Europa social: de la defensa al ataque
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Desde la semana pasada, el Parlamento europeo y el Consejo europeo tienen 80 días para llegar a un compromiso entre sus diferentes posturas. Pero las posibilidades son escasas.
“Como el parlamento no apruebe la directiva de trabajo en diciembre, dudo que haya un acuerdo con el Consejo”, declaraba a este medio la eurodiputada liberal Liz Lynne, “de modo que todo volverá a la casilla de partida”, remataba esta británica.
A una semana de que el parlamento europeo –liderado por Alejandro Cercas- haya rechazado la directiva de trabajo que proponía horarios de trabajo de hasta 65 horas por semana, toca saber qué puede suceder ahora. La izquierda quiere pasar al ataque.
Nueva estrategia tras 20 años a la defensiva
“¿Acaso queremos limitarnos a defender el modelo social europeo mientras dure?”, se preguntaba hace unas semanas Felipe González, actual líder del grupo de sabios que elabora el informe sobre la Europa de 2020 ó 2030. “Hay que pasar al ataque”, declaran desde las filas de los partidos de izquierda que conforman el grupo Izquierda Unitaria europea (IUE). “El Estado es la solución y no el problema”, reclamaba la líder socialista francesa Martine Aubry en su primer acto internacional tras su elección al frente del PS francés. Está calando el mensaje según el cual no hay que quedarse esperando a ver qué hacen los liberales para reaccionar en contra, sino enarbolar las políticas sociales como distintivo europeo de desarrollo y buscar su materialización.O ahora o nunca
Lo que hoy está claro, es que es el momento más propicio por 3 motivos. Primero, que la directiva se haya rechazado con una sorprendente mayoría de 500 parlamentarios cuando nadie lo esperaba, significa que el rechazo a una Europa basada en el trabajo intensivo no es sólo patrimonio de la izquierda. Muchos parlamentarios liberales y populares han votado con la izquierda. Incluso muchos que habían anunciado –por temor a más presiones por parte de los gobernantes nacionales- votar a favor de las 65 horas semanales y que en el último segundo cambiaron de parecer y de voto. Es, pues, el momento para que la izquierda europea comparta con liberales y conservadores la visión de un modelo social europeo que distinga el modelo de desarrollo europeo de los demás en el mundo, siendo ello patrimonio de todos los europeos con independencia de sus preferencias partidistas.
En segundo lugar, cuando acaben los 80 días de rigor para llegar a un acuerdo entre parlamento y consejo, la legislatura habrá llegado a su último suspiro. Entonces, vendrán las elecciones europeas y ahí las cosas van cambiar bastante. Por lo pronto el Partido popular va a sufrir probables escisiones, mientras la izquierda, tras sus pésimos resultados de 2004, no podrá sino progresar en número de escaños. Es lo que esperan socialistas, Verdes y comunistas para imponer una nueva agenda que apueste por un modelo de Europa social actualizado.
Por último, la crisis se va acentuar en 2009, obligando a los Estados a echarle imaginación para garantizar la asistencia a los más desfavorecidos que son, por lo general, grupos mayoritariamente votantes de partidos que creen en el modelo social europeo : jóvenes, mujeres, inmigrantes...,etc.
España como antimodelo en Europa
El partido popular español ha votado en bloque contra la directiva de trabajo, convirtiendo a España en el país que más se ha opuesto a la idea de las 65 horas de trabajo semanal. Desde sus filas se felicitan por lo que consideran una “victoria del modelo laboral español”, pero lo que ha sucedido es más bien lo contrario. España es uno de los países en donde más tiempo se pasa trabajando y menos se produce. Es además una economía que había basado en los últimos años su crecimiento en la especulación, en la precariedad laboral y en la baja productividad. De ahí que políticos y ciudadanos españoles tengan tan clara conciencia de que trabajar más tiempo no será la solución para Europa.
La crisis ha afectado a los españoles más que a nadie, con un millón de nuevos parados en un año. La paradoja contraria la constituye Francia que, tras 7 años creciendo apenas al 1,5% y con la semana de 35 horas institucionalizada ha logrado que el paro baje del 11% al 8% y sea uno de los países con mayor productividad por hora trabajada del mundo.
La izquierda y parte de los conservadores europeos están tomando nota de esta aparente paradoja y se aprestan a poner al día la Europa social del siglo XXI. Una nueva política industrial europea que impulse nuevos sectores estratégicos como las nuevas energías, las biotecnologías o la genética; nuevos servicios sociales a escala europea en el campo de la salud, una apuesta por la renovación de los sistemas educativos europeos o la apuesta por la discriminación positiva hacia mujeres y jóvenes puede ser la receta de un renacimiento de la Europa con rostro humano.
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