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Eurodisea: la beca para trabajar en Europa

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Existe una solución para la depresión post-Erasmus o las ganas de ver mundo trabajando en Europa. Se llama Eurodisea, y se encuentra en completa expansión.

Eurodisea ha facilitado ya más de 10.000 becas para jóvenes trabajadores europeos entre 18 y 30 años desde su nacimiento en 1985. Comparado con el millón y medio de alumnos Erasmus desde 1987, hablamos del “hermano pobre” de las eurobecas. Es un complemento para aquellos que se quedaron enganchados a la vida erásmica de trotamundos o no quieren separarse de su europareja, pero también la oportunidad formativa perfecta para quienes han elegido una formación no universitaria. “Yo dejé un trabajo en el cual estaba mejor que bien, pero mis ganas de vivir esta experiencia me hicieron dejarlo todo”, nos cuenta Dani Grau, un valenciano de 25 años y técnico superior en transporte inernacional. “En 2006, al tercer día de terminar la beca Eurodisea en Reims, Francia, ya empecé a trabajar en una empresa de transportes en Murcia”, remata. El 75% de los participantes realiza sus prácticas Eurodysea en empresas relacionadas con su formación, y el 80% obtiene un empleo en el año que sigue a su experiencia. ¿Los destinos preferidos? Francia y España con un 84% de las becas.

Ficha informativa

Jóvenes entre 18 y 30 años con al menos una titulación profesional

Algunas regiones participantes: Valonia, Azores, Andalucía, Cataluña, Baden Würtemberg, Borgoña, Picardía. Istria, Tulcea...

Algunas empresas participantes: Geodis, Ikea, Museo del Louvre, cafebabel.com, Amnistía Internacional, Alcatel, Jornal da Madeira, Hoteles Accor...

Duración: entre 3 y 7 meses incluido un curso intensivo de idiomas de 1 mes

Estatuto: prácticas de formación profesional o asalariado

Seguros incluídos: Seguridad social local y seguro de responsabilidad civil

Alojamiento: hay regiones que ofrecen estudios en albergues para jóvenes trabajadores

Salario: entre 600 y 800 euros al mes

Desplazamiento: ¡Atención! Los costes de viaje de ida y vuelta no están incluidos en la beca

Las regiones se despiertan

Aunque nació antes que Erasmus, se ha desarrollado más lentamente. Por una parte no depende de la todopoderosa Comisión europea, sino de la Asamblea de las Regiones de Europa (ARE), un “órgano de representación política” de las regiones en el seno del Consejo de Europa, que agrupa a más de 50 países europeos. En segundo lugar es un programa entre regiones europeas y empresas, no entre universidades interconectadas entre sí desde siempre. En su última asamblea celebrada los días 20 y 21 en Geoagiu Bi, Rumania, sólo 26 regiones de Europa (el 10% de la ARE) se habían acogido al programa, 41 cuando se suman las regiones que negocian su participación en 2007, año en el que se alcanzará un récord con más de 500 becarios.

Sin complicaciones burocráticas

Los trámites burocráticos para acogerse como trabajador son mucho más fluidos que los del programa Erasmus. “Me buscaron ellos a mí; mis datos pululaban por la red y supongo que daba el perfil correcto”, asegura Daniel Grau, que hoy vive en Mallorca mientras se prepara para convertirse en azafato de vuelo para la compañía Air Europa gracias a sus conocimientos de francés. “Sólo tuve que acudir a una entrevista previa con una responsable de la beca que me asesoró estupendamente. Una vez en París, me sentí muy arropada por la APRECCA, la organización local que gestiona estas becas en la región Île-de-France y que prepara unas excursiones geniales para los de esta odisea”, explica Paula Criado, una española licenciada en Traducción e interpretación que marchó a París en 2005. Paula pertenece a la legión de mujeres que participan mayoritariamente en la Eurodysea, representando el 69% del total. Hoy, trabaja en el Patronato de Turismo de Valencia.

Cuentas que salen

“Si decidiera volver a Reims no me costaría nada encontrar trabajo y volver a hacer vida social”, prosigue Daniel Grau. Paula Criado, que ya había participado antes en el programa Erasmus, aprendió “los entresijos del sector de la traducción en Francia”. En el plano profesional, ambos salieron con las espaldas robustecidas. “Nunca me cargaron de excesivo trabajo, pero siempre proponían retos con los que yo me picaba a menudo”, comenta Daniel. “Incluso en el plano personal me ayudó a madurar”, precisa Paula: “Al principio no me sentía satisfecha con las funciones que se me encomendaban. Así que expresé mi opinión al gerente de la empresa y "negocié" mis condiciones de forma cordial.”

“Yo mejoraría la comunicación; sólo los más avispados se enteran de la existencia de este programa”, lamenta Daniel Grau. Por su parte, Paula Criado mejoraría las condiciones salariales: los 800 euros mensuales que recibía Paula en París le daban apenas para llegar a fin de mes, aunque Daniel aseguraba que, “administrándose bien”, sus 760 euros daban en Reims para vivir. A menudo, en las webs de los institutos regionales participantes en Eurodysea se advierte de que conviene llevar una cierta suma de dinero ahorrado a la ciudad de destino para compensar tanto el montante de la beca como el retraso con el que a veces se transfiere al becario.