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Guerra al ISIS: No queremos venganza

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Esther Almazán

PolíticaAtaques en París

[OPINIÓN] Tras los atentados ocurridos en Paris el 13 de noviembre, la reacción de Francia ha sido "poderosa": Incursiones aéreas y bombardos sobre Raqqa, el supuesto centro de operaciones del ISIS en Siria. Pero es sobre nuestra piel sobre la que François Hollande llama a la venganza. Es en nuestro nombre en el que afirma que Francia será "implacable".

El intelectual Giuseppe Genna escribe en su perfil de Facebook:

Cualquier francés sabe que hace años que estan en estado de guerra, aunque no se les haya llamado al frente. (...) Cada francés esta combatiendo en Mali, cada francés esta lanzando bombas en territorio sirio, cada francés continua oponiendose a las varias tropas en Iraq.

Sin embargo Francia, esta nación tan orgullosa, que "se mantiene en pie" a pesar de todo, y con cuya bandera tricolor decoramos nuestros perfiles sociales, parece querer continuar como si nada.

El pasado lunes, apenas 48 horas después de la matanza de Paris, veinte bombas fueron lanzadas sobre la ciudad de Raqqa, en Siria, definida en los informativos de televisión como la "capital de ISIS". Como si el islamismo radical fuera un país y tuviera un Presidente y un Consejo de ministros que se reunen cada día en un lugar concreto, en lugar de ser, al contrario, un virus impalpable, una idea de venganza que serpentea en el corazón, más que en las mentes, de un pueblo humillado. Como si con una bomba se frenara el curso de la historia, implacable, que verá antés o después rendirse a Occidente.

Tras los terribles atentados múltiples del pasado viernes, nosotros, simples ciudadanos, nos sentimos vulnerables. A diferencia de lo que ocurrió en Charlie Hebdo o en el Hypercacher de Porte de Vincennes, esta vez no han sido golpeados objetivos ideológicos o religiosos (los intelectuales que difunden valientemente el laicismo de la propia nación o los hebreos), sino las personas comunes. Para ser condenado sin posibilidad de apelación, esta vez, no se ha tratado de un acto de provocación, ni una ideología perseguida con determinación por el jefe del Estado de turno, sino el estilo de vida occidental en su más manifiesta banalidad. Nuestra vida cotidiana. Esa actitud de consumismo desenfrenado y la costumbre de divertirnos que nos han dejado despreocupados y vulnerables ante aquellos que, sin embargo, creecn que deben rendir cuentas cada día a un severo principio metafísico. 

Al final, es sobre nuestras pieles donde François Hollande invoca la venganza. Es en nuestro nombre en el que afirma que Francia será implacable, despiadada, en lo que respecta a los terroristas.

Sí, justo él, un presidente socialista que fue elegido bajo la promesa de hacer la guerra al mundo de las finanzas y que ahora lanza bombas sobre Siria para recoger aquella virilidad perdida (o que nunca ha tenido) solicitada a voces por los que respaldan la brutal e intransigente política de las filas del electorado nacionalista. Aquellos que querrían echar a todos los musulmanes de la faz de la Tierra y volver a los viejos tiempos. Enhorabuena, Monsieur le President. Enhorabuena por haber mantenido la palabra dada, por una vez. Lástima que siempre se sea tan rápido para bombardear, y un poco menos que cuando se trata de resolver el problema del paro, siempre más preocupante.

Como ha declarado el politólogo Gilles Kepel en las páginas del diario Le Figaro, "ISIS ha demostrado poder golpear donde y cuando quiere". Son ellos, según parece, los que le dan el cuchillo al maníaco. Y ya han anunciado que esperarán la reacción de Francia antes de efectuar la próxima jugada. ¿Qué creéis que harán después de los bombardeos de Raqqa? ¿Qué se van a quedar de brazos cruzados? Por su culpa, querido Presidente, cada bendita mañana estaremos condenados a despedir a nuestras familias y amigos con una pequeña, microscópica, preocupación: El miedo a que quizás -nadie puede saberlo- este podría ser un adiós.

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Este post ha sido ha sido originalmente publicado en el blog From Paris with blog de Linkiesta.

Translated from Guerra all'ISIS: noi non siamo Vendetta