Europa quiere petróleo ecuatoguineano y punto
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Del 29 de junio al 3 de julio, Madrid acoge el XIX Congreso Mundial del Petróleo, con representantes de los Gobiernos del planeta, compañías petroleras, organismos internacionales y otros actores del sector.
Mientras en Madrid los líderes de la energía discuten sobre el futuro de la industria, el precio del barril Brent supera los 130 dólares y la crisis alimentaria amenaza con prolongarse hasta 2010 poniendo en jaque a los países menos desarrollados del planeta, para los que la Unión Europea y los principales donantes internacionales ofrecen cada vez menos soluciones.
Los líderes políticos y empresariales se reúnen para discutir sobre “el desafío que representa para la industria, en un mundo en transición, el asegurar una oferta continua, económica y segura, que satisfaga las expectativas de la sociedad de una manera sostenible, transparente, ética y medioambiental”. Una declaración de intenciones que dista de la realidad de las relaciones energéticas entre los países importadores de petróleo y los productores. Estos últimos, en su gran mayoría, pertenecientes al grupo de los menos desarrollados.
Petróleo centroafricano prioritario para Europa
El 75% del petróleo consumido en Europa procede del exterior y casi un 19% de éste se importa del continente africano. Aunque el potencial petrolero centroafricano no representa más que un 1,6% de las reservas mundiales, su interés estratégico es inestimable, dada la inestabilidad endémica del Golfo Pérsico. El crudo del Golfo de Guinea es fácilmente accesible y tiene una calidad poco sulfurosa fácil de refinar.
De hecho, la primera exportación hacia la UE de cinco de los siete países que constituyen la región centroafricana (Camerún, Chad, Congo, Gabón y Guinea Ecuatorial) es el petróleo. En concreto, el crudo representa el 88% de las exportaciones de Guinea Ecuatorial hacia la Unión Europea.
Contradicciones en la UE
La UE no puede perseguir sus intereses energéticos y ser estandarte mundial de la ayuda al desarrollo
El nuevo tratado de Cotonú pone fin al sistema de preferencias comerciales no recíprocas, que permitía que los países en desarrollo firmantes del acuerdo introdujesen su producción comercial en la Unión Europea sin pagar aranceles y, sobre todo, sin ofrecer las mismas ventajas a los productos europeos. Así pues, la firma de los nuevos Acuerdos de Colaboración Económica entre la Unión y seis regiones del planeta, en su mayoría antiguas colonias o territorios europeos, pone fin a un modelo de cooperación que había convertido a la Unión en el estandarte mundial de la ayuda al desarrollo.
Otra prioridad para Europa es diversificar su provisión petrolera y, para ello, África está en el punto de mira. Sin embargo, cuando en 2000 la Comisión europea publica un libro verde sobre seguridad del abastecimiento energético, África ni si quiera es mencionada en el documento. El continente africano queda reservado para los discursos sobre desarrollo.
Así, cuando la UE se decide a abordar sus relaciones energéticas con el continente, lo hace lanzando la Iniciativa Energética para la Erradicación de la Pobreza y el Desarrollo Sostenible, durante la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible de Johannesburgo (2002). Esta iniciativa pretende, en líneas generales, llevar la electricidad a zonas rurales. No aborda, por lo tanto, el problema central de la conversión de la riqueza petrolera de países subdesarrollados como Guinea Ecuatorial en un desarrollo económico y humano sostenible.
Europa se olvida del pueblo ecuatoguineano
En Guinea Ecuatorial, único país hispanohablante de África, la renta per cápita asciende, gracias al petróleo, a 20.510 dólares, siendo así una de las más elevadas del mundo. Sin embargo, en este pequeño país centroafricano, la esperanza de vida al nacer no llega a los 43 años de edad, el 44% de los guineanos no tiene acceso al agua potable, y la mayoría de la población, sobre todo el 61% que se concentra en las áreas rurales, vive sumida en la pobreza. No es de extrañar que el país ocupe la posición 120 en el índice de desarrollo humano del PNUD, que clasifica 177 países.
En Guinea, solo el Presidente, Teodoro Obiang, y los miembros de su familia –que ocupan todo cargo de interés en la administración y acaparan los negocios más rentables del país– se benefician de la renta petrolera, que supone hasta un 94% del PIB nacional. En mayo de 2008, Teodoro Obiang volvió a ganar las elecciones presidenciales por una sorprendente mayoría, cercana al 100% de los votos.
Mientras la continuidad de un régimen, descalificado por la comunidad internacional, parece asegurada, varios países de la UE, liderados por Francia e Italia, han decidido hace unas semanas retractarse en las ayudas prometidas a los países pobres: abandonando el objetivo de alcanzar ayudas equivalentes al 0,7% del PIB europeo antes de 2015. ¿Qué va a ser del pueblo ecuatoguineano, si su mayor socio comercial y donante de ayuda no quiere hoy por hoy más que participar en el reparto del oro negro?