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Glamurómetro de los líderes europeos

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De las corbatas fantasía de Berlusconi a los trajes de la Merkel (semiserios): el estilo de quien gobierna. O quien nos gobernará.

Blair: todos los nudos del poder

El informal, pero elegante primer ministro inglés ha hecho de las cobartas un instrumento de democracia. Y, digamos la verdad, el Nuevo Laborismo no hubiera sido posible sin sus espléndidas corbatas rosas sin estridencias. Sin embargo, desde hace algún tiempo el rojo se ha desteñido y dejando su sitio a un rosa "quiero y no puedo. Debemos dar de nuevo ánimos al chico -pues está por dejar Downing Street- y regalarle un buen puñado de corbatas napolitanas Marinella hechas a medida.

Berlusconi: osar, osar, osar

Lo hemos visto durante años con traje oscuro y corbata fantasía. Lo hemos visto con traje blanco en Porto Cervo, con traje militar con el presidente Bush, con jersey con el separatista Umberto Bossi en el jardín de su villa de Arcora. Con esmoquin con Bettino Craxi en el Milán de los ochenta. Lo hemos visto con pelo, sin pelo, con gorro y sin él. Pero nunca pálido. Lo hemos visto incluso con el gorro de panadero por las calles de Milán durante la actual campaña electoral. Pregunta: ¿Lo veremos todavía después de las elecciones italianas del 9 de abril?

Barroso o la nariz al poder

Un buen político tiene que tener olfato para los negocios, para escoger la propia estrategia política, para seleccionar colaboradores dinámicos. Rodolfo I de los Habsburgo, emperador del Sacro Imperio Romano en el siglo XIII, pasó a la historia de la anatomía por haber tenido una nariz tan grande que ningún artista pudo nunca retratarla en toda su dimensión. Esperemos que el emperador de la Unión Europea, Durao Barroso, no pase a la Historia sólo por ser el de la nariz más aguileña de los Presidentes de la Comisión, o por sus corbatas negrianaranjadas. Hoy, también en política la cirugía plástica es posible, y a veces oportuna. Berlusconi nos lo ha enseñado.

Segolène Royal: Francia puesta a punto

Si todas fueran como ella el mundo sería un sitio mejor. La aspirante candidata socialista a la presidencia de los franceses del año que viene roza la perfección. Es mujer, joven y con saber estar. Es de izquierdas sin ser conservadora. Es francesa sin liftings en los párpados. Es guapa sin parecer estúpida. Viste de forma elegante, con traje de pana que resalta su figura esbelta. Sin embargo, el mundo y la Francia de este tiempo en particular no son un lugar mejor, y pocos la merecen. Sería estrepitoso tenerla como candidata, pues sólo sería para ver su sonrisa estampada en los muros de París. Después ¿se la imaginan como Presidenta de la República diciendo en TV “se acabó el recreo"?

Angela Merkel: traje a la alemana

No habíamos visto nunca un canciller alemán mujer. Pero no podía ser sino Ángela Merkel. Dejando aparte su sonrisa poco convincente, ¿cómo es posible que en Alemania oriental hayan conservado el guardarropa de los tiempos de Honecker? A parte de su joroba, del horrible chal rojo que se empeña en llevar a las cenas de gala y de sus zapatos de gallina. ¿Es posible que en Berlín nadie tenga el coraje de decirle que el traje gris es ropa de funcionario de correos?

Fotos: (1) Consejo Europeo , (2) Forza Italia, (3) Commisión Europea, (4) Asamblea Nacional, (5) Comisión Europea

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