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Europa mira hacia el Vístula

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Sociedad

Feel like at home saluda un cartel a los visitantes de la capital polaca desde la fachada de la estación central. Durante la Eurocopa 2012, Varsovia demostró ser una excelente anfitriona para los miles de hinchas de fútbol, que, atraídos por el evento deportivo, llegaron a esta ciudad situada a ambas orillas del Vístula.

Asimismo, cada vez más gente viene desde el extranjero para estudiar y trabajar aquí: ¿se está convirtiendo la principal ciudad de Polonia en un imán para inmigrantes?

Jose Villacampa trabaja en el vigesimoprimer piso de uno de los edificios más modernos de la ciudad. Cuando decidió mudarse a Varsoviapor amor —ahora ya hace 6 años—, sus conocidos le dijeron que estaba loco. Por aquel entonces, eran los polacos los que se iban al oeste de Europa en busca de trabajo. Este abogado, especializado en Derecho Empresarial español y polaco, no se arrepiente de su decisión. Sus clientes, en gran parte empresas constructoras españolas, se interesan cada vez más por los mercados del este de Europa.

La principal razón es la crisis financiera en el propio país: “En España, se construyeron casas que nadie necesita y aeropuertos en los que nunca va a aterrizar un avión”, explica José. “En Polonia, por el contrario, se necesitan realmente calles, autopistas y vías de tren”. Sin embargo, no solo vienen empresas procedentes de España. Desde la entrada en la Unión Europea en 2004, Varsovia se ha convertido en la segunda ciudad más atractiva mundialmente para empezar un negocio, solo superada por Londres. Se está invirtiendo mucho capital, el nivel de vida y los ingresos no dejan de mejorar, y la clase media creciente tiene ganas de consumir. La imagen del país está cambiando. A todo esto, José comenta que “para los españoles, Polonia es una pequeña aventura. Se piensa que Polonia es fría, gris y socialista. Cuando llegan, les sorprende encontrar centros comerciales y cadenas de comida rápida, y descubrir que aquí también se puede salir y divertirse”.

La principal estación de la capital de Polonia.

Fachadas enteras están cubiertas de anuncios de coches y de películas de cine, centros comerciales inundan la ciudad con señales brillantes e insistentes, en cada esquina se reparten coloridos folletos de una u otra empresa o evento, y las sombrillas de las cafeterías están decoradas con anuncios de incontables marcas. Varsovia se está llenando de colores de todas las tonalidades. No obstante, por lo que respecta a la diversidad cultural, la ciudad es casi monocromática. A quién le guste la mezcla de diferentes lenguas, religiones y culturas, va a echar algo en falta en Varsovia, ya que aquí casi no hay extranjeros.

Crecimiento económico: Varsovia alcanza el cielo

A José le encanta vivir en Varsovia y, además, habla polaco perfectamente: “Para tener éxito, tienes que convertirte en un polaco, tienes que integrarte”, afirma. Parece ser que, por lo general, los polacos son muy desconfiados con los extranjeros, pero se nota que las cosas están cambiado: “Muchos han trabajo fuera del país y vuelven con experiencias nuevas, con unos puntos de vista más abiertos e incluso con una pareja extranjera a su lado”.

Piotr Bystrianin, de la Fundacja Ocalenie (en castellano, Fundación Salvación), subraya que “hace cinco o seis años, encontrar un extranjero en Varsovia era algo poco habitual”. Piotr, quien trabaja para esta organización que ofrece a los inmigrantes cursos de polaco y orientación para buscar trabajo, asegura que en la actualidad “la cantidad de extranjeros está aumentando considerablemente”. No solo llegan europeos occidentales; de hecho, la mayoría de inmigrantes vienen de países del este como Ucrania, Bielorrusia, Rusia y Georgia. Antes se iban a los países del oeste de Europa, ahora se quedan aquí.

Encontrar un trabajo bien remunerado es harto complicado, especialmente para los extranjeros.

