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Esplanade de L'Europe en Bruselas: urbanismo a la basura

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Sociedad

La Esplanade de L'Europe o Europaesplanade dista mucho de lo que se espera de Bruselas, capital de Europa. Un espacio sin atractivos al borde de la Estación de trenes del Midi.

Construida con motivo de la Exposicion Universal de Bruselas en 1958, cuenta hoy con más contenedores de basura que personas. Los pocos viandantes que transitan por esta explanada son en su mayoría los inmigrantes que pueblan este barrio de color magrebí: Saint-Gilles. En la Esplanade de L'Europe no hay tiendas, ni kioscos, ni pipicanes. Tampoco uno sólo de esos árboles que alegran esta ciudad verde, aunque sí varias farolas de aspecto industrial y unos pocos bancos en los que nadie se sienta. Un lugar de paso. Pura expresión de una “explanada”.

Una plaza que sólo trabaja un día

La Esplanade de L'Europe se encaja en el barrio de Saint-Gilles, un marco perfecto para ser testigo de la paradoja que es Bruselas. Con un 43% de población inmigrante, no se puede decir que Saint-Gilles sea el distrito favorito de los más de 15.000 funcionarios europeos que residen en la ciudad. Bruselas es un mosaico de orígenes, lenguas y colores, aunque como en cualquier otro lugar, lo que llega a fin de mes determina donde vivir, comer y pasear. Hay que esperar largos minutos para que alguien se aventure por aquí. Abdelbassir es un veinteañero marroquí. Aunque intento sacarle alguna reflexión sobre Europa, me habla de Bélgica y de todo lo que los suyos “le deben a este pequeño país”. Para él “Europa es Bélgica” y no me pregunto porqué; es posible que no haya salido de ella.

Mientras Abdelbassir prosigue su camino, me llega una vaharada pestilente desde la hilera de contenedores de basura que jalonan la explanada. Restos de lo desechado en el mercadillo del domingo, el único día en el que nuestra Esplanada europea se pone a trabajar.

Del eurostar al racacielos y de este al refugio de mendigos

¡Sorpresa!: alguien sale de la estación. No hace falta que me acerque. El viajero, con acento británico (quizás acaba de apearse del Eurostar) me pregunta por el edifico Tour du Midi. Lo tenemos justo enfrente, a sólo un cruce de distancia. Tour du Midi es el edificio más alto de Bruselas. Quizás el Eurostar y los 150 metros de la moderna Tour du Midi sean la única razón para bautizar "de Europa" a este espacio en el que sólo ocurre algo los domingos.

Aventurándome por las esquinas húmedas de orines del puente adyacente que en días de cotidiana lluvia protege a los que eligen un bote de cerveza para pasar el rato, observo fotografías contemporáneas pegadas a las paredes. Representan –no es difícil imaginar por qué- figuras en blanco y negro. Como si estuvieran apoyados en las paredes, personajes con las manos artificialmente llenas de vendas y caras maquilladas para suscitar compasión. Todo un simulacro de refugio improvisado para mendigos. La escena se completa con unas columnas decoradas mediante grafitti.

Cuidar la imagen y la comunicación

Sigue sin acercarse un alma. No quería decirlo, pero son las 9 de la mañana de un lunes eminentemente laboral. Cuando a punto estoy de tirar la toalla observo un grupo de jóvenes cruzar la explanada de parte a parte. Me decido por Elodie, belga y a punto de coger el metro hacia el Comité de las Regiones europeo, donde trabaja. ¿Qué es lo que más le debería preocupar a Europa? “Ni el paro ni el terrorismo.” Elodie enfoca su respuesta en “la falta de información del ciudadano europeo sobre la mole que son las instituciones europeas; tenemos que hacer que la gente, más allá de las subvenciones, se interese por Europa". Irrebatible. Hay que empezar por el principio, la comunicación y la imagen: me voy con la impresión de que Bruselas se merece mucho más que la Esplanade de L'Europe que se le ha dado. También Europa se merece algo más que este no-lugar. No creo que vuelva por aquí. Bueno, quizás sí si alguien lee esto y en un tiempo se se pone manos a la obra para poder inaugurar una “nueva explanada de Europa".