Fara'a: 100 años de ocupación - Franck Saurel (ùmido)
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Fara'a y el campo de refugiados de Fara'a cuentan con 7000 almas. Fara'a era originariamente un pueblo, situado entre Jenín y Nablus (al norte de Cisjordania). El campo de refugiados se creó en el año 1948. La mayor parte desplazados de Jaffa, pero también de Haifa y de Led, tuvieron que venir a plantar sus tiendas y desde entonces esperan el retorno a su pueblo originario.
La historia se repite entre los refugiados de aquí y los de allá. Los abuelos y los padres partieron al exilio, sus hijos siguen soñando con este retorno a una tierra que fue suya. Este sueño se transmite desde hace 3 generaciones, 1948-2007, pronto hará 60 años desde su exilio, y casi 100 años desde el inicio de la ocupación. Ya que antes de la llegada de los sionistas y de la creación de Israel, era el Imperio Británico quién ocupaba el territorio...
El paisaje del campo permite leer todo un modo de vida que le es pripio. Incluso en mis talleres los niños se agrupan. No ocupan el espacio, sino que se aprietan los unos contra los otros, aunque esto tenga que molestarles para moverse, el primer reflejo es el agrupamiento, “avancemos juntos”. Lo observé en Jenín y ahora vuelvo a verlo en Fara’a.
El campo está formado por casas pequeñas, todas en obras, construidas unas al lado de las otras, no hay ningún espacio entre las casas del campo, las calles no se restauran. Sí, los refugiados del campo de Fara’a son pobres... pero hay una idea que aparece detrás del muro de la primera impresión, y es que se trata de un espacio efímero, provisional. A la espera de volver a su casa, construyen sus vidas pero no terminan nada. Estas casas son provisionales, las calles, las tiendas, los coches, toda esta vida es provisional. Se trata de una verdadera elección, una voluntad de vivir en este espacio y de esta forma. Todo es una llamada al retorno, aquí no se encuentran en casa y todo se pone en práctica para que no sientan que están en casa.
El paisaje... contemplar y escuchar las historias que me cuenta. Fara’a está situada en un valle, rodeada de colinas. Están rodeadas de piedras y de yerba dorada y de cultivos de legumbre. Verde, oro, blanco. El sol se levanta y su luz ilumina este rincón del mundo. Las mañánas son deliciosamente suaves, el viento es fresco y escribo sobre el tejado abierto al cielo, soy testigo del tránsito de la noche al día, las estrellas se encuentran con el rosa y el azul y la nueva luz dibuja los contornos del paisaje. El pueblo todavía duerme, alzo los ojos y reconozco puntos de luz sobre las colinas. Todo el pueblo durmiente está rodeado de estas lucecitas. Son las colonias que también se despiertan, se encuentran en las cimas, dominan y rodean el pueblo y el campo. Mi mirada choca con esta presencia cada vez que intenta huir, no hay escapatoria posible. Si quiero perderme en el horizonte, tener un momento para mí, de libertad, de pensamiento y de sueño, allá están, desafiando a mi mirada y dominando la lejanía... Ayer Ahmad me confió un dicho de aquí con una sonrisa cargada de ironía: “Ayer es mejor que hoy”. Mañana, el futuro, la lejanía, el horizonte, tantos conceptos que alimentan mis esperanzas y que me hacen avanzar paso a paso en la vida... aquí el mañana está lejos.
Franck Saurel (ùmido) Traducción del francés: Núria Serra