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Europa niega derechos en su propio suelo

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En los pasillos de la Unión Europea se sabe que el respeto de los derechos humanos en las prisiones no es muy brillante. Bien lo sabe el ex eurodiputado Maurizio Turco, con quien habla café babel.

“Un cuadro alarmante”, es el que ha salido a la luz en 2004, en relación con los derechos de los detenidos, presentado por el ex-eurodiputado de los Radicales italianos y aprobado por el Parlamento europeo. Un buen jarro de agua fría si se piensa que la Unión Europea se ha autoproclamado desde hace tiempo la campeona internacional de los Derechos Humanos.

La UE, con las discriminaciones a los pueblos gitanos, la cuestión de la igualdad entre sexos o el modo en que son tratados los inmigrantes clandestinos no muestra una conducta perfecta en lo que a Derechos Humanos se refiere. Esto afecta al papel de líder internacional en materia de defensa de los Derechos del Hombre que la Unión se atribuye.

La actitud común a todas las democracias reales europeas como lo es también la de los Estados Unidos es la de proponerse como portadoras y exportadoras de democracia y de Derechos Humanos al exterior, mostrando condescendencia respecto a los problemas de casa. A nivel interno, la Unión vive violaciones graves y persistentes de los Derechos Humanos: lentitud judicial, condiciones de habitabilidad en las cárceles, violación de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos, discriminaciones, y un largo etcétera. Por otra parte en términos de Derechos Humanos la política exterior de los Estados europeos –ya que desgraciadamente no existe “una” política exterior común– es perfecta sobre el papel pero en absoluto puesta en práctica. La cacareada “cláusula democrática” sobre los Derechos Humanos que la unión Europea inserta en todos los acuerdos con terceros Estados, se convierte así en una cláusula de estilo, para dañar la buena conciencia de un buen mercado. El resultado es la financiación de dictaduras y dictadores.

¿Es la Ue un modelo de respeto a los Derechos Humanos?

Hay numerosos problemas persistentes en lo que se refiere a la condiciones en las cárceles, en particular en el tema de la masificación, las pésimas condiciones de vida en las prisiones, la falta de aplicación de las sanciones alternativas. Es necesario asegurar que las leyes y los reglamentos penitenciarios sean aplicados. Es también por esta razón que la propuesta del Parlamento Europeo y de la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa es la de relanzar una Convención que albergue una Carta de los Derechos Fundamentales de los detenidos.

¿En qué áreas se han dado los progresos más importantes? ¿Dónde es necesario todavía trabajar más?

Algunos países viven una situación dramática en sus cárceles, en particular en el Este, pero a menudo la situación depende y cambia de prisión a prisión.

¿Cuánto ha aportado la Carta de los Derechos Fundamentales, aprobada en Niza en 2000?

Es ciertamente necesaria –tanto como la adhesión directa de la Unión Europea a la Convención Europea de los Derechos Humanos– para asegurar el liderazgo por parte del Tribunal Europeo de los Derechos del Hombre (TEDH) también en las decisiones tomadas en el ámbito europeo, más allá de las que se hayan tomado en el nacional.

¿Su aplicabilidad directa a las políticas de la Unión Europea en caso de ratificación de la Constitución cambiaría mucho?

Hoy, sobre todo en el sector del “tercer pilar” (el de la cooperación policial y judicial en materia penal), no es posible acudir directamente al TEDH para obtener una verificación de la conformidad del derecho europeo con la Convención europea de los Derechos Humanos; con la Constitución se habría podido garantizar este control en el ámbito de la Unión Europea sobre la base de la Carta de los Derechos Fundamentales; tal decisión podría ser contestada frente al TEDH, con el resultado de obtener una mayor certeza jurídica en la protección de los derechos y libertades fundamentales.

Translated from «L’Europa? Accondiscentente verso i suoi problemi»