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Frank, el genio surrealista del pop 

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Cultura

Hoy se es­tre­na en Reino Unido Frank, la pe­lí­cu­la di­ri­gi­da por Lenny Abraham­son y pro­ta­go­ni­za­da por Mi­chael Fass­ben­der, Dom­hall Glee­son y Mag­gie Gy­llen­haal. Una ex­cén­tri­ca y poco con­ven­cio­nal his­to­ria sobre los sue­ños, las as­pi­ra­cio­nes, el éxito y la de­rro­ta de un grupo de mú­si­ca, li­de­ra­do por un hom­bre con una ca­be­za de papel maché. 

En las úl­ti­mas se­ma­nas ha ha­bi­do una es­pe­cie de in­va­sión de Franks en Lon­dres, y es que desde su pre­sen­ta­ción en el Fes­ti­val Sun­dan­ce Lon­don hace un par de se­ma­nas, la pro­mo­ción de esta pe­lí­cu­la ha sido toda una de­cla­ra­ción de in­ten­cio­nes: la ge­nia­li­dad del film desecha lo con­ven­cio­nal. Pero, ¿qué es Frank? Frank es una reali­dad ex­cén­tri­ca y caó­ti­ca y, tam­bién, un hom­bre con una ca­be­za de papel maché. 

Jon Ron­son (Dom­hall Glee­son), una es­pe­cie de mú­si­co en po­ten­cia, un quie­ro y no puedo, un as­pi­ran­te a pro­me­sa cuyas úni­cas com­po­si­cio­nes son sim­ples his­to­rias de lo que ve mien­tras ca­mi­na por las ca­lles de su ciu­dad, pro­ta­go­ni­za esta co­me­dia ba­sa­da en la his­to­ria real de la banda de mú­si­ca de Frank Si­de­bot­tom. La vida con­ven­cio­nal de este joven cam­bia por com­ple­to cuan­do co­no­ce a una banda ex­cén­tri­ca de pop cuyo te­clis­ta está a punto de sui­ci­dar­se. Esa misma noche, el re­pre­sen­tan­te le pro­po­ne tocar con ellos, Jon acep­ta y acude a su pri­me­ra ac­tua­ción. Allí co­no­ce­rá al líder de la banda, Frank (Mi­chael Fass­ben­der), un tipo ex­tra­ño que apa­re­ce en medio del es­ce­na­rio con la cara cu­bier­ta por una más­ca­ra, una ca­be­za gi­gan­te de papel con unos enor­mes ojos azu­les de la cual no se des­pren­de­rá en casi toda la pe­lí­cu­la –aviso a los fans de Fass­ben­der-. Jon, a pesar del poco éxito de la pri­me­ra ac­tua­ción del grupo, acep­ta la pro­po­si­ción del ma­na­ger de en­ro­lar­se en un viaje en el que acom­pa­ña­rá a la banda en la gra­ba­ción del nuevo disco.

Es así como em­pie­za esta his­to­ria que nos lleva a co­no­cer en pro­fun­di­dad las ex­cen­tri­ci­da­des del grupo com­pues­to por el enig­má­ti­co Frank, Clara (Mag­gie Gy­llen­haal), una joven arpía con un ca­rác­ter do­lo­ro­so, un gui­ta­rris­ta fran­cés que no ar­ti­cu­la ni una sola pa­la­bra en in­glés y la si­len­cio­sa ba­te­ría del grupo cuya in­ter­ven­ción en la pe­lí­cu­la se po­dría re­su­mir en una frase.

A lo largo de la his­to­ria, vamos aden­trán­do­nos en la vida de esta banda y co­no­cien­do a Frank ín­ti­ma­men­te, ese genio que el im­pre­sio­na­ble Jon ter­mi­na ad­mi­ran­do, tanto por su mag­ní­fi­ca forma de en­ten­der la mú­si­ca, bus­can­do la be­lle­za en los so­ni­dos más co­ti­dia­nos, como por su afa­ble ca­rác­ter que es, sin duda, la si­ner­gia del grupo. "La mú­si­ca tenía que ser pre­cio­sa y rí­di­cu­la al mismo tiem­po", afir­mó Jon Ron­son, uno de los guio­nis­tas y parte de la banda del ver­da­de­ro Frank Si­de­bot­tom. La pe­lí­cu­la se con­vier­te así en una pieza de arte mo­derno capaz de pro­vo­car un re­cha­zo ini­cial -¿de ver­dad a eso le lla­ma­mos mú­si­ca?- y a la vez una ad­he­sión in­con­di­cio­nal a su par­ti­cu­la­ri­dad. 

Jon tra­ta­rá de en­ca­jar, bus­can­do lo que el mismo llama "su in­fan­cia mal­di­ta" que lo con­ver­ti­rá en un ver­da­de­ro genio. A pesar de sus in­ten­tos frus­tra­dos, Jon ter­mi­na en­ten­dien­do que, mu­chas veces, la ge­nia­li­dad no puede crear­se, si no que es algo in­na­to. Cam­biar la esen­cia de un grupo por las exi­gen­cias de un pú­bli­co ca­pri­cho­so es el fin de la ori­gi­na­li­dad, cuan­do, real­men­te, si por algo que­ría­mos a ese joven con una ca­be­za gi­gan­te era por eso, por hacer mú­si­ca con un cubo de agua y unos ce­pi­llos de dien­tes. 

"Es sim­ple­men­te una chis­pa de algo real­men­te in­creí­ble que es­ta­ba den­tro de Chris Sie­vey", afir­mó Lenny Abraham­son, el di­rec­tor de la pe­lí­cu­la. "Es la his­to­ria de un hom­bre que tiene el mundo en su ca­be­za y lo com­par­te con un grupo de in­adap­ta­dos", co­men­tó por su parte Mi­chael Fass­ben­der. "Dije que sí en cuan­to leí el guión, son este tipo de bue­nas his­to­rias en las que me gusta in­vo­lu­crar­me", aña­dió el actor du­ran­te la pre­sen­ta­ción de la pe­lí­cu­la en el Sun­dan­ce Lon­don, el fes­ti­val de cine in­de­pen­dien­te na­ci­do de la fun­da­ción del Sun­dan­ce ori­gi­na­rio que pro­mue­ve las nue­vas obras de cine in­de­pen­dien­te y de autor y que ce­le­bró su ter­ce­ra edi­ción en Lon­dres el pa­sa­do mes de abril. 

Mo­ra­le­jas a parte, la pe­lí­cu­la es un dis­fru­te de la ge­nia­li­dad, una his­to­ria con to­ques de humor y de ex­ce­len­cia, que no busca nada más que eso, con­tar la his­to­ria de los otros hé­roes, los ex­cén­tri­cos que no lle­nan es­ce­na­rios, los re­bel­des mar­gi­na­dos de la co­rrien­te mains­tream