Hermoso nuevo mundo del hidrógeno
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inés gutiérrezEuropa se presenta como pionera en el camino hacia la economía del hidrógeno. ¿Es posible que esta nueva forma de energía permita el restablecimiento de una Europa enferma? Cuestión de emplazamientos.
En Septiembre de este año reinó en el Parlamento Europeo un raro consenso. Miembros de todas las fracciones políticas apoyaron la propuesta de cambiar la política energética: había que pasar del uso de energías de origen geológico como el petróleo o el carbón hacia una economía "verde", basada en el hidrógeno.
La presión que obliga a buscar fuentes de energía alternativas es cada vez mayor: los combustibles geológicos son limitados, las emisiones de dióxido de carbono deben reducirse al igual que la dependencia conflictiva de países con petróleo en Oriente Medio.
Se formuló un "Manifiesto para la preparación de una Economía del Hidrógeno". En Dicho manifiesto se exige la puesta en práctica de un programa de 13 puntos que desemboque en una "Tercera Revolución Industrial" de entonces a 2025. Se pide el desarrollo de fuentes de energía regenerativa para construir una sociedad económica basada en el hidrógeno y la colaboración entre los gobiernos y la industria de la energía.
Sin antídotos milagrosos
Si se utiliza el hidrógeno como portador de energía no se producen emisiones nocivas y además se asegura una energía constante, gracias a la diversidad de fuentes tales como la biomasa, el gas o los átomos de hidrógeno. Y es que el hidrógeno aparece en este planeta casi siempre en una unión química: para conseguir hidrógeno puro hay que consumir energía. Este proceso es sólo ecológico si se utilizan fuentes renovables como el sol, el aire o el agua. "Existe la necesidad imperiosa de explicar tanto a las partes implicadas como a los consumidores el funcionamiento de una economía basada en el hidrógeno. La mayoría de la gente no entiende que el hidrógeno funcione como la electricidad", explica Karen Hall, de la estadounidense National Hydrogen Association.
Nadie da el primer paso
¿Quién da el paso hacia el mundo del hidrógeno?Los fabricantes de coches esperan una infraestructura de gasolineras bien desarrollada. Pero los propietarios de las gasolineras esperan por su parte que haya suficientes coches en el mercado que funcionen con hidrógeno. El consumidor quiere una tecnología que funcione a la primera sin ningún tipo de problemas y sin costes adicionales. Y todos esperan que el Estado asuma los riesgos.
La UE tiene que allanar el camino hacia el mundo del hidrógeno. La mejor solución es la investigación, la reducción de impuestos y las subvenciones para los fabricantes e ingenieros. Karen Hall espera además que "la UE se erija en ejemplo de uso de esta nueva tecnología, es decir, que compre para su uso propio y que los costes se reduzcan de cara a los consumidores".
¿Visión o realidad?
Para coordinar a nivel europeo, nacional y regional las iniciativas de investigación, desarrollo e implantación, la Comisión Europea introdujo en enero de 2004 The European Hydrogen and Fuel Cell Technology Platform (HFP). Dicha plataforma tiene la misión de diseñar una estrategia para generar el mercado del la tecnología del hidrógeno. Las metas son: asegurar la producción de energía, reducir la emisión de gases que causen efecto invernadero y generar nuevas oportunidades a la economía europea. A finales de 2004, la plataforma presentó sus propuestas: un plan de diez años para la investigación, una perspectiva a medio plazo (hasta 2030) y otra a largo plazo: se pretende que en el año 2050 el hidrógeno sea fuente energética para todas las naciones industrializadas y que no se limite sólo al uso en automóviles, sino como complemento a la electricidad procedente de fuentes de energía renovable.
Así, sobre el papel nada impide la implantación del hidrógeno. Pero hasta que el uso comercial del hidrógeno se haga realidad hay que superar más de un obstáculo. Hay que limar las imperfecciones tecnológicas. Medidas de la UE que afectan los impuestos sobre el uso de nuevas tecnologías siguen sin regulaciones específicas, al igual que las cuestiones sobre posibles infracciones o sobre la seguridad.
La realización de algunos proyectos piloto acerca esta visión a la realidad. Se tiene sobre todo en cuenta el proyecto CUTE (Clean Urban Transport for Europe), iniciado a finales de 2001 y que subvenciona la UE con 18,5 millones de euros. Dicho proyecto pone a prueba el uso de autobuses propulsados con energía procedente del hidrógeno. En nueve ciudades hay 27 buses en funcionamiento hasta 2006: Amsterdam, Barcelona, Hamburgo, Londres, Luxemburgo, Madrid, Porto, Estocolmo y Stuttgart.
Se han dado los primeros pasos hacia una economía del hidrógeno. Europa tiene buenas perspectivas para convertirse en líder tecnológico dentro de un mundo basado en el hidrógeno. Aún así no hay tiempo que perder.
Translated from Schöne neue Wasserstoffwelt