Gori: En casa del camarada Stalin
Published on
Translation by:
Eztizen Sánchez MontesEn la ciudad georgiana de Gori, Iósif Stalin sigue siendo famoso. Allí, su casa natal es un lugar de culto y recuerdo de dos pisos.
Mi guía turístico promociona el Museo Stalin como el museo más extraño y emocionante de Georgia. Se construyó 4 años después de morir Stalin, en 1957. En la estación de autobuses de Tiflis, la capital georgiana, el taxista me ofrece llevarme a Gori sin que yo le haya dicho nada. Parece ser que no soy la única turista a la que el supuesto culto a Stalin le hace viajar a su ciudad natal.
La ciudad es mundana, hace calor y está dominada por edificios de una sola planta, todos idénticos. No es de extrañar que todo el pueblo gire en torno al museo y su parque. Nada más entrar me encuentro con un cuadro del dictador, frente al cual un grupo de turistas chinos posa y sonríe para sacarse una foto con el camarada Stalin.
La visita del museo dura unas 2 horas y presenta a Stalin como un joven comunista, un revolucionario de la tecnología y vencedor de Hitler, pero también veo sus muebles, los regalos que le hicieron otros países y su propio vagón de tren, equipado con una bañera y aire acondicionado. Parece que la exposición pretende impresionar a los visitantes con los extravagantes objetos que poseía Stalin, además de algunas pocas de sus "invenciones", como el primer tractor soviético. Sin embargo, nadie habla de la Gran Purga, que también ocurrió en Gori.
Renovado, pero no modificado
El guía lee que el museo ha sido renovado, así que me muestra el testamento político de Lenin, en el que advierte de que Stalin está ansioso por conseguir el poder. Las descripciones son casi siempre en georgiano o ruso, así que no sé si el museo no está interesado en compartir esta información o simplemente no la tienen.
Tras finalizar la visita se pueden comprar souvenirs, como un juego de té de Stalin o camisetas. Pero yo prefiero aprovechar para preguntarle al guía por qué el museo no es más crítico. Pero él me dice que son objetivos, y que por eso se muestran los aspectos tanto buenos como malos del reinado de Stalin. Me pregunto cuáles son esos aspectos malos que presentan, y me pregunta, sorprendido, si no he visto la habitación de la represión.
Mientras me conduce hasta allí me doy cuenta de por qué se me había pasado por alto: la puerta no está marcada así que, en una casa tan imponente, no parece más que una habitación de servicio. El cuarto es pequeño y solo contiene un traje y un vestido, expuestos en la pared. "Los dueños de estas ropas murieron en el Gulag", me dice el guía. "¿Ya está?". "Ya está". Y volvemos al parque frente al museo, donde la casa de Stalin se erige bajo una ostentosa bóveda.
El turismo de Stalin
Los ciudadanos de Gori se niegan a reconocer el pasado oscuro de Stalin, y esto podría ser debido al turismo, que viaja a la ciudad atraído por la figura del dictador y los sustenta. Pero este fenómeno no ocurre solo en Gori, sino en toda Georgia, donde la percepción del dictador no es demasiado crítica. Entre 1921 y 1941 72.000 georgianos fueron fusilados y otros 200.000 fueron deportados. Además, el culto a Stalin no cuadra con la mentalidad georgiana, donde prácticamente todos dicen ser anti-soviéticos.
La mayoría de los georgianos no diferencian entre la Rusia actual y la antigua Unión Soviética. En 2008 tuvieron el conflicto más reciente con su gran país vecino, cuando Georgia perdió parte de su territorio con la declaración de independencia de Osetia del Sur. El pensamiento georgiano está marcado por el deseo de emanciparse totalmente de Moscú y su orgullo nacional. La añoranza por la Unión Soviética es muy escasa.
Debido a esto, Stalin no se venera como un político de la URSS, sino como georgiano. Esta razón es suficiente para crear y mantener un culto a su imagen, quizá porque la era estalinista aún no ha desaparecido del país. En los años 90 el país tuvo dificultades para hacer frente a los problemas más básicos así que no hubo tiempo para mirar al pasado. Hoy en día la situación económica ha mejorado para la mayoría de sus habitantes, y esta nueva prosperidad ha afectado a la forma de ver la historia, me cuenta un conocido georgiano. A la mayoría de los menores de 30 años el museo de Gori les parece tan extraño como a mí. "Todo cambia en Georgia", me dice. "El museo tampoco se quedará así para siempre".
Translated from Gori: Zuhause bei Genosse Stalin