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¿Generación perdida? El mito de los polacos que regresan a su hogar

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Story by

Katha Kloss

Translation by:

Ange Ripa

Mientras la prensa británica proclama una tendencia entre los emigrantes de este país a volver a su patria, Polonia prevé un próximo segundo éxodo. Solamente un pequeño grupo de jóvenes se ha propuesto preparar a su país para el futuro

“Esto es una especie de ritual aquí: canela y azúcar moreno”, explica Dorota en el Coffee Heaven, local que da a la arteria principal del tráfico de Varsovia, la calle Marszałkowska, muy cerca de la parada de metro Centrum: ¡mezclar enérgicamente y listo! Dorota Czechowska es polaca. Hace apenas unos meses, tras una estancia en Barcelona, esta joven de 22 años volvió a su país para reanudar sus estudios de derecho. Ha vuelto a Varsovia, donde ha “echado de menos a sus amigos, su familia, su perro e incluso su propia cama”.

Pero para darse cuenta de ello tuvo que irse primero. Hija de una doctora y de un pastor eclesiástico residentes en la ciudad de Radom, a unos 100 km de la capital, Dorota decidió enfrentarse a la nostalgia. En su región no había oportunidades profesionales, de modo que puso rumbo hacia Cataluña. Aparte de estudiar en la universidad, trabajó en un hotel y en un restaurante para mantenerse a flote. Transcurrida la primera fase de euforia, después de 18 meses llegó la de abrir los ojos: “Los españoles son gente muy abierta, es bastante fácil hacer amigos. Pero aún así, siempre sigues siendo la de Polonia. Es cierto, tengo algunos amigos en Inglaterra que trabajan de camareros o friegaplatos y no son muy felices”. De todos modos, no se puede hacer de toda hierba un fardo.

El retorno de los polacos: ¡Va a ser que no!

Muchos otros jóvenes se encontraban en la misma situación que los amigos de Dorota, especialmente en el caso de los provenientes de zonas rurales o pequeñas ciudades, que abandonaban su país tras acabar los estudios. Se dice que ahora, en tiempos de crisis, esta tendencia se habría invertido repentinamente. Los polacos residentes en el extranjero estarían regresando a sus hogares a causa de la situación económica. “Los polacos se marchan en masa de Gran Bretaña”, tituló la prensa amarilla británica ya en el año 2007. Se calcula que a principios de 2010 más de la mitad de los migrantes polacos habrían abandonado la isla británica para volver a su país. Estas cifras las han respaldado tanto el Instituto de Política Migratoria, como el ministro de Inmigración, Phil Woolas (Partido Laborista).

La recesión ya ha causado estragos en otros lugares de Europa, especialmente en Irlanda, milagro económico europeo de los años 90. Precisamente hacia allá peregrinaron muchos polacos tras la ampliación europea de 2004 en busca del tan anhelado empleo. Ahora La Verde Erin pertenece a los tan a menudo mencionados estados PIIGS, mientras que Polonia ha resplandecido como nuevo motor del crecimiento europeo: en el último semestre de 2009 registró un crecimiento del 1,7%. “Un punto verde en el mar de números rojos de la recesión”, se jactó el primer ministro polaco, Donald Tusk (Plataforma Cívica).

El Ministerio de Turismo se lo ha tomado con humor y en 2005 inició una campaña con este oficio como protagonistaAún así, las cuentas no salen tan fácilmente, según la especialista en migraciones polaca Krystyna Iglicka. La experta en ciencias económicas trabaja en el Centro de Relaciones Internacionales, un laboratorio de ideas independiente cuya oficina en Varsovia se encuentra cerca del Palacio de Cultura, también conocido como tarta de Stalin o pastel ruso. “Estas cifras se publicaron casualmente poco antes de las elecciones en Gran Bretaña, donde la inmigración es uno de los temas candentes de las campañas electorales. Fue sencillo que los británicos creyeran” que los 'fontaneros polacos' habían abandonado el país. En realidad solamente 60.000 de los 2.170.000 polacos de la primera oleada de emigración se han marchado de Gran Bretaña e Irlanda. Además, se dice que los nómadas polacos no habrían vuelto necesariamente a Polonia; los nuevos destinos laborales son los Países Bajos, Dinamarca y España. “Nosotros los polacos seguimos siendo un pueblo con una alta movilidad, lo llevamos escrito en nuestro ADN”, bromea la profesora Iglicka.

Adam Filip observa los nenúfares del estanque artificial ubicado delante del Instituto de Biología. Son las ocho, el sol de la mañana brilla con fuerza. Adam es puntual, lo aprendió “de los alemanes”. A pesar de su alemán perfecto, prefiere hablar en inglés. Este neurobiólogo de 35 años también es uno de los polacos que regresan a casa. Sobre todo porque “estaba cerca” y siempre podía volver, Adam decidió hacer el doctorado en Berlín. “Introduje las palabras Neurobiología y Berlín en Google y así empezó todo”. Después de la carrera en la Universidad Libre de Berlín, al de Łódź le hubiera gustado marcharse a Estados Unidos, “pero entonces llegó la crisis y dejé de percibir ayudas económicas”. Era hora de volver a Varsovia, pensó.

