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Eurovisión 2009: los gallos de la discopolítica

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Default profile picture Lorena Sanz

Cultura

¿Dónde están las fronteras de la Unión? Este debate que enfrenta desde hace tiempo a los partidarios de la Europa cultural y a los de la Europa comercial parece no tener límite… Y Eurovisión lo que hace es aumentar las tensiones: ¿un festival de notas en falso?

Si en una armonía sin notas en falso se admite de forma unánime que la música no conoce fronteras, los rigores de la política dejan oír a menudo otra cantinela mucho más discordante. Para el 54º Festival de la Canción, más conocido como Eurovisión, que tendrá lugar el próximo 16 de mayo en Moscú, no hay escapatoria posible. En el muy controvertido caso de Turquía, los argumentos de los que se oponen a su entrada en el Concierto de las Naciones son que la Unión Europea es, por encima de todo, un proyecto cultural. Por tanto es necesario que sus futuros miembros reconozcan todos sus valores.

“Personas que no tenían nada en común han terminado por formar una verdadera orquesta por la música…”

Sin embargo, en el campo contrario, donde prevalece un acercamiento más pragmático, solo se si se respetan las condiciones formales, no hay ninguna objeción a que las puertas de la Unión sigan abiertas… ¡y la Comisión Europea parece ser de la misma opinión! Así, cuando Romano Prodi recibió a los participantes, lejos de rechazar la candidatura de Turquía, evocó la posibilidad de una hipotética entrada del Estado de Israel al seno de la Unión. Con esta perspectiva ¿cómo reprocharle a un festival que se proclama europeo que se salga un poco de sus tan estrictas 'fronteras'?

Neutralidad, ¿de verdad?

Hoy en día, la UER (Unión Europea de Radiodifusión) agrupa a más de 50 países. Con el paso del tiempo, siguiendo a los países de la Comunidad Europea propiamente dicha, estados como Marruecos, Túnez, Egipto o Israel, situados geográficamente hablando en Oriente Medio y en la parte septentrional de África, entraron también en liza. Conscientes de que cuentan con una compañía tan exótica, les será difícil después a países como Rusia, Turquía o Israel, que ya participan desde hace varios años, no considerarse un poco europeos de hecho.

Unión comercial, como lo definen sus creadores, no debe por ello conocer límite alguno, según ellos. Al menos los límites no han de ser más geográficos que políticos… Sin embargo, si entre los elegidos de la UER encontramos por ejemplo a Siria o a Palestina, hay que reconocer que la palabra 'Euro' en el nombre del festival es cuanto menos engañosa. Pero, en el registro del lenguaje estereotipado, es todavía mejor. Cae por su propio peso que cualquier movimiento trae consigo por parte de los participantes el respeto de la neutralidad política total que reivindican alto y claro los organizadores del concurso.

Los participantes turcosSin embargo, la realidad desmentirá a menudo esta sana evidencia. Para hacer memoria, citemos un ejemplo elocuente: en 1978, cuando Tsahal, el ejército de defensa de Israel pasó al ataque invadiendo el sur del Líbano y Jordania, tomó represalias y boicoteó el festival en el que participaba el Estado hebreo reemplazando la retransmisión prevista del concurso por un interludio floral como si fuera un fondo de pantalla. Cuando ya fue evidente que Israel había conseguido la victoria (¡de Eurovisión!) los medios jordanos no quisieron reconocer el hecho y prefirieron falsificar la información anunciando que el primer puesto era para Bélgica, que en realidad fue segunda.

¡Los amigos primero!

¿Para quién son los votos? Esta es otra cuestión que tampoco calmará los ánimos. Algunos detractores del concurso se burlan insinuando que la elección de los participantes se guía a menudo por consideraciones de naturaleza geopolítica, por no decir por puro 'amiguismo' más que por simples criterios estéticos. En 2006, Suecia premió a sus vecinos, Dinamarca y Noruega con 12 y 10 puntos. ¡Por Odin y por Thor, entre Vikingos nos entendemos! Finlandia, como obliga el ser escandinava, recibió 8.

