¿Hasta cuándo te quedas?
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La crisis económica y la elevada tasa de paro que sacude a la sociedad española ha empujado a miles de jóvenes a cruzar las fronteras para tratar de abrirse camino en Europa. Bruselas, la capital belga, acoge a cientos de ellos, muchos de los cuales sobreviven a base de trabajos precarios, mal remunerados o sin seguridad social, para los que están de sobra preparados.
¿Hasta cuándo te quedas? Esta es una de las frases que más escuchan muchos de los jóvenes que han llegado a Bélgica en busca de lo que ellos creen que es El Dorado del empleo. Nos lo cuentan Laura y Esther, amigas, pero que comparten mucho más que buenos y malos momentos: ambas son jóvenes emigrantes españolas que un día, hartas de no encontrar oportunidades en su tierra, se lanzaron a la aventura. Explican que la llegada de inmigrantes de los países del Sur se ha multiplicado por la crisis. Y notan el rechazo, cada vez mayor, de buena parte de la sociedad: "siempre te preguntan ¿Cuándo te vas?, ¿Hasta cuándo te quedas?".
Laura tiene trabajo, aunque forma parte de la bolsa de economía sumergida: "Trabajo en un restaurante con un contrato de 30 horas, cuando en realidad hago 60 y cobro la mitad del sueldo en un sobre". Y por lo visto, ese mercado negro es algo bastante habitual. "Conozco muchos más en mi situación", confiesa. Los elevados impuestos y la abundancia de mano de obra recién llegada del sur de Europa componen el caldo de cultivo perfecto para que muchos empresarios se aprovechen, eludan al fisco y ofrezcan contratos precarios. Es muy difícil cifrar el problema, pero las estimaciones apuntan a unos 300.000 afectados.
El caso de Esther es distinto. Es enfermera, lleva año y medio en Bélgica y tiene un buen empleo. "Las condiciones son mejores que en España, no solo por el sueldo", explica; pero los inicios, recuerda, fueron duros. "Cuando llegas aquí tienes tres meses para encontrar trabajo, si no te mandan una carta diciéndote que te van a expulsar", señala. Incluso, enfatiza, puede presentarse la policía en tu domicilio. En su caso, esta situación no se produjo porque encontró trabajo justo al límite, aunque "la administrativa del ayuntamiento me dijo que iba a enviar a la policía". El año pasado, 323 españoles recibieron la notificación de expulsión. No es exactamente una deportación en sentido estricto, es, más bien, una especie de "muerte administrativa". El principio básico de la Unión Europea (UE) sobre la libre circulación de bienes, capitales y trabajadores queda cuanto menos en entredicho en lo referente a personas en búsqueda de empleo.
Son solo dos casos de miles en toda la UE. En efecto, los idiomas que más se escuchan en las calles belgas, después del francés y el flamenco, son el italiano, el griego, el portugués y el castellano.
¿Qué está ocurriendo?
No hace falta repetir los datos. La inmigración se ha convertido en un fenómeno actual en la vieja Europa, maximizado por la crisis económica. Los países más afectados por ella, Grecia, Portugal, Italia o España, que cuentan con tasas de paro juvenil que rondan el 50%, pierden capital humano que marcha dirección norte. Algunos hablan de una generación perdida. Se calcula que hay unos 8 millones de trabajadores itinerantes en la UE, según informaciones de Pablo Simón, profesor de la Universidad Libre de Bruselas (ULB). Gran parte de estos 8 millones se encuentran explotados y en situación irregular. Los jóvenes siempre han sido los más aventureros a la hora de emigrar pero Carlos Vargas, investigador de la Universidad de Oxford, destacó para CaféBabel que "la crisis lo ha potenciado" y eso genera que acepten trabajos para los que están sobre-cualificados. En muchos casos, renunciando a derechos. Por su parte, Mario Izquierdo, del Banco de España, aseguró a esta revista que hay una relación directa entre la crisis y la emigración, pero matiza que no solo se van jóvenes españoles, sino "también los inmigrantes de otros países que habían llegado a España".
Soluciones
Muchos jóvenes cuentan que se sienten perdidos y demandan más información. Desde INTEGRABEL tratan de brindarles asesoramiento. "Somos un punto de encuentro, un espacio donde hacer contactos", afirma su coordinador general, Luis Molina. Certifica que hay muchos casos de españoles inmigrantes "casi obligados a salir ante la tasa de paro" que, a pesar de tener una buena formación y desenvolverse en varios idiomas, se encuentran un panorama muy competitivo. "Yo lo llamo en plan broma el Hollywood de Europa, porque muchas personas vienen aquí y hay una alta competencia", comenta. Por eso algunos se ven abocados al mercado negro. A estos, Luis les diría: "no lo aceptes o sal de ahí", a pesar de que, según matiza, la necesidad que atraviesan los jóvenes es más que comprensible.
Juan López, secretario de Relaciones Institucionales del PSOE en Europa, conoce bien el problema. Cree que hay que actuar en cuatro ámbitos: Más información, dentro y fuera de España; adoptar una política migratoria común en Europa, homologar títulos universitarios y profesionales y ampliar los plazos de residencia en otros países de 3 a 6 meses en períodos de agudas crisis.
Por su parte, Pablo Simón, evidencia la falta de información. Considera urgente presionar a las instituciones para forzar una acción coordinada que acabe con esta situación. A las puertas de las elecciones europeas que, por cierto, coinciden con las federales y regionales belgas, ve una oportunidad porque "en este período electoral se puede hacer ruido para intentar atacar el problema".
Como tantos jóvenes, el movimiento 15-M también llegó de España. Sus integrantes en Bélgica no creen que los emigrantes sean el problema, sino la actitud de las autoridades, belgas y europeas. Por eso se escandalizan ante la posibilidad de "matar administrativamente" a ciudadanos, eliminando derechos básicos. Así, decidieron en Asamblea trasladar una queja formal ante la UE en contra de la expulsión de ciudadanos comunitarios por parte de Bélgica. "Queremos que se tome consciencia del problema" proclama Sara Lafuente, miembro del colectivo, y esperan que las cosas cambien. "La esperanza es lo último que se pierde", apunta.
Los cambios en la compleja realidad europea son difíciles y lentos. Europa es un ente de proporciones gigantescas que se mueve despacio. Parece necesaria más cohesión y establecer una política migratoria efectiva y clara entre los 28 estados del club comunitario. Mientras, el tiempo pasa, y en Bruselas y en tantos otros lugares, se seguirá escuchando el acento español en las voces de la emigración. La de Laura, cocinera en un elegante restaurante; la de Esther, enfermera en un geriátrico o la de Manuel, un músico que busca empleo al tiempo que sueña con emular a sus ídolos y que no pierde la sonrisa mientras compartimos una deliciosa cerveza belga al ritmo de un blues en un bar de esos que aún conservan una vieja máquina de discos.
Este artículo forma parte de la serie especial dedicada a Bruselas, "EU-topia : Time To Vote", un proyecto de Cafébabel en colaboración con la fundación Hippocrène, la Comisión Europea, el Ministerio de asuntos exteriores y la fundación EVENS.