Hogar, dulce hogar

El gobierno polaco intenta reducir el impacto de la fuga de cerebros mediante medidas que atraigan a jóvenes emigrantes como Adam de vuelta a casa. Desde hace poco, la UE también contribuye con fondos como los destinados al Homing Plus Program de la Fundación para la Ciencia en Polonia (FNP), con que se pretende atraer a los científicos que 'vuelan del nido' para animarles a empezar su carrera profesional en Polonia, según explica la responsable Marta Łazarowicz. Las becas, 15 anuales, no son especialmente generosas. Una gota en el desierto.

“La UE lo llama fuga de cerebros, yo creo que es un malgaste de cerebros”

Donde más se ha potenciado estas campañas para atraer a jóvenes de vuelta a casa es en las zonas alejadas, en lo que se suele llamar Polonia B, y en pequeñas ciudades. Un ejemplo es Wroclaw, en el suroeste del país, donde el alcalde realiza desde 2007 y mediante la iniciativa Wroc-loves-you un llamamiento a los jóvenes talentos de la ciudad para que vuelvan a su hogar. A partir de 2004 numerosos polacos con una alta formación abandonaron masivamente el país para ir a trabajar a otros Estados en puestos de inferior cualificación, aunque mejor pagados. “La UE lo llama fuga de cerebros”, dice la profesora Iglicka, “yo lo llamo malgaste de cerebros”.

Durante recesión y poco después de las elecciones al Parlamento del año 2007, el gobierno polaco puso en marcha el portal de internet powroty.gov.pl, una página de información para aquellos emigrantes en situación potencial de regresar, que les pone en contacto con expertos y ofrece respuestas a sus preguntas. Donald Tusk participó personalmente en la presentación del proyecto en Londres, en cuyo marco se repartieron además 50.000 ejemplares del folleto informativo Powrotnik en Gran Bretaña e Irlanda. Se calcula que 10.000 personas a la semana consultan dicha página, cifra que se mantiene estable también en tiempos de crisis, tal y como confirma el redactor jefe Maciej Szczepański. “Lo que resulta más sorprendente es que recibimos la misma cantidad de consultas desde Irlanda que desde Gran Bretaña, cuando en esta última residen entre tres y cuatro veces más emigrantes que en la primera. Esto quiere decir que los ciudadanos polacos quizás estén realmente considerando marcharse de Irlanda, cosa que podría achacarse a la crisis. Si regresan a Polonia o no ya es harina de otro costal”.

Al final del día no dejas de ser un polaco

Desde la capital polaca soplan aires distintos. Una joven élite ha convertido en su caballo de batalla la apuesta por poner algo en marcha en su propio país. Ellos también emigraron y volvieron, aunque lo hicieron con títulos universitarios y proyectos bajo el brazo, además de un inglés sin acento extranjero y con una pareja dispuesta a mudarse a Varsovia. Jan Naszewski estudió en Edimburgo y posteriormente trabajó como cazatalentos en Londres. Al mismo tiempo organizó el festival cinematográfico New Europe, especializado en cine de Europa oriental, aunque no fuera la mejor opción para ganar dinero. Por la recesión y otros motivos de tipo personal, volvió a su hogar. “¿Sabes? Al final del día no dejas de ser un polaco”. A lo largo de todos los años Jan se ha granjeado una tupida red de contactos en Polonia, eso es lo importante. Actualmente es jefe de su propia empresa de distribución de películas: New Europe Film Sales.

También Adam, el biólogo, se une a esta tendencia. “Creo que a nosotros nos pertenece el futuro. Puede parecer altisonante pero tanto Polonia como Europa oriental desempeñarán un papel importante en el futuro. Hemos crecido con el planteamiento de que este es nuestro país y tenemos que construirlo”. Después de estudiar en París, Agnieszka encontró trabajo en Varsovia en diciembre del año pasado de manera completamente inesperada, ya que había estado buscando en París infructuosamente. “Quiero que mi país sea importante, que sea un lugar en que sus habitantes vivan bien y puedan ganar dinero. Quiero contribuir a ello, aunque sea solamente mediante el pago de impuestos”, afirma a sus 26 años.

No obstante, esta Varsovia se encuentra a años luz del resto del país. En la ciudad solamente el 3,5% (según datos de mayo de 2010) de la población busca empleo, ocho veces menos que en las zonas más pobres del país. Mientras Agnieszka se dirige hacia los suburbios en los que habitan sus padres y la élite polaca se prepara durante el fin de semana de las elecciones para construir y remodelar el país, una segunda oleada de jóvenes emigrantes se prepara para el éxodo. Eso es por lo menos lo que cree la profesora Iglicka. Si ella y su equipo llevaran la razón, durante el año 2011 miles de polacos volverían a dejar atrás las fronteras del país del Oder y el Vístula. Entonces, Alemania abriría su mercado laboral a trabajadores especializados de Europa oriental y empezaría de esta manera la gran segunda fase del “desperdicio de cerebros”. “En Polonia la llamamos la generación perdida”.

Fotografía: Varsovia ©Ezequiel Scagnetti; fontanero ©jaime.silva/flickr

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Translated from Lost Generation? Vom Mythos des heimkehrenden Polen