Hablando del rey de Roma…
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Alicia Prados¿Madrid, Cracovia, París? Europa tiene a sus ciudades en la punta de la lengua
En la Edad Media las ciudades como tales eran un lugar de nostalgia, pues “el aire de la ciudad os hace libres”. Aquellos que habían vivido un año y un día en una ciudad, escapaban de la servidumbre. Pero el ciudadano echa de menos este aire especial de la ciudad. Es por eso que media Europa suspira, fascinada por la aureola de la ciudad de los canales: ver Venecia antes de morir (francés: voir Venise et puis mourir, inglés: to see Venice and die).
Para los españoles la ciudad de las ciudades es Madrid, por eso se dice De Madrid al cielo. En Polonia, se usaba también esta expresión Życie jak w Madrycie, que significa que quien lleva ‘una vida como en Madrid’, no podría estar mejor. Otra preferencia tenía entonces Enrique IV. Bajo el lema Paris vaut bien une messe! (París bien vale una misa) se convirtió al catolicismo y fue coronado rey francés.
Llena de iglesias católicas está la capital italiana, a la que es fácil llegar si se hace caso al dicho de que todos los caminos llevan a Roma, tutte le strade portano a Roma en Italia, all the roads lead to Rome en Inglaterra y tous les chemins mènent à Rome en Francia, alle Wege nach Rom en alemán, en referencia a las famosas calzadas romanas, cuyo fin era siempre la ciudad eterna.
Al final de la calle, una norma de comportamiento inglesa pide la incorporación de las costumbres locales: When in Rome do as the Romans do (Cuando estés en Roma, compórtate como los romanos o donde fueres, haz lo que vieres). Sin embargo, ni Roma ni Cracovia pueden construirse en una hora. Con nie od razu Kraków zbudowano advierten de que en Polonia hay que tomárselo con calma, porque las cosas de palacio van despacio.
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