Flemming Rose: “Me hubiese gustado asistir a una movilización unánime de los medios de comunicación”
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alberto de franciscoEl 22 de marzo, la justicia francesa deberá pronunciarse sobre el caso “Charlie Hebdo” y su publicación de las caricaturas de Mahoma.
Flemming Rose, periodista del Jyllands Posten, y uno de los responsables de la publicación de las caricaturas de Mahoma, se confiesa preocupado por las posibles repercusiones del fallo de la sentencia que pudieran afectar a la libertad de expresión. A sus cincuenta años, es el redactor jefe de la sección cultural del diario danés Jyllands Posten y fue él quien, en septiembre de 2005, propuso a un grupo de dibujantes un concurso para ilustrar un libro sobre el Islam. Se trataba de una serie de doce dibujos en clave humorística que representaba la figura del profeta Mahoma y que se publicó en aquel diario provocando las iras de la comunidad musulmana. Los dibujos fueron calificados de “ofensivos e injuriosos” y se llegó a afirmar que con ellos se equiparaba el Islam al terrorismo. En febrero del año siguiente, la crisis se agravó y se radicalizaron las posturas al retomarse la publicación de las viñetas por parte de otros diarios extranjeros que se cubrían las espaldas invocando el derecho a la libertad de expresión. Esta situación provocó situaciones de boicot, amenazas de muerte, manifestaciones y degradaciones de todo tipo por parte de la comunidad musulmana.
En una entrevista concedida a Newsweek, durante el mes de febrero de 2006, usted afirmó haber pretendido “poner a prueba la capacidad de autocensura de los artistas daneses respecto al tema del Islam”. ¿No fue sin embargo una forma de provocación encubierta?
En absoluto. Mis colegas y yo pretendimos iniciar un debate sobre la censura artística, subrayando el hecho de que algunos líderes religiosos fueran capaces de imponer sus reglas a toda una sociedad. Es cierto que no nos esperábamos tal reacción por parte del mundo musulmán. Bernard Liwis, uno de los más eminentes especialistas del Islam a nivel internacional, llegó a calificar esta crisis de las caricaturas como un caso sin precedentes en la Historia de las relaciones entre el mundo musulmán y el no musulmán. En general, y poco afectados por lo que ocurre fuera de su esfera, los musulmanes intentaron imponer por primera vez su doctrina a los no musulmanes.
Algunos periódicos, sobre todo en Noruega y en Francia, han retomado la publicación de las caricaturas controvertidas como una muestra de apoyo a la iniciativa original. ¿Podría hablarse en cierta medida de una especie de solidaridad periodística?
Me agradó comprobar que otras publicaciones hicieran un hueco entre sus páginas a las caricaturas. Creo que si el conjunto de la prensa europea se hubiera sumado a esa iniciativa, no habríamos asistido a esa llamarada de violencia y confrontación. Creo que, de alguna forma, estamos ante el surgimiento de una opinión pública común en toda Europa, máxime cuando ni tan siquiera hubo una concertación previa entre las diferentes redacciones que decidieron, de manera libre y espontánea, reproducir los dibujos. Esta conciencia colectiva es ante todo alentadora, y ello pese a que, vuelvo a repetirlo, me hubiese encantado asistir a una movilización mediática unánime.
¿Cree que existe una especie de dictadura de lo “políticamente correcto” en la mayoría de los principales medios de comunicación europeos?
No. En realidad, creo que la autocensura, ya se califique de línea editorial o como usted quiera llamarlo, es algo positivo. La diferencia estriba entre quien actúa con libertad y quien esté intimidado. El debate sobre las caricaturas hace referencia, en mi opinión, a la libertad de prensa y a la aptitud de una sociedad moderna y secularizada para aceptar que gente de una confesión diferente se integre en un ámbito determinado. En aquella situación, fueron muchos los que se limitaron a denunciar la actitud de un gran periódico por haber insultado a una minoría débil. Admito que es un punto de vista discutible, pero a partir del momento en que se empieza a hablar de cierres de periódicos, imposición de penas de prisión para los redactores-jefe de un determinado medio de comunicación por el hecho de haber reproducido en sus columnas los dibujos, o inclusos amenazas de muerte a periodistas, es imposible afirmar que esta crisis nada tiene que ver con la libertad de expresión.
¿Cuál es su opinión respecto a la actitud de las instituciones comunitarias en este asunto?
El Presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso fue muy claro al reafirmar la importancia de la libertad de expresión en Europa. Sin embargo, Javier Solana (Mister Pesc), mostró una actitud criticable, y en este sentido, en su visita a Oriente Medio, poco tiempo después del surgimiento de la crisis, se disculpó ante la comunidad musulmana, en nombre y representación de Europa. Ahora bien, ¿en virtud de qué mandato? No olvidemos que, por otro lado, Jacques Chirac, dos semanas después del surgimiento de la polémica, se hallaba en Arabia Saudí, ultimando una operación de venta de armas. Ello muestra que, o los políticos no pensaron mucho en las repercusiones de sus intervenciones, o bien estaban movidos por otros intereses inconfesables.
¿Cuál es su postura respecto al actual proceso judicial entre Charlie Hebdo y las principales organizaciones musulmanas francesas?
En Dinamarca siete asociaciones musulmanas también han intentado sin éxito perseguir al Jyllands Posten ante la jurisdicción nacional. En esa ocasión, los ataques iban dirigidos a mi redactor jefe y a mí mismo, pero no consiguieron nada y el caso fue archivado. Espero que ocurra lo mismo con Charlie Hebdo. Sería un escándalo para el país de Voltaire y de los filósofos del Siglo de las Luces que el proceso siguiese adelante y el diario fuese condenado. El fallo de esa sentencia podría acarrear graves consecuencias para la libertad de expresión en Europa.
Translated from Les caricatures de Mahomet, un an après