Grand Archives: El pop viaja por Europa
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El grupo de Seattle comienza su segunda gira Europea. Cuatro amigos en la carretera sin más pretensiones que disfrutar de lo que hacen
Desde hace unos días, una furgoneta azul cargada de un pop nuevo recorre Europa. Son Matt, Jeff, Curtis y Thomas, cuatro amigos de Seattle. Cuatro músicos de una pequeña ciudad. No son fáciles de reconocer, no habrán visto sus fotos en las revistas ni en las paradas de los autobuses. No parecen estrellas de la música. “Ni queremos serlo. Somos camareros y es probable que dentro de cinco años seamos camareros otra vez”, afirma serenamente Matt Brooke, el solista y precursor de este proyecto pop llamado Grand Archives.
La banda estadounidense comenzó su segunda gira europea el pasado 20 de enero en Madrid y recorrerá medio continente para presentar su nuevo disco Keep in Mind Frankenstein (2009). Un álbum rebosante de melodías pegadizas nada pegajosas y de himnos celestiales nada pretenciosos. Como todo buen primer concierto que se precie, los chicos se demoran un poco con las pruebas de sonido. Las puertas de la mítica sala madrileña Moby Dick ya concentran a los primeros fans, mientras ellos ajustan concienzudamente sus instrumentos. Se nota cierta seriedad en el aire. Pero en realidad es cansancio. “Ayer llegamos desde Seattle. Aterrizamos en Dusseldorf, donde nos reunimos todo el equipo, cogimos la caravana toda la noche y hoy hemos llegado a Madrid”, me cuenta Matt mientras se sienta, fatigado, me ofrece una cerveza y compartimos unas tapas en el backstage antes del concierto. “Nos encanta España. El concierto de Madrid del año pasado fue uno de los mejores y pensamos que podía ser buena idea comenzar la gira aquí”.
Profetas en Europa
Grand Archives están encantados de volver a Europa por segunda vez. “Suele ocurrir que, siendo una banda americana, te valoran más en Europa. Y viceversa”. La gira les llevará por Francia, Italia, Alemania, Croacia y Suecia, para terminar en Noruega. En concreto, en Oslo. Algo les une con esa ciudad. Conocen a algunas bandas nacionales con las que les gustaría tocar y a un escritor (anónimo), al que han dedicado una canción en su último álbum, que suena muy parecido al primero y de lo cual se enorgullecen. “No teníamos ninguna intención de que sonara diferente. Quizá el primero es algo más veraniego, porque lo grabamos durante un precioso verano en Seattle mientras que el segundo fue grabado durante el duro invierno. Al final, todo es clima”.
Aunque empezaron en los años de Nirvana o Soundgarden y en la misma ciudad, su música suena a soleadas primaveras en Estocolmo, a rosas heladas, a rutas en coche por carreteras secundarias, a felices reencuentros o a fines de semana en una cabaña en los fiordos. “Es cierto que los países escandinavos entienden un poco mejor lo que queremos hacer”, me comenta Matt, cuando hablamos de si el pop es una música en decadencia. “Nosotros no tenemos a ninguna multinacional detrás así que hacemos la música que nos da la gana”. Y afortunadamente, así es.
Internet, sí gracias
“Es inevitable, es imparable”, asume Matt mientras Jeff se ensaña con la empanada de atún. Cuando conversamos acerca de la polémica de las descargas de música en internet, les confieso que no he pagado por su último disco (también le confieso al lector que lo compré al finalizar el concierto) y no hay sorpresa en el rostro amable de Matt. El cansancio lo mantiene hundido en su cerveza, aunque suelta su primer gesto en toda la entrevista extendiendo suavemente los brazos para decirme que “si un trozo así de gente nos conoce a través de internet y otro así compra nuestros discos, eso es bueno para nosotros”. Jeff, el bajista, que no había parado de comer durante toda la entrevista, reaparece de repente para apuntalar la conversación: “La música es el principal medio de comunicación. Y la comunicación, por naturaleza, tiene que ser gratuita”.
La espesa barba de Matt me agradeció la entrevista y me invitó a unos chupitos después del concierto. A los pocos minutos, los camareros de Grand Archives se quitaron el delantal, salieron al escenario a dejarse la piel como si se acabaran de despertar por la mañana y dieron uno de los conciertos más alegres y perfectos que recuerdo. Al final, para ser miércoles y una banda no tan conocida, la sala se llenó. Matt no miró al público en toda la actuación. Cerraba los ojos y a veces miraba hacia arriba como si se comunicara con el dios del pop (no con Michael Jackson, precisamente…).
Así nos traen su inspiración estos humildes genios, después de un trayecto europeo de 3.000 kms en caravana, silbando alegremente sus canciones mientras el sol de la música les calienta las manos.
Fotos: ©Drazen Smaranduj/Flickr; vídeos ©subpoprecords / Youtube