Feminismo: la mamma morta
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Edda Billi, una toscana que lleva en Roma más de 40 años luchando a capa y espada por la igualdad de género, recorre con nosotros la Historia del feminismo en Roma.
Una reciente decisión del Tribunal de Casación italiano ha considerado como delito obligar a una mujer a arrodillarse para fregar. Decisión que podría simbolizar esa nueva dirección que toma la sociedad para defender los derechos de las mujeres. Sin embargo, dicho tribunal ha sido tachado por los movimientos feministas de machista y conservador. No hace mucho, sus jueces dictaminaron que “en el trabajo, una aislada e impulsiva palmada en el trasero no constituye acoso sexual”, sentencia que acaba de corregir el propio tribunal. En otra ocasión, sentenció que una mujer no podría haber sido violada, pues “vestía unos vaqueros apretados”.
“El asesino tiene las llaves de mi casa”
El movimiento feminista romano nació en los años sesenta y setenta cuando en la Via Pompeo Magno. Situada entre el Vaticano y la Plaza de la Libertad las romanas se organizaban en ella para reivindicar más igualdad. En 1983, nacía el Centro Femminista Separatista, convertido hoy en la Casa Internazionale delle Donne, una organización sin ánimo de lucro que agrupa a más de 40 asociaciones feministas. “Cuando el movimiento empezó a funcionar, mandaban a hombres periodistas, pero nosotras lo que pedíamos era que mandaran a mujeres”, recuerda Edda Billi, una de sus fundadoras.
La principal lucha feminista se dirige a combatir la violencia contra las mujeres. “Yo prefiero llamarla violencia sexista, y no sexual. La palabra sexual es demasiado bella como para asociarla con la violencia”, subraya Edda Billy, esbozando una sonrisa fugaz. Es 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia Sexista, y las romanas que se concentran en la romana Piazza di Largo Argentina para reclamar, gritando, el cese de la violencia, no están para bromas. Durante la manifestación se entonan proclamas feministas, se leen discursos y se agitan pancartas donde pueden leerse consignas estremecedoras como “home, blody home” (“Hogar, sangriento hogar”) o “el asesino tiene las llaves de mi casa”. Sin embargo, a la 13.00h, momento álgido de la manifestación, apenas hay 200 mujeres... y casi ningún hombre. Tampoco se ven mujeres jóvenes ni en la manifestación ni en la asamblea que tiene lugar por la tarde.
Nuevas leyes hechas por hombres
En Roma, la participación femenina a nivel político es vergonzosa. De los 17 miembros del gobierno local sólo 5 son mujeres y en el consejo municipal, partidos como Alleanza Nazionale o Forza Italia (la segunda y tercera fuerza política de la ciudad) no cuentan con ninguna mujer entre sus representantes.
A nivel nacional, en el gobierno Prodi sólo 2 de los 18 ministerios con cartera están dirigidos por mujeres. El reciente anuncio por parte de la ministra para la igualdad Barbara Pollastrini, de una nueva ley para la protección de las mujeres sabe a poco. En comparación con el resto de democracias europeas, las italianas cada vez están más “aisladas” en Europa. Países como Alemania, Letonia o Finlandia, dirigidos por mujeres carismáticas como Angela Merkel, Tarja HalonenVaira Vike-Freiberga, se muestran mucho más igualitarios en esos campos. En Francia, la candidata a las próximas elecciones presidenciales, Segolène Royal, ya ha anunciado que la primera ley que aprobará irá destinada a luchar contra la violencia sexista.
Por último, muchas romanas ven en España el mejor ejemplo. Irene Giacobbe, de la asociación Power Gender, bromea diciendo: “¿Nos prestáis a Zapatero por unos meses?”. La política igualitaria del socialista español es bien acogida entre las feministas romanas, que alaban su política de paridad estableciendo el mismo número de ministras y ministros, la nueva ley española contra la violencia sexista o su propuesta de ley de igualdad efectiva entre hombres y mujeres.
El mito de la “mamma”
Hay división de opiniones en la sociedad romana y entre los que habitan en ella. Alice, profesora de inglés australiana afincada en Roma desde hace año y medio asegura que “la sociedad australiana es mucho más machista que la romana, debido a que las escuelas allá son sólo para niñas o para niños”. Sin embargo, Edda Billi opina lo contrario, y desmiente el mito que otorga a la “mamma” todo el poder dentro de la casa. “Quien tiene el control dentro de casa es la televisión, juez todopoderoso de la sociedad contemporánea”, explica. El programa “La Pupa e il Secchione” (La tía buena y el empollón) es un claro ejemplo. El argumento del programa es el siguiente: un chico muy inteligente intenta transmitir sus conocimientos a la guapa de turno al tiempo que intenta acostarse con ella. “Uomini e Donne” es otro ejemplo del machismo en la televisión italiana en el que algunos chicos y muchas chicas (cada cual más ligera de ropa) simulan querer ligar los unos con los otros.
Además, el machismo que ejerce la televisión se ve multiplicado en Roma por la presencia del Vaticano y su visión machista de la familia. La Casa Internazionale delle Donne se sitúa en el barrio de Trastevere, “lo más cerca del Vaticano que hemos podido, para molestar”, bromea otra activista que no quiere identificarse. La denuncia de las feministas resume la situación que vive la mujer romana: “la estrategia vaticana deja a las mujeres en casa y refuerza la estrategia del papel tradicional de la mujer como subalterna, con un silencio espeso, cómplice, de nuestra sociedad”.