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Festival de cine de Donosti: un cine social jodido

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Cultura

La 55ª edición de la competición de la Concha de oro se decanta de nuevo por las temáticas sociales con películas procedentes de todo el mundo.

En la oferta de cine social que entre el 21 y el 29 de septiembre de 2007 presenta

hallamos películas que fallan al intentar comprender la compleja realidad en la que vivimos, pero algunas nos descubren cosas inesperadas. Hoy, dos de las propuestas que más lejos han llegado en sus intenciones.

Festival de Cine de San Sebastián

Pasan los días de festival y no vemos más que películas deprimentes. El mundo está jodido y es algo que ya estamos pagando los espectadores. De tanto protegernos ante las grandes catástrofes mundiales, ya casi las estamos dejando de lado. ¿Nos interesan? Supongo que sí. ¿Nos preocupan? También. Pero quizá sólo las conocemos de modo superficial. Además, los panfletos de Michael Moore no nos facilitará mucho las cosas. Por eso nos fascina una película como L’Avocat de la Terreur, del suizo Barbet Schroeder. Porque es compleja, porque es difícil, porque no da cosas por sentadas ni respuestas donde no las hay.

El defensor de los terroristas

Schroeder, que en su momento ya retrató al sanguinario dictador africano Idi Amin, parte ahora de la figura de Jacques Vergès, uno de los abogados más polémicos de la reciente historia francesa. Vergès, que interviene sin mostrar remordimientos durante todo el documental, es un controvertido personaje que empezó promoviendo la causa de Argelia y acabó defendiendo a un criminal de guerra nazi. Su compleja vida le sirve a Schroeder para hablar de todo lo que nos inquieta: desde el conflicto entre Israel y Palestina hasta el terrorismo islámico. Todo parece estar vinculado de alguna forma con este sonriente personaje. Un Vergès que, como muchos de los terroristas a los que ha apoyado, lleva una vida normal fuera de la cárcel.

Viendo el documental uno se pregunta quiénes son los verdaderos criminales y dónde empieza y acaba el terrorismo. Schroeder no nos adoctrina, no mete mano. Sólo se arriesga a dar voz a todos los implicados. Éste es su gran acierto dada la mucha carga ideológica del tema. Aunque al incluir tanta información y ser tan meticuloso acaba convirtiendo L’advocat de la Terreur en un documental denso.

Abortar nunca es fácil

Tampoco son fáciles las cosas en 4 luni, 3 saptamini si 2 zile (4 meses, 3 semanas y 2 días), ganadora de la Palma de oro en Cannes y del premio de la crítica internacional (FIPRESCI) al mejor filme de este año. El trabajo del rumano Cristian Mungiu quizás no llega tan lejos como el de Schroeder, pero partiendo de una pequeña historia -la traumática situación de una joven que se ve obligada a abortar en la clandestinidad- consigue retratar una época en la que las cosas no eran fáciles para casi nadie y en donde la libertad era privilegio de unos pocos.

El director narra una situación inspirada en la realidad y ubica su filme en la Rumania de los años ochenta, regida por el dictador despótico Nicolai Ceausescu. Por fortuna, no se dedica a hacer propaganda contra el régimen. Mungiu sabe que la crítica frontal evita la reflexión. Como Schroeder, prefiere no dar lecciones morales a un espectador que considera inteligente de partida. Bajo un ritmo angustioso, con unas interpretaciones realistas y una puesta en escena contenida, 4 luni, 3 saptamini si 2 zile acaba atrapándonos. Quizás lo que vemos se asemeja demasiado a lo que ya aparecía en las obras de los hermanos belgas Dardenne (Rosetta, L’enfant), pero nunca está de más una historia bien explicada, más aún cuando Mungiu tampoco cae en la defensa irracional del aborto. Un tema que suele tratarse en el cine con demasiada frivolidad y que el director muestra en toda su crudeza para recordarnos, según sus propias palabras, que “es un asunto duro”. Y es que por mucho que ahora sea legal en Rumania “no se puede abusar de esta libertad” como parece que están haciendo muchas mujeres allá al usarlo como método anticonceptivo.

Más simplismo de la cuenta

En definitiva, L’Avocat de la Terreur y 4 luni, 3 saptamini si 2 zile son dos buenos ejemplos de cine social hecho con rigor. Sin tópicos molestos ni mensajes pretenciosos. Dos propuestas mucho más creíbles que la mayoría de las que se están proyectando en San Sebastián. Y es que otras obras vistas como Battle for Haditha, del inglés Nick Broomfield, o Buda as sharm foru rikht (Buda explotó de vergüenza), de la iraní Hanna Makhmalbaf, acaban resultando demasiado evidentes, demasiado simplistas al tratar así temas complejos para resultar interesantes. Por mucho que estén bien realizadas e incluso puedan emocionarnos.

Foto Schröder (Oneeras/Flickr); foto 4 meses, 3 semanas y 2 días (idealterna/flickr); foto Mungiu (irotzabal/Flickr)