Olga quería en realidad estudiar en su patria, Ucrania, “pero para acceder a la universidad tenía que sobornar”, sentencia sin tapujos. “Me dí cuenta de que era muy injusto”. Actualmente estudia Relaciones Internacionales en la Universidad de Varsovia. Debido al idioma, los comienzos no fueron fáciles, “pero muchos profesores y estudiantes habían vivido un tiempo en el extranjero y entendían lo complicado que era todo para mí”.

“Los polacos piensan que somos una mano de obra muy barata”

El permiso de residencia de Olga está ligado a su rendimiento en la universidad: si no aprueba los exámenes y pierde la plaza, tiene tan solo 45 días para abandonar el país. Para el permiso de residencia tiene que demostrar, una vez anualmente, que tiene ahorros suficientes para financiar un año los estudios, el alquiler y los gastos habituales para mantenerse. “Esto es mucho dinero y yo no provengo de una familia pudiente”, declara. Cuenta que siendo ucraniana es muy difícil encontrar un trabajo legal y bien pagado: “Muchos de nosotros trabajamos en servicios de limpieza, en la construcción o recolectando fresas. Los polacos piensan que somos una mano de obra muy barata”.

Durante dos años no pudo volver a casa para visitar a sus padres y el visado que ellos necesitaban para ir a Polonia les costó la mitad de un sueldo de todo un mes. Además, sus amigos polacos tuvieron que escribirles una especie de invitación: una garantía para asegurar que, en caso de necesidad, se harían cargo de sus huéspedes. Desde que la frontera de Polonia entró en el espacio Schengen se han reforzado las regulaciones para la entrada de inmigrantes procedentes de los países del este. Su decisión de venir a Polonia fue, a pesar de todo, la correcta: “En Ucrania no hay futuro”, opina Olga.

“La inmigración aquí solo acaba de empezar”

“Antes de que Polonia se convierta en un país de inmigrantes, tienen que pasar muchas cosas”, asegura Piotr. En Varsovia, donde la gente es en general acomodada y con estudios, no hay demasiados problemas. Sin embargo, en el campo, donde el paro sigue siendo muy alto, la integración de los inmigrantes es más complicada. Hasta ahora la inmigración ha sido un tema de poca importancia en los debates públicos y políticos. En efecto, ningún partido ha pronunciado su postura al respeto.

Organizaciones como la Fundacja Ocalenie no tienen muchos recursos: “Trabajamos de proyecto en proyecto. Al final del año no sabemos como nos organizaremos al año siguiente”. De todas formas, Polonia saca mucho provecho de los inmigrantes, cree Piotr. Debido a la elevada emigración de los ciudadanos polacos al oeste de Europa, se hace aquí patente una falta de personal cualificado. Como en muchos otros países de la Unión Europea, la población envejece “y alguien tiene que hacerse cargo de las personas mayores”, añade. “Este país está anticuado, es conservador y poco liberal. Solo si se abre, puede desarrollarse y mejorar”. Piort tiene la esperanza de que Polonia aprenderá de la experiencia de otros países donde también han llegado muchos inmigrantes: “Tenemos la oportunidad de hacer las cosas mejor, ya que la inmigración aquí solo acaba de empezar”.

Durante el Campeonato Europeo de Fútbolde2012, Varsovia pudo hacer sus primeros pinitos como anfitriona internacional. Aunque la campaña Feel like at home ha levantado mucho revuelo en el país —ya que en realidad debería decir Feel at home—, el pequeño desliz se ha olvidado rápidamente y, tras el regreso de los fanáticos del fútbol a sus respectivos hogares, pronto se retirará este amistoso cartel de la estación central de la capital polaca.

Este artículo forma parte de Multikulti on the Ground 2011-2012, una serie de reportajes sobre el multiculturalismo realizados por cafebabel.com en toda Europa. Nuestro agradecimiento al equipo de cafebabel Varsovia. Haz clic aquí para unirte a su grupo en Facebook.

Fotos: portada, (cc) wszyscyjestesmygospodarzami.pl; estación principal de Varsovia, © Johanna Meyer-Gohde; Olga, (cc) [Anna Peters]/Flickr.

Translated from Richtungswechsel: Europa zieht es an die Weichsel