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Europa y Rusia, aliados contra Washington

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La Unión Europea y Rusia calientan motores para consolidar una sociedad que podría reactivar su presencia en el espacio. La única posibilidad frente a la hegemonía de la NASA

El aporte financiero de la UE y el tesoro tecnológico ruso apuntan a ser los elementos fundamentales de una receta exitosa para instalar una nueva potencia en la exploración extraterrestre. En efecto, Rusia ya ha sido una pieza clave para la UE en la continuidad de la Estación Espacial Internacional (ISS, sus siglas en inglés) después de la desintegración de la nave norteamericana Columbia en febrero del 2003. Desde entonces, este país asumió el reabastecimiento y el relevo de la tripulación de la ISS, un proyecto en el que están asociados Europa, Estados Unidos, Rusia, Japón y Canadá.

Este acercamiento de posiciones entre Rusia y la UE también se entiende como una llave estratégica ante el temor de que la nueva agenda espacial de EEUU perjudique los proyectos sostenidos por la comunidad internacional y, sobre todo, de la ISS –muestra primordial de la carrera espacial de los países miembros de la ESA-, de la que Washington es socio fundamental.

¿Una sociedad posible?

Las diferencias económicas, institucionales y políticas entre Rusia y la UE han hecho tambalear más de una vez esta teoría. Sin embargo, resultan ser socios naturales en virtud de sus culturas comunes, historia y posición geográfica. De aquí que la alianza entre estas potencias no sea nueva. Se remota a los tiempos soviéticos, aunque se fortaleció cuando Rusia pasó a ser un estado soberano.

Actualmente, no sólo comparten el objetivo de llegar a Marte, sino que también hay otros proyectos en carpeta. Para el 2005, se prevé que el trasbordador ruso Soyuz orbite la estación europea interplanetaria Venera-Express, con un equipo de científicos europeos y rusos. Otra iniciativa conjunta que promete es la expedición de Bepi Colombo a Mercurio, en la que Rusia jugará un rol preponderante.

El poder técnico de Rusia

Aunque Rusia actualmente es la sombra de lo que fue, sigue teniendo como capital envidiable la pericia técnica y la formación de científicos e investigadores que, aún a pesar de la escasez presupuestaria, siguen destacando en la comunidad espacial internacional. Por este motivo es que ya ha concertado acuerdos con la UE en el ámbito de exploración del universo.

Es cierto que hoy por hoy no puede hacer frente en forma autónoma a ninguna otra potencia. Pese a que ha sido el primer país en enviar un hombre al espacio –Youri Gargarine, en 1961-, y que ha montado una estación de modo permanente en el espacio –la malograda MIR-, ahora carece de sostén financiero para protagonizar un logro de este nivel.

En efecto, su actividad en el ámbito de los satélites es ahora casi nula y las actividades espaciales que sobreviven están financiadas casi totalmente por la venta de su capital técnico. Con este único poderío, Rusia ha sabido hacerse indispensable para la explotación de la ISS y se ha convertido en un socio clave de la UE de cara a la conquista del espacio y, específicamente, a la conquista el planeta rojo.

El blanco “rojo”

Con la misión Mars Express, Europa ha puesto, figuradamente, los pies en Marte pese a que falta aún mucho tiempo para que una nave tripulada descienda en el planeta rojo. Este logro ha sido consecuencia del proyecto arropado por la ESA que durará dos años y costará 300 millones de euros.

Y es que el planeta rojo se ha convertido últimamente en el objetivo primordial de las potencias espaciales. Rusia, en este contexto, no ha querido quedarse atrás. Pese a que abandonó su programa lunar a fines de 1970, ha vuelto al ruedo en la carrera espacial con el anuncio por parte de la Agencia Espacial Rusa (Rossaviakosmos) de que continuará con la exploración de la Luna y Marte, y hasta se animó a aseverar que incluso podría enviar misiones tripuladas en un futuro no muy lejano.

En la misma sintonía, la Agencia Espacia Europea (ESA) también aseguró que podrá enviar astronautas europeos a Marte en el año 2030 en el marco del programa europeo “Aurora” que cuenta con un presupuesto nada desdeñable de mil 145 millones de dólares para los próximos 5 años. Y todo parece indicar que podrían ser misiones organizadas conjuntamente con el gigante del Este. En principio, la ESA pretende probar en 2007 un transbordador a la Luna para luego poder enviar a Marte otro robot -el “ExoMars”-, cuyo objetivo será la búsqueda de vida pasada o presente en este planeta. Por otra parte, la ESA desea poner en marcha en el 2014 un nuevo proyecto para trasladar material marciano a la tierra, antes de enviar una misión tripulada, que podría encarar asociada a Rusia.

Si Europa y Rusia aúnan sus fuerzas también en la conquista del planeta rojo, la historia podría dar un vuelco fundamental y, a diferencia de la Luna, quizás ondeen más de una bandera en la superficie marciana cuando el hombre pueda poner allí el pie.

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