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Fracaso de la política de la Unión en África

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La Unión Europea se plantea llevar una política de ingerencia positiva en África. Sin embargo, los intereses particulares de cada Estado estropea su eficacia y oscurece su responsabilidad.

En 1957, la cuestión africana hubiera podido provocar el fracaso de la creación de la Comunidad Económica Europea (CEE): De Gaulle amenazó con retirar a Francia de las negociaciones si no se aceptaba «la asociación» de la CEE con las colonias francesas. París obtuvo la victoria y quedó establecido en el Tratado de Roma el acceso de las antiguas colonias francesas y belgas a los mercados y materias primas. De este modo, Francia se reservó una esfera de influencia gracias a los países francófonos africanos.

La independencia de los Estados africanos y la entrada del Reino Unido en la CEE fueron precedidos por la primera convención de Lomé en 1975, que sirvió para relacionar económica y políticamente a Europa con los países ACP (África, Caribe y Pacífico, entre los que se encontraban todos los países subsaharianos: 46 entonces, 77 hoy). La CEE, cercada por la crisis del petróleo y la guerra fría, quiso así garantizar su acceso a las materias primas y asegurarse que los Estados ACP fueran aliados de Occidente. El proceso de Lomé fue sustituido en el año 2000 por los Acuerdos de Cotonú, insistiendo particularmente en la lucha contra la pobreza y la dimensión política de la cooperación (democracia y Derechos Humanos), aspirando a la integración de los Estados ACP en el comercio mundial. Cerca de 25 mil millones de euros se han puesto a disposición en el Fondo Europeo de Desarrollo, así como en forma de créditos del Banco Europeo de Desarrollo para financiar acciones de aquí a 2007.

Hasta aquí no hay problemas. Pero por desgracia, la política europea, guiada por intereses particulares, termina por contrarrestar las augustas pretensiones de cooperación entre Europa y África. La diplomacia de la Unión y de los Estados Unidos en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC) lamina las oportunidades de desarrollo de los países más pobres desde hace años. Hoy por hoy, los africanos tienen prohibido producir imitaciones de bienes industriales del norte Corea del Sur y Taiwán consiguieron dejar atrás el subdesarrollo por esta vía durante los años 70-. Hasta la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), célebre por su benevolencia hacia las naciones industrializadas, ha constatado que la política agrícola europea impide el desarrollo de África. Constata además la OCDE que sólo una ínfima parte de la ayuda europea al desarrollo se consagra a la lucha directa contra la pobreza... Todo un tirón de orejas para la UE de parte del Club de los Estados industrializados.

Todo menos armas, azúcar, plátanos y arroz

En 2001, la UE lanzó la iniciativa «Everything but Arms» (Todo menos armas). El objetivo era eliminar de entonces a 2004 todo obstáculo de entrada en la UE para los productos exceptuando armas- con origen en los 49 países más pobres (34 de ellos subsaharianos). Aún así, el lobby agrícola europeo se reservó la posibilidad de adoptar, de aquí a 2009, un régimen transitorio para productos como el azúcar el arroz y los plátanos, descafeinando los efectos positivos de la primera medida.

¿Es posible que la imagen de la UE salga mejor parada con la gestión de las crisis y conflictos en África? Su primera operación militar fuera de Europa tuvo lugar en 2003 en la República Democrática del Congo. 1500 soldados europeos fueron destacados por la ONU en la región de Bunia, al este del país, para reforzar la seguridad. La operación fue un éxito, aunque limitado en tiempo y espacio. Desde el fin de la intervención, la política europea se ha desentendido del problema. Algunos sospechan que se trató entonces sólo de una operación de pruebas para la fuerza de intervención de la UE. Por ahora, la UE no parece tener receta para combatir de raíz el conflicto, y guarda silencio sobre las injusticias que afectan cada vez más a la población civil en los países en guerra.

Palabras bonitas, pocos gestos

De hecho, tras su catastrófica política en Ruanda en 1994, caracterizada sobretodo por un inmovilismo soberbio (exceptuando a Francia, que sostuvo los planes militares y políticos del gobierno de Habyarimana, responsable del genocidio), la UE ha aprobado toda una serie de medidas para evaluar el origen de los conflictos africanos, ponerles fin y favorecer la reconstrucción de la paz. La política de la Unión tenía previsto priorizar las acciones ligadas a intereses de cada país miembro y arbitrar las medidas de política de desarrollo y de política exterior en el marco de estrategias particulares coherentes, sancionando en consecuencia a los Estados que violaran los principios democráticos y los Derechos Humanos. Pero estas nobles pretensiones apenas han podido concretarse. Las antiguas potencias coloniales como Francia o Reino Unido se han opuesto a una política consecuente en África. De este modo, Francia sigue sosteniendo al dictador de Togo Eyadema-, a pesar de que las elecciones presidenciales se hayan manipulado bajo la mirada de los observadores europeos. Francia apoya también implacablemente a Sassou Nguesso, cabeza del último golpe en el Congo-Brazzaville y condenado por la UE por atentado contra los Derechos Humanos y toma ilegal del poder. En 1995, tras el asesinato de Ken Saro-Wiwa, erudito y militante ecologista, fracasó un embargo propuesto sobre el petróleo por la UE contra Nigeria debido a la oposición de Francia, de Italia, del Reino Unido y de los Países Bajos (estos dos últimos sin duda en razón de su participación en el grupo Shell). Y la lista sigue y sigue.

Neocolonialismo en vez de cooperación

En calidad de socio de la Unión Africana y con ayuda de la política europea em materia de desarrollo, de política exterior y de seguridad, la UE podría ejercer una clara influencia sobre África y favorecer la paz y el desarrollo. Pero la política puntual al servicio de intereses de lobbies o Estados miembro boicotea los proyectos de la Unión. Las cuestiones africanas aterrizan más bien en manos de antiguas potencias coloniales con objetivos propios en perfecta armonía con su tradición colonialista, en vez de afanarse en el desarrollo y la democratización del continente.

Translated from Die fehlende Afrikapolitik der EU