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I Cantori di Bagheria: de la película de Tornatore a Europa

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Irene Fernández

BrunchPolítica

Interpretaron las canciones de los carreteros en la película de Tornatore, Baarìa. Son los hijos, representantes y descendientes de los últimos carreteros sicilianos. Han actuado en París, en Bélgica, y en Argelia; pero aún no han encontrado un hueco en esa Sicilia que por todas partes acoge espectáculos y eventos que ya quisieran ser "tradicionales".

"Son espectáculos penosos y kitsch; algo así como las góndolas venecianas", en palabras de Giovanni Di Salvo, de 28 años, carretero y estudiante de filosofía.

Son cinco, tienen entre 22 y 62 años. Cuatro provienen de Bagheria y uno, de Palermo, y difunden por Europa las canciones de los carreteros sicilianos. La métrica de estas canciones es la propia de la octava siciliana (ocho endecasílabos con rima alterna), una de las más antiguas y nobles de la tradición literaria italiana. Sus letras son las de una tradición centenaria, creadas a partir del trabajo de los hombres y de los kilómetros recorridos. Son sicilianos, pero no cantan en su tierra natal: “podríamos desfilar en las fiestas patronales, pero pasan delante de nosotros todos esos grupos folklóricos; chorradas cargadas de una parafernalia que nunca ha existido. Los trajes, las carretas, las mallas blancas y los pompones rojos no representan nada de Sicilia”.

Maison de Cultures du Monde, París

"No puedes cantar estas letras si no vienes de una familia de carreteros"

No le falta razón a Giovanni di Salvo, de 28 años, miembro y líder de los Cantori di Bagheria, invitados al Festival de l’Imaginaire de París, y últimos representantes de una tradición musical y cultural que no ha acabado de la misma manera que el oficio que la originó. "Las canciones 'a la carrittera' (en la carreta), servían para marcar el ritmo del trabajo; pienso en las canciones de los pescadores de atún (para recoger las redes al unísono) y en las de las salinas. Nuestras canciones, por su parte, servían a los carreteros para permanecer despiertos, a la espera de repartir en algún "fondaco" (lugar de descanso para hombres y animales) o para hacerles compañía a lo largo del viaje”.

Sentado en un banco del jardín de la Maison des Cultures du Monde,, en una calurosa tarde de abril, casi pueden advertirse en las palabras de Giovanni los gestos y el oficio de sus padres: “no puedes cantar estas letras si no has vivido en una familia de carreteros", dice, mientras me relata la historia de su abuelo, Domenico Lanza. “Lo que cuenta no es la voz, sino, 'la cadencia'; la capacidad de no desentonar, alternando los sonidos altos y bajos”,una habilidad que no se adquiere leyendo las partituras:Girolamo Garofalo, investigador de etnomusicología de la Universidad de Palermo, dijo al respecto que "en Bagheria muchos jóvenes siguen practicando el arte de cantar en la 'carrittera' impulsados por un gran afecto hacia algún pariente carretero, o movidos por el deseo de pertenencia a un grupo”.

“Hay algunos impostores que mantienen el puño cerrado sobre la oreja, sin saber muy bien por qué lo hacen”

Al final de cada octava, el carretero suele volverse hacia sus compañeros y los desafía con un pareado, para incitarlos a continuar: “en la mesa, como en la canción, el desafío domina cada aspecto de la vida social de los carreteros: se desafía al que come más de la cuenta, al que acaba bebiendo más que los demás, al que mejor canta”. ¿Y lo de cubrirse la oreja con la mano? “Para esto hay dos explicaciones", dice Giovanni. "Sirve para aislarse del público y para buscar la entonación, pero también es cierto que hubo una época en la que se apoyaba en el carro para cantar. De hecho, hay algunos impostores que mantienen el puño cerrado sobre la oreja, sin saber muy bien por qué lo hacen”.

De izquierda a derecha: Eugenio Donato, Melchiorre di Salvo, Giorgio Provenzano, Giovanni di Salvo y Giuseppe Testa.

La colaboración con Pierre Vaiana y la llamada de Giuseppe Tornatore

Amor, traición, fugas, desdén, rosas que florecen prematuramente: los temas son clásicos, pero también queda un hueco para la ironía y la inventiva personal en la interpretación. “No puedes organizar una competición de carreteros en Sicilia. Yo, al menos, lo intenté en 2001 junto a Melchiorre Di Salvo (otro miembro del grupo). La llamamos 'Lo scrusciu della voce' (El estruendo de la voz); pero los carreteros, si no ganan, se cabrean, y ven tongos y supercherías por todas partes”.

El grupo que ha actuado en París se ha formado a lo largo de estos años, pero es sólo una pequeña parte de los cantores que ruedan en torno a la vida musical de Bagheria: junto a Giovanni también se encontraban Giuseppe Testa, de 22 años, Eugenio Donato, de 30 años,Melchiorre di Salvo, de 48 años y Giorgio Provenzano, de 72. El que lo ha organizado todo ha sido Pierre Vaiana, hijo de un emigrante siciliano en Bruselas, y hoy en día un reputado saxofonista. Fue el propio Vaiana el primero en descubrirlos y llevarlos fuera de Italia, en 2006, a los conciertos del “Funduq”, en Bélgica y, más adelante, a Argelia, al Dima Jazz de 2008. Y fue de nuevo Vaiana, en 2011, el que volvió a Sicilia con el objetivo de reunir al grupo para un espectáculo en París.

“Las canciones de los carreteros han sobrevivido a la desaparición del oficio porque sirven de entretenimiento. Con el boom económico de los años 50 y 60 los ex trabajadores mantuvieron sus caballos y carretas con la intención de seguir cantando y organizando las competiciones de remolque", continúa Giovanni, paciente. "Antes era impensable mantener a un caballo por afición, sin hacerlo trabajar”. Por tanto, han cambiado algunas cosas en la historia y las tradiciones, pero la transmisión hereditaria permanece: "Yo estaba muy unido a mi abuelo. Sólo le escuché cantar una vez, después de salir del hospital. No desperdicié la ocasión de grabarlo, para así tener un recuerdo suyo tras su muerte. Después de tres días escuchando las cintas de cassette, ya cantaba como él, me había aprendido las canciones de memoria y adoptado la 'cadencia' casi sin darme cuenta.

A Bagheria è rimasta solo la famiglia Ducato a decorare i carretti della tradizione.

Para ayudar a mantener esta tradición también han sobrevivido los "constructores de carretas" de Bagheria, los únicos que quedan actualmente, los de la familia Ducato; y el trabajo de Claude y Lou Flagel, matrimonio responsable del sello musical independiente “Fonti musicali” de Bruselas, quienes produjeron el primer CD, Canzuna a la carrittera, en 2006. Los temas del CD fueron empleados por Giuseppe Tornatore como las canciones de los carreteros de la película Baarìa: "También estuvimos en Túnez, para desfilar en la escena de la procesión, y yo mismo hice de figurante y de doblador", concluye Giovanni.

Sin embargo, los carreteros de hoy en día, los de verdad, no los quieren ni de figurantes.

Fotos: portada, © Jacopo Franchi; textoto: cantores durante el espectáculo © Pierre Vaiana; foto del carretto siciliano: © Giovanni di Salvo. Vídeo: (cc) kriptoniano80/youtube.

Translated from I Cantori di Bagheria, dal film di Tornatore al Festival di Parigi