Al margen de estos brotes de patriotismo local, descubrimos a veces otras desviaciones. En 2003, Gran Bretaña no recibió ningún punto por su muy criticada intervención militar en Irak. Por supuesto, frente a tales acusaciones, los defensores del festival sacan las uñas. Según ellos, la motivación de los países próximos por ayudar a sus vecinos se explica por la proximidad cultural y por una sensibilidad musical común. Como en los Balcanes, donde las fuentes de inspiración multiétnica compartidas por todos los vecinos siguen vivas pese a los conflictos que asolan los pueblos de la región. En los años 80, el bosnio Bregovic, aún a la cabeza del grupo de rock Bijelo Dugme (Botón Blanco), ¿no consiguió reunir, a toda máquina y bajo el mismo estandarte, a todos los países de la antigua Yugoslavia?

¿La música amansa a las fieras?

De acuerdo con su eslogan, el objetivo de Eurovisión es unir a los pueblos cambiando las costumbres con la música. Este lema, hay que reconocerlo, a veces ha sido acertada. En los años 60, por ejemplo, invitaron a una España aún franquista, aunque las naciones más democráticas la marginaban en la escena. Ese fue también el caso de Yugoslavia, entonces bajo el yugo de Tito. O en el año 2000, cuando el israelí Ping-Pong, después de haber interpretado Be Happy, desplegó la bandera siria invitando a los pueblos a vivir en paz.

La manifestación ofrece por ello a veces una tribuna para los defensores de una causa, sea pacifista o libertaria y es una tradición que parece haberse instalado. Este año, a Israel lo representa la cantante Noa, conocida también por su acción militante a favor de la paz. Participará en el concurso junto a Mire Awad, una estrella de origen árabe. En la historia de Eurovisión, este tipo de dueto es ciertamente una novedad.

De todos modos, en las filas de los partidos en tela de juicio todo son alabanzas. Viendo lo que se está tramando en Gaza, no se duda en el consenso. ¡Un grupo de artistas israelíes, árabes y palestinos le escribió a Awad una letra abierta invitándole a cerrarla! Dicho de forma menos brutal, los redactores suplican a la cantante que renuncie a este proyecto que consideran “una maquinación de propaganda que pretende dar la impresión de que existe una coexistencia entre árabes y judíos real, dejando de lado la masacre de civiles palestinos”. Awad les ha contestado que su gesto intentaba demostrar que “los dos pueblos no tienen alternativa y deben buscar un medio para vivir juntos”. Noa, para quien el Concurso de Eurovisión es la ocasión de transmitir su mensaje de paz es de la misma opinión: “Mucha gente verá a una joven árabe que se parece a una judía y a una joven israelí que podría ser de origen árabe, que es lo que somos en realidad. Entonces, puede que cambie la percepción de las cosas por parte de algunas personas".

“Entonces, puede que cambie la percepción de las cosas por parte de algunas personas”

Esto nos recuerda a otro espectáculo organizado en su época por Edward Said, periodista de origen palestino hoy ya desaparecido, y por el compositor y director de orquesta de nacionalidad israelí y argentina, Daniel Barenboim. En 1999 crearon un taller musical en Weimar (Alemania) juntando a jóvenes músicos originarios de Israel y de diferentes países del mundo árabe para interpretar conjuntamente sonatas de Ludwig Van Beethoven. ¡Al principio era un estrés! Pero después de dos semanas, el ambiente se hizo mucho más distendido y, como dijo entonces Edward Said: “personas que no tenían nada en común acabaron por formar una verdadera orquesta porque solo se concentraban en un objetivo: la música". Por consecuente, ¡nada es imposible para un corazón valiente! Parece que al final la música no conoce fronteras, después de todo. Pero si en Turingia, quien llevaba la voz cantante era Beethoven, en la ribera del Moscova, entonaremos otro tipo de serenatas completamente distinto…

Translated from Eurowizja: muzyka bez granic?