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¿Hacia un Islam europeo?

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La utópica imagen del crisol de culturas choca de frente con los datos aportados por algunas organizaciones, que alertan del creciente número de los episodios de islamofobia en Europa.

La Declaración de Varsovia, aprobada por el Consejo de Europa el pasado 17 de mayo, recoge literalmente la lucha contra la islamofobia entre las prioridades de la Europa de los Veinticinco. Se trata de la primera vez que la UE se pronuncia en esos términos. Apenas unos meses después del asesinato del cineasta Theo Van Gogh en Holanda y de los atentados del 11-M en España, Europa reconoce que los asaltos contra la población musulmana no se circunscriben ya a hechos aislados y esporádicos, sino que se han convertido en el reflejo de una tensión que se ha desarrollado sotto voce en muchos países y que comienza a escenificarse cada vez con más asiduidad.

Para Mohamed, musulmán afincado en Sevilla desde hace más de veinte años, el punto de inflexión lo marcó el 11 de septiembre de 2001, y aunque afirma no sentir “diferencia de trato” en su círculo social más próximo, sí reconoce “sentirse más observado”. Como él, muchos otros practicantes del Islam y numerosas asociaciones de musulmanes, lamentan la peligrosa simplificación del discurso que relaciona directamente el Islam con postulados integristas y con el terrorismo; o con la inmigración ilegal asociada a la marginación y la criminalidad. Y es que lo que en ocasiones se presenta como discriminación hacia inmigrantes musulmanes, a menudo es el resultado del temor hacia la expansión de una población extranjera en rápido crecimiento y culturalmente muy diferente. El Islam corre el riesgo por tanto de ser más una víctima de prejuicios étnicos que meramente religiosos.

Un debate más estético que ético

Al binomio Islam-inmigración hay que unir un tercer elemento: el de la visibilidad. Muchas de las polémicas y de los incidentes que se han generado en torno a la práctica del Islam en Europa están más relacionadas con el universo estético-simbólico que acompaña a la doctrina religiosa que con la doctrina en sí misma. En Francia, el gobierno ha prohibido incluso que las alumnas de las escuelas públicas usen la hiyab, el velo islámico.

En España, donde en 1992 se aprobó una de las leyes más progresistas en materia de protección de la libertad religiosa en general -y de la musulmana en particular-, la construcción de mezquitas ha contado con el rechazo de algunos vecinos, una situación que está generando mucha polémica en Italia. En algunas regiones españolas, como en Andalucía, puerta de entrada de la inmigración marroquí en Europa, ya se incluye la enseñanza del Islam entre las asignaturas que los pequeños pueden cursar en el colegio. Una cuestión que en Alemania se discute sin que aún se haya resuelto.

Un pilar ineludible en el proceso de construcción europea

Hasta ahora, se han trazado dos modelos de integración europeos respecto a la población musulmana que parecen estar en crisis. El arabista francés Olivier Roy contrapone “el modelo culturalista de los países del Norte, porque está basado en la idea de la perennidad de las culturas –cuando lo cierto es que están en situación crítica-, y el modelo francés que, hasta hace poco, ha pretendido ignorar la permanencia e incluso el fortalecimiento de la identidad religiosa”. La tradicional laicidad cultural Europea está en el epicentro del debate. Algunos partidos políticos incluso abogaron -durante la fase de redacción de la Constitución Europea- por el reconocimiento del humanismo cristiano como pilar fundamental de la construcción europea. De una Europa en actual reconstrucción y en la que ya no puede obviarse el elemento no sólo multicultural, sino plurirreligioso.

Hablaríamos por tanto de una “europeización del Islam” o, como publicaba el diario Le Monde el 15 de febrero de 2005, de un “Islam Europeo”. La idea apunta a una relectura del lugar que ocupa el Islam en una Europa del siglo XXI que no puede negar el legado cultural musulmán. La vía quizás sea la de promover un acercamiento de posturas en una doble dirección capaz de equilibrar la doctrina islámica con el respeto a las libertades, tal y como las entienden las leyes Occidentales. En Alemania el caso más reciente es el de Hatun Sürücü, una ciudadana turca asesinada por sus tres hermanos por vivir sin seguir los preceptos tradicionales de su religión. Hatun vivía sola con su bebé.

Tanto Alemania como Francia ven con escepticismo la ampliación de las fronteras de la Unión a Turquía. La nueva canciller alemana, Angela Merkel, ha mostrado sus reparos hacia una integración plena de Turquía en la UE, mientras en otros países, como en España, el Gobierno ha llevado a la Asamblea de las Naciones Unidas una propuesta que bautizada con el nombre de Alianza de Civilizaciones aboga por estrechar los lazos entre Occidente y los países islámicos.

Esta información se ha realizado con la colaboración de Andrea Fialková (República Checa); Rahel Weingärtner (Alemania); Letizia Gambini (Italia); Judit Jaràdi (Hungría); Christophe Schramm (EE UU)

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