmente: "Nuestros padres nos han enseñado que tenemos que pensar también en las otras personas de Europa".
Todos los encuestado eligieron al final la expresión "tenemos que", no "deberíamos". Parece que Europa no es una cuestión de sentimientos, sino más bien de entendimiento. Quien piensa en Europa, es pragmático, realista y cuidadoso al ver la ventaja económica. Puede que el valor común de la aclaración no sea tan inverosímil.
¿Qué mejor manera de probar estas teorías que durante una discusión sobre Europa? Doce, sobre todo adultos jóvenes, se unen a mi invitación de Facebook para discutir sobre Europa un viernes a las 20 horas en el bar estudiantil Le Chariot. Algunos trabajan para CaféBabel, otros son amigos y conocidos. Incluso aquí, con personas interesadas en el tema, se asemejan las declaraciones: Hasta tres personas (incluido yo) se ven como pertenecientes a su país, en primer lugar, y después a Europa.
Una idea: Si uno se identifica primero con su nación y después con Europa, ¿es esto nacionalismo?
Silencio.
Ya se ha formulado esta pregunta hace unas horas cuando, en el Palais d’Europe -sede del Europarat- me dirigí a personas que parecían importantes. Un diputado del Parlamento de Kosovo tuvo una respuesta a punto, sin titubear: "No es nacionalista, es egoísta. Pero así es cada uno. Cada uno se ocupa primero de sí mismo y luego de los demás". En el bar Le Chariot, se empiezan a escuchar las primeras reacciones. Uno dice: "Identidad no tiene nada que ver con nacionalismo. Sólo porque alguien se denomine francés, esto no hace de él un nacionalista. Sólo cuando se margina a otras naciones o se las ve como de escaso valor, entonces sí hablamos de nacionalismo". Nacionalismo es algo político; identidad, algo cultural.
Y ninguno de los presentes quiere remplazar esta identidad nacional cultural por una europea. Además, son justo estas diferencias culturales lo que forman Europa. Pensar de forma europea significa reconocer abiertamente la diversidad y las diferencias en Europa, quizás incluso estar orgulloso de ellas. De hecho, el lema de la UE también es: "unidos en la diversidad".
Sin embargo, ha resultado de las conversaciones en la calle que muchos europeos no necesariamente quieren estar unidos, sino que tienen que estarlo. Conservan una relación más bien pragmática y racional antes la idea europea: una idea de la cabeza, no del corazón. No experimentan pathos, patriotismo o amor.
Sinceramente, el lema tendría que ser más bien: unidos a pesar de la diversidad.
Este artículo forma parte de la serie especial dedicada a Estrasburgo, "EU-topia : Time To Vote", un proyecto de Cafébabel en colaboración con la fundación Hippocrène, la Comisión Europea, el Ministerio de asuntos exteriores y la fundación EVENS.
Translated from Europäische Identität - was zur Hölle ist das?