“Europa no nos va a salvar”
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Carlos SuarezA un año de la entrada de Croacia en la Unión Europea, los jóvenes del país se muestran escépticos con la adhesión y observan un futuro laboral con pocas esperanzas.
Quedan pocos días para el final del curso escolar en Croacia. En la céntrica plaza Ban-Jelačić de Zagreb, han montado un escenario en el que unas niñas con cintas verdes en el cabello cantan canciones infantiles. Los escolares más mayores muestran con orgullo sus propios diseños de ropa: vestidos extravagantes hechos con CD o botones varios. Otros bailan complicadas coreografías del desfasado éxito Gangsta's Paradise de Coolio. Los padres hacen fotos y los profesores ofrecen bebidas en un ambiente relajado. Aunque, ¿qué pasará con los jóvenes que en unos días obtendrán sus diplomas escolares?
Fallos en el sistema
7 universidades estatales, 13 escuelas universitarias y 28 escuelas profesionales privadas forman las numerosas opciones formativas en un país con 4,3 millones de habitantes. Después de la firma del plan Bolonia por el gobierno croata en 2001, Croacia se encuentra inmerso en reformas globales de la formación superior para ajustarse a los requerimientos de la Unión Europea. Desde entonces, la institución croata encargada del desarrollo de la educación se ocupa de la calidad de la enseñanza, la política de la formación superior y la igualdad de condiciones en el acceso a la formación —incluidos los generosos programas de becas—.
¿Es una situación ideal para los croatas jóvenes? “Las universidades producen mano de obra con cualificación alta como si fuesen cadenas de montaje, aunque muy pocos consiguen después trabajo”, informa Matija, un greñudo estudiante de 25 años que cursa Ciencias de la Información. La cuenta se salda así: demasiados programas de becas y universidades más escasas tasas de matriculación dan como resultado demasiados diplomados para pocos trabajos cualificados.
Según el servicio de empleo croata (HZZ), el desempleo entre los jóvenes era del 45% en 2011. Además, un 47% de los recién diplomados se ve obligado a aceptar un trabajo en un campo diferente del que ha estudiado. Matija ve con calma, no obstante, las perspectivas laborales: “No veo tan oscuro mi futuro. Veremos lo que ocurre”, afirma mientras se lía un cigarrillo. Acaba de conseguir un trabajo a tiempo parcial como bibliotecario con el que puede ganar experiencia laboral práctica en su ámbito.
¿Práctica laboral + vitamina B = trabajo?
Experiencia laboral: una expresión mágica que está presente en todas las conversaciones sobre empleo en Croacia. También aquí parece haber una condición —o más bien un círculo vicioso—: sin experiencia laboral no hay trabajo. Y sin trabajo, no se consigue experiencia laboral. Es un obstáculo que también tienen que superar otros principiantes europeos, mayormente a través de prácticas mal pagadas. En Croacia, son de gran ayuda los contactos y las relaciones personales.
“Algunos empresarios solo dan trabajo a empleados que ya conocen. Ya sean vecinos, amigos del colegio o familiares”, se queja Klara, de 28 años. “A menudo no se decide según tus cualificaciones y competencias, sino según el grado de relación con el jefe”. Esta traductora ha encontrado una plaza de prácticas retribuidas en el Tribunal de Cuentas Europeo en Luxemburgo. Además, hace un Máster en Ciencias Económicas que le aportará una preparación mayor. Klara solo ve posibilidades laborales en el extranjero: como traductora de croata y francés, tiene posibilidades en las instituciones europeas, sobre todo ahora que queda poco para la adhesión de Croacia. Es más, le parece justo que tenga que realizar una prueba de entrada junto con los demás candidatos para conseguir un empleo a partir de las prácticas. El hecho de que los empresarios croatas no den empleo a desconocidos puede deberse, en su opinión, a que se ha perdido mucha confianza en los demás desde la guerra de los Balcanes.
La lucha por un trabajo hace mella
“¿Quién puede garantizar que no le va a pasar a Croacia lo mismo que a Grecia?”
Se trata de una teoría no demostrable científicamente, pero sí se percibe en el estado de ánimo durante las conversaciones. La vivaracha Margita, de 35 años, que luce sus largas uñas pintadas de un lila azulado, se queja de la pérdida de confianza que nota en el mercado de trabajo. Ha perdido la esperanza de volver a trabajar alguna vez como técnico de instrumental sanitario, la profesión para la cual había estudiado. Acabó los estudios en el año 2000 y, desde entonces, ha trabajado como vendedora, azafata de cruceros en América y en la compañía de seguros Allianz. “Lucho desde hace tanto que ya estoy cansada. No tengo marido ni hijos porque tampoco he tenido tiempo ni casa ni dinero para una familia”. La larga lucha por un trabajo y las perspectivas de vida dejan huellas tras de sí. “A veces he tenido la sensación de que aún guardo fuerzas, de que podría dar más de mí, pero no me sale”. Tiene amigos que han entrado en un partido político solo para conseguir contactos. Para ella, eso está descartado.
Políticas bienintencionadas pero injustas
Mientras tanto, el gobierno croata se ha percatado de que los jóvenes con una alta cualificación no encuentran trabajo. El ministro de Trabajo, Mirando Mrsić , propuso en abril de este año un programa de empleo que facilitaría a los jóvenes licenciados conseguir experiencia laboral. Deben trabajar, por ejemplo, en la administración pública, pero también en empresas privadas. El estado paga las cotizaciones a la seguridad social, aunque el salario, de unos 220 euros mensuales, resulta más bien mísero considerando que el sueldo neto medio es, según el Instituto de Estadística Croata, de 5.499kunas (917 euros en marzo de 2012). La propuesta ha levantado airadas voces de enfado en los medios croatas. “Un chiste", así calificaba Ana, periodista de 27 años, este programa. ¿El motivo? Los recién titulados consiguen un empleo en prácticas que no se convierte, al pasar un año, en un contrato laboral, como ellos esperaban, sino que los reemplazan por otro recién graduado.
¿Puede la adhesión a la Unión Europea en julio de 2013 cambiar algo de esta situación tan anómala? En el campus, donde los estudiantes de fuera de Zagreb almuerzan también en fin de semana, se muestran escépticos: “La Unión Europea no nos va a salvar”, dice Matija. “Somos un país joven, tenemos democracia desde hace solo 20 años y todavía estamos demasiado ocupados con nuestros fantasmas del pasado", añade Petra. “Croacia ha luchado desde hace tanto tiempo por su independencia, y ahora nos abocamos a otra dependencia política y económica”. Por su parte, Ana se muestra firme: “Desde que comenzó la crisis financiera, ha bajado mucho la confianza en la estabilidad de la Unión Europea. ¿Quién puede garantizar que no le va a pasar a Croacia lo mismo que a Grecia? Por otro lado, necesitamos inversiones y facilidades para viajar y estudiar. Sin la Unión Europea nos desmoronaremos como un castillo de cartas”.
Este artículo forma parte de Orient Express Reporter II, una serie de reportajes sobre los Balcanes que ha sido desarrollada por cafebabel.com entre 2011 y 2012. Este proyecto ha sido cofinanciado por la Comisión Europea y cuenta con el apoyo de Allianz Kulturstiftung.
Fotos: portada, (cc) Pliketi Plok/Flickr; texto, © Julien Faure Photo.
Translated from Kroatische Studis sagen „Europa wird uns nicht retten“