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Federalismo para la democratización de Europa

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Nunca hasta ahora la UE había corrido el riesgo de perder la ambición de integración política.

A unas semanas de las elecciones hay que tranquilizar a los funcionarios del Parlamento Europeo: en Europa las Instituciones Internacionales no mueren nunca, sobreviven reciclando sus burocracias alejadas de los acontecimientos y de la historia. Este ha sido el caso de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), nacida durante la Guerra Fría, especializada en la observación electoral. Y el del Consejo de Europa, que convirtió sus propias ambiciones post-bélicas de unión política más estrecha entre los Estados Europeos, en una promoción genérica de los Derechos Humanos en todas las salsas, desde la más ácida del Cáucaso a la más picante del Mediterráneo.

Las herramientas de Monnet están oxidadas

En cuanto a la UE, la Comunidad Europea (primero) y la Unión Europea (más tarde), sentaron las bases para la tregua más larga de la historia de la guerra entre potencias europeas. Permitieron un crecimiento económico constante y equilibrado dentro del continente. Han permitido a las regiones más pobres desarrollarse e incluso a veces superar a las más ricas. Han desnudado al Estado-Nación del arma de la xenofobia que convertía a los otros europeos en extraños más que en extranjeros.

Hoy, sin embargo, las herramientas de Jean Monnet, tan eficaces en la integración del carbón y del acero, no están oxidadas por los decenios, son simplemente inadecuadas para los nuevos retos y oportunidades de la integración europea. Un sistema sustancialmente consensual, con un parlamento relegado a posición de subalterno, condenado a trabajar entre Bruselas y Estrasburgo sin verdaderos partidos políticos. Un sistema privado de un verdadero centro de toma de decisiones ejecutivas, alérgico a la transparencia, que puede impedir una nueva guerra del Rin, puede sustituir perfectamente una línea Maginot, incluso puede servir para encontrar dinero para subvencionar a algún latifundista amigo, pero no podrá resolver los problemas de nuestro tiempo.

Estado-Nación fuera del tiempo

Sobre la próxima guerra, sobre el próximo referéndum en Chipre, sobre el próximo ataque terrorista, sobre la última tasa e incluso sobre la próxima devaluación del Euro, la Europa de la Convención no tendrá ninguna posibilidad de tomar decisiones equivocadas. Porque no conseguirá adoptar ninguna decisión, prisionera de su propio sistema. Un sistema que arriesga a truncar cualquier avance federal de la Unión. Nunca antes había corrido la UE un peligro tan grande de acabar como muchas iniciativas institucionales que pueblan y repueblan algunas de las ciudades más bellas de la Europa continental. El tratado Constitucional firmado por Valéry Giscard d’Estaing retrata a una Europa que se sobrevive a sí misma y a la tradición constitucional, pero ahora fuera de la Historia.

No nos escandalicemos porque en este contexto haya empezado el "sálvese quien pueda". Antes del fin de su mandato, Michael Barnier vuelve a París, Ana Diamantopoulou a Atenas, Pedro Solbes a Madrid, Erkki Liikanen a Helsinki, Philippe Busquin a la capital belga, Margot Wallström a Estocolmo y el presidente Prodi, aún sin desmentir, se ha metido de cabeza a conseguir el "trono" Romano. Es la Epifanía de la decadencia de Europa que pone a los mejores entre sus mujeres y hombres en condición de elegir qué cáscara es la del Estado-Nación, hoy más que nunca, fuera del tiempo y de la Historia.

El profesor Marco Arnone demuestra claramente que un mundo en el que las relaciones de Europa con los Grandes del planeta (China, India, Japón y EEUU, naturalmente) serán siempre más decisivas, la Unión no podrá someterse más a los intereses de ésta o aquélla pequeña potencia nacional respecto a los subsidios agrarios o al levantamiento del embargo a la venta de armas a la China comunista. Las Herramientas de Jean Monnet no sirven hoy para nada. Por lo demás, los nuevos Estados Miembros de Europa oriental y meridional no aceptarán nunca una Unión constreñida por las regurgitaciones nacionalistas de la "Vieja Europa" y de sus intereses cruzados e incrustados; no se estancarán en su desarrollo social y económico sólo para cantar el Himno de la Alegría, como dice en este dossier Piotr Maciej Kaczynski.

Democracia + Federalismo = Estados Unidos de Europa

Para responder a este gran reto, que pertenece el presente y al futuro, los europeos no necesitan esta Convención y mucho menos estos dirigentes "irresponsables", en su sentido más literal. Los europeos, no sólo Europa, necesitan un parlamento electo por todos sus ciudadanos, con poder de decisión sustancial, que sea un contrapeso a un Consejo que representa los intereses de los Estados. Necesitan un gobierno con instrumentos reales de dirección política, cuyo presidente sea responsable ante los ciudadanos. Necesitan partidos transnacionales que se enfrenten lealmente para formar mayorías estables para tomar decisiones en cualesquiera sean las condiciones, aunque luego la tenga que refrendar el ministro de turno de cualquier país europeo. Los europeos no ven el momento de reírse de sus gobernantes, de escandalizarse de las investigaciones periodísticas, conducto de los medios europeos independientes del poder político. Europa necesita la democracia que se ha autopredicado durante los últimos años de Convención y que continúa predicando, cada vez menos escuchada en el mundo. Esta democracia europea, antes de que Monnet pensara en el carbón y el acero, Altiero Spinelli, Ernesto Rossi y Eugenio Colorni la llamaron Estados Unidos de Europa.

Dejemos el Consejo de Europa en Estrasburgo y en los Derechos Humanos. Dejemos el cielo gris de Bruselas a quienes quieren esa Europa imposible. Dejemos la decadente Bizancio a quien, como Valéry Giscard d’Estaing, no ame a Turquía. Demos una oportunidad a la democracia y a la federación europea. Dejemos morir, o vivir, a esta Unión Europea.

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El 10 de Noviembre en Bruselas café babel, espacio de debate abierto e imparcial, organiza; "Federalismo: la última oportunidad de la Europa ampliada?", una conferencia que reunirá autores del mundo político, intelectual y financiero. Para más información contactar con Alexandre Heully escribiendo a [email protected]

Translated from Per democratizzare l’UE ci vuole il federalismo