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¿Europa? Un matrimonio de conveniencia

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No quepa duda, los checos y los eslovacos van a decir "sí" a la entrada en la Unión Europea. Sin entusiasmo desmedido, sino más bien para dejar definitivamente a sus espaldas al sistema anterior.

Marek, Irena y sus amigos de la facultad tenían 20 años en 1989. Para ellos, el Oeste era un sueño inaccesible. O sino, había que pagar un precio muy alto. El de la inmigración ilegal, con el riesgo de no volver a su país y no ver a su familia durante años. Jarka dio el paso aquel año, justo antes de la Revolución de Terciopelo. Dirección Chicago. Como la mayoría de los de su generación, esta adolescente tenía los ojos puestos en los Estados Unidos. ¿Europa? Para nada. ¿Por culpa de quien? Era difícil para los abuelos de Marek, Irena y Jarka sentirse atraidos por Europa occidental: la traición de Munich en 1938 (1), había acabado con sus ilusiones. Sin duda, transmitieron su escepticismo a sus hijos y a sus nietos. A este hecho histórico, se agregó otra realidad sobre el terreno: la abandono por parte de los países del Oeste de Europa de su apoyo a la oposición al régimen comunista.

Pequeñas flores

Una ausencia que se hizo todavía más dolorosa durante la "normalización" en Checoslovaquia, después de la devastadora Primavera de Praga en 1968 (2). Los anglosajones, sin embargo, estuvieron presentes. Fuertes relaciones se tejieron entre la oposición del Este y los actores de la "contra cultura" estadounidense. Agregando a todo ello la falta de información sobre la vida en Occidente, en un país "cerrado con llave", se obtiene, en 1989, una juventud para la que Estados Unidos es ante todo un país pacifista, defensoor de la libertad y próspero, en el que Bob Dylan toca la guitarra rodeado de hipies eufóricos, en campos rebosantes de pequeñas flores.

El ex presidente Vaclav Havel también comparte este entusiasmo: los grupos de rock underground del otro lado del Atlántico han jugado un papel importante en la disidencia checa. Los músicos checos del "Plastic people of the universe" se inspiran directamente de los Velvet Underground.

"Vieja Europa"

Su juicio por disidencia fue uno de los desencadenantes del movimiento de la oposición de la Carta 77, conducida por Havel. El rock de América del Norte simboliza la libertad para los checos y los eslovacos: Vaclav Havel ha recibido personalmente a los Rolling Stones cuando tocaron por primera vez en Praga después del año 1989 y el presidente pasea por las ciudades de la capital con gafas de sol y una sudadera de los Velvet Underground. Esa América es quien fascina. No Europa, que en comparación, parece viejita, conservadora y desgastada.

De esta América mítica, los checos y los eslovacos empiezan a regresar: la realidad superó rápidamente la ficción. La transición del comunismo al capitalismo no se hizo sin dolor ni angustia. El paro golpeó duramente varias zonas de los dos países, sobre todo la Bohemia del Norte. La juventud de Praga tiene más oportunidades. Otros elementos les pesan: los McDonalds y otros restaurantes de comida rápida que florecen en todos lados, el cine dominado por las películas comerciales estadounidenses, la angustia del paro. Pero cuando uno toca este tema, la reacción es fatalista: "es el precio que hay que pagar por la libertad", dicen. Un precio a veces muy alto: estas últimas semanas, numerosos checos se suicidaron inmolándose por fuego, a menudo en plena calle. Dos de ellos dejaron un mensaje diciendo que era "una protesta" en contra de la evolución de su sociedad, en la que "el ser humano no controla nada" y donde "sólo el poder y el dinero deciden". En la República Checa, según Radio Praga, los suicidios de adultos representan 6 casos sobre 100 000 habitantes, lo que queda dentro de la media europea. Si embargo, el suicido de los adolescentes hasta los 18 años evolucionó de manera inquietante: pasó en 10 años de 3 a casi 10 de cada 100 000 habitantes.

