¡Hallo Mickey! la infantilización de la moda berlinesa
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Sara Fuertes LópezAtrás quedó la época en la que las Ray-Ban y las bolsas de yute eran el último grito. El berlinés cool se viste entretanto como un niño de la escuela primaria, lo que hace que pueda reciclar de forma ecológicamente correcta tanto su antigua bolsa de deporte como la chaqueta de lana de su abuelo. ¿De dónde viene ese miedo a una corporalidad adulta?
"¡Ya llega el siguiente con bolsa de deporte!". Los hay que disfrutan de su cerveza de después del trabajo con temperaturas primaverales en un banquito en vez de hacerlo, como de costumbre, en uno de los locales de moda de Neukölln. A éstos se les puede divisar de vez en cuando en los parques infantiles. ¿Cuándo exactamente dejaron de estar de moda las bolsas de yute y fueron remplazadas por las bolsas de deporte? "Entretanto, casi todo el mundo anda por ahí con una bolsa azul de ésas a la espalda, lo que siempre me recuerda a las horribles clases de Educación física en el colegio", cuenta Chris, que vive desde hace ya tiempo en el sur de Berlín.
Me encantaría volver a ser un niño... desde el punto de vista de la moda
La bolsa de deporte tiene la gran desventaja de que no sólo hay que batallar durante horas con el cordón deslizante sino que también hay que revolver durante media eternidad en busca del monedero (después de todo, la bolsita no tiene ningún bolsillo interior). A pesar de eso, ésta favorece la igualdad en el sector masculino berlinés: mientras que casi ningún barbudo en camisa pasearía por Neukölln bolso en mano, la bolsa de deporte es un accesorio nada problemático desde el punto de vista del género. A fin de cuentas, todos llevábamos sólo pantalones y camisetas en la escuela primaria y, así, nos oponemos con éxito –sudadera Disney reglamentaria según el género aquí y allá– a la sexualización de nuestro cuerpo. "La bolsa de deporte está teniendo tanto éxito que ya incluso casi sustituye a la Fjällräven Kanken", ríe Chris. La práctica mochila cuadrada azul sueca es justamente un accesorio infantil que conquistó rápidamente la capital alemana. Además, la chica que añade también unos calcetines y un jersey con motivos de Blancanieves alcanza la perfección en su look. Ya sólo falta girar los pies hacia adentro cuando se fuma un cigarro en la puerta del local para parecer su propio yo infame de la época escolar.
El chico, por el contrario, se puede entregar al estilo marinero, reconocible por las camisetas a rayas, por las gafas redondas de empollón y por los bajos de los vaqueros remangados infantilmente, o puede servirse del armario del abuelo: "Ésta es la paradoja en cuestión", dice Chris. "Muchos hombres aquí llevan chaquetas de lana y pantalones verdes de pana, como sus propios abuelos". También es aún popular el juego soñador conocido como el dado mágico de mala fama de Rubik. En realidad, se tendría que llevar siempre consigo en la mochila algo para jugar o para hacer manualidades. Sin embargo, expresión de lo absurdo atemporal, también los teléfonos inteligentes están permitidos, puesto que incluso los niños pequeños tienen ya teléfonos móviles.
LOS ETERNOS NIÑOS JUGUETONES DE LA GENERACIÓN Y
Infantilización o geriatrización de la moda: ¿De dónde viene ese miedo a la expresión de la propia corporalidad adulta? A la Generación Y, a la que pertenecen muchos habitantes del barrio de moda, Neukölln, se le echa en cara continuamente, y no en vano, que huyan de sus propias responsabilidades y que se retiren a sus mundos de juegos pseudo-idílicos. Sin embargo, el espectador bebedor de cerveza se pregunta: ¿Por qué se querría querer recordar la horrible etapa escolar? Desgraciadamente, la ola general de nostalgia predominante abarca incluso la propia niñez, de modo que, en las fotos en tonos marrones del álbum familiar, sólo vemos las camisetas cool descoloridas y ya no nos acordamos de las clases de Educación física llenas de lágrimas.
La bolsa de deporte es tan popular en Berlín que incluso una marca electro lleva su nombre. Oliver Schories, Be (Original Mix), 2013.
Puede que jugar al escondite en los armarios de niños o de abuelos represente una inseguridad sexual generalizada. Gracias a la emancipación y a los estudios de género, a los hombres sobre todo ya no se les sirven en bandeja, por suerte, los propios roles de género. Así, alguno que otro prefiere quedarse con la clara postura que aún dominaba en tiempos de la escuela primaria –a la imagen y semejanza de su abuelo– o despedirse del circo salvaje del apareamiento. A pesar de todo, las mujeres no promueven de ninguna manera con su look de cuento una obsesión al estilo Lolita: el movimiento berlinés de calcetines y bolsas de deporte queda en verdad lejos del fanatismo infantil japonés.
Al igual que pasa con todas las modas, la nostalgia por la niñez también tendrá que hacer sitio en los próximos años a su explosivo opuesto: una ola hipersexualizada de camisetas de musculación y push-up. Hasta entonces, aún queda, por suerte, suficiente tiempo para especular con el regreso de los bolsos que se cuelgan a la altura del pecho y las mochilas Scout. Éstos aún no se han visto por Neukölln, pero seguro que no habrá que esperar mucho para que los pioneros de la moda descubran al monstruo de tonos verdes, rosas y azules al rebuscar en el ático. Y la moda retro de colores de neón no pega ni con cola con las mochilas Scout, de ninguna manera.
Translated from Comeback des Turnbeutels: die Infantilisierung der Hauptstadtmode