El miedo al gran vecino del Este

Este paso brutal y rápido a otro sistema, además de la avalancha de cultura estadounidense, sin transición, desilusiona una vez pasado el entusiasmo del comienzo. Para algunos, estos eventos les hicieron tomar consciencia, por reacción, de las raíces culturales europeas comunes con sus vecinos.

Pero esta evolución es frágil y el miedo al gran vecino del Este, la ex URSS, todavía muy fuerte, es lo que puede explicar, en parte, su prisa por formar parte de la OTAN y la reciente toma de posición de Vaclav Havel a favor de los Estados Unidos en el conflicto iraquí. Claramente, quieren estrar de ese lado. Parece que Europa no les aporta una garantía creíble. Entrar en la Unión Europea, es primero esperar alcanzar un nivel de vida decente, con una economía regulada cuando la situación en República Checa es hoy todavía bastante caótica. Los alquileres representan a menudo el equivalente de un sueldo. Las diferencias de salarios entre los trabajadores del sector público y los trabajadores de las empresas extranjeras privadas son tremendas. La llegada de firmas del Oeste y la explosión del turismo hicieron que suban mucho los precios. Algunos lo aprovecharon, pero la mayoría de los habitantes de Praga tuvieron que realojarse en las afueras de la capital o volver a vivir con sus padres, con más de 30 años.

Hoy, aunque existan todas estas dificultades cotidianas, Marek sigue viviendo en Praga: la Revolución de Terciopelo le ha evitado un exilio doloroso y pudo realizar su sueño: ser fotógrafo y realizador. Hoy en día, hace películas con toda libertad. Gana poco dinero, pero está feliz: este Occidente con el que soñaba vino hacia él, sin que tuviera que moverse. Irena vive todavía en Nueva York. Al principio, estaba muy sorprendida por la importancia que le daban allí al dinero y es muy critica con varias cosas. Reconoce los puntos positivos, desde una perspectiva social, del régimen pasado. Pero no se arrepiente de nada: "este sentimiento, al Oeste, de tener la posibilidad de hacer lo que te da la gana, es algo que tiene un gran valor", insiste. Jarka volvió durante unos meses a Praga. Se sentía desubicada. "Ahora mi patria es Chicago; –dice- hay allá una energía que me lleva. En Europa, Praga o París, son ciudades del pasado".

Entrar en la Unión Europea, para los jóvenes Checos, es en primer lugar una elección de carácter económico y eligen vivir en otra sociedad porque no les queda otra solución: es la seguridad de dar la espalda al comunismo. Ahora es una decisión desapasionada, lejos de las ilusiones de antes de 1989. Pero esta orientación quizás se convierta algún día, con el establecimiento de relaciones cada vez más estrechas con otros países del mismo continente, en una elección del corazón.

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(1) Hitler, Chamberlain, Daladier y Mussolini se reunieron, los 29 - 30 de septiembre de 1938, en Munich. Los acuerdos que resultaron de esta conferencia, impusieron a Checoslovaquia ceder a Hitler un tercio del territorio habitado por 3 millones y medio de habitantes, cuya mitad eran alemanes. (…)

La anexión de las regiones empezo el 1 de octubre, a las 6 de la madrugada. Las tropas de la Wehrmacht ocuparon progresivamente las regiones del Norte-Oeste de la Bohemia y del norte de la Moravia. El mismo dia, el presidente checo, Edvard Benes, dimitio. El 22 de octubre, se exilio a Londres. La tragedia continuó. Una sesion de los ministros de Alemaña e Italia, en Viena, impuso la cesión el sur de Eslovaquia a la Rusia subcarpática. Checoslovaquia perdio mas de un tercio de su territorio, habitado por 4.800.000 mil habitantes (fuente: radio Praga, http://www.radio.cz)

(2) Pavel Tigrid, « La Primavera de Praga », edición le Seuil, 1969

Translated from L’Europe ? Un mariage de raison