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Espionaje en Austria: 'Hotspot' del Servicio Secreto europeo

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Story by

Eva Proske

Translation by:

Sara Fuertes López

BerlínPolíticaBeyond the Curtain

Durante la Guerra Fría, Viena se convirtió en el bastión del Servicio Secreto. Entonces cayó el Telón de Acero. Y los servicios continuaron. Incluso 25 años después, casi ningún agente se ha movido de la ciudad. El experto en el Servicio Secreto Siegfried Beer habla del negocio secreto, de lo que la mentalidad austríaca tiene que ver con esto y de por qué Merkel continúa estando bajo escucha.

Siegfried Beer es historiador e impartió clases de historia moderna e historia general contemporánea  en el Instituto de Historia de la Universidad Karl-Franzens en Graz. Hace 10 años fundó el Austrian Center for Intelligence, Propaganda and Security Studies (ACIPSS), un centro de investigación internacional, hoy en día, el único en el ámbito germanófono. Mediante el trabajo con los medios de comunicación y la organización de eventos llevan a cabo tareas explicativas y desmontan la imagen errónea que el gran público tiene en cuanto al trabajo del Servicio Secreto y al medio de la captación de información.

Cafébabel: Siempre se escuchan historias de agentes de Viena que recuerdan alguna que otra vez a las películas de James Bond. De hecho, habría en Viena de 2.000 a 3.000 personas implicadas en el espionaje. ¿Hasta qué punto podemos fiarnos de las valoraciones sobre actividades secretas?

Siegfried Beer: He hecho estimaciones más altas porque las cifras depende de lo que se cuente con ellas. Todas estas estimaciones, por supuesto, no se pueden verificar, son estimaciones que resultan de la experiencia en el tiempo y de cálculos. En Austria hay representación de unos 120 países,  ya sean personas que trabajan como diplomáticos para la República o para diversas instituciones internacionales. Creo que hay entre 6.000 y 7.000 personas trabajando para esos Estados en Austria. Esta cifra se ha mantenido de forma bastante constante, creo.

Cafébabel: Usted parte de la suposición de que el Servicio de inteligencia no ha disminuido considerablemente tras el final de la Guerra Fría. ¿Por qué? 

Siegfried Beer: La actividad en Austria no ha disminuido ya que Viena, debido a su política de neutralidad, se ha convertido en la tercera sede de la ONU. También se han establecido organizaciones internacionales porque muchas multinacionales tienen aquí su sede en Europa, sobre todo con perspectivas hacia Europa del este. Debido a la influencia de la globalización, Viena no ha perdido nunca su significado. Además, también se transfieren conflictos de otros países como, por ejemplo, la crisis bosnia, la crisis chechena, el conflicto kurdo, Afganistán como foco de situaciones de crisis y ahora tenemos a Siria. Todo esto también sucede aquí.

Cafébabel: ¿Cómo ha llegado a ser Viena el hotspot del Servicio Secreto?

Siegfried Beer: La ocupación del país tras la Segunda Guerra Mundial trajo consigo una situación especial que continuó durante 10 años por lo menos y que ha marcado la ciudad. Además, el personal militar  y el civil, que ha ido creciendo posteriormente, están presentes en gran medida. Viena también ha tenido un papel importante en el conflicto ideológico entre el este y el oeste. La neutralidad ha hecho que Austria tenga nuevas oportunidades, tanto en política exterior como en geopolítica. Cuando se volvió desfavorable, entonces simplemente se ignoró dicha neutralidad, algo que seguimos haciendo hoy en día -en este aspecto, nos hemos vuelto un poco pillos-. Sin embargo, esto ha conferido importancia internacional al pequeño Estado de Austria.

Cafébabel: ¿La actividad secreta puede conllevar perjuicios para el país? 

Siegfried Beer: De la actividad del Servicio Secreto no resultan perjuicios. Los Servicios Secretos son como los turistas, vienen y gastan dinero, algo que no es un inconveniente para Austria.

cafébabel: La superflua legislación en este país, que no sanciona la actividad de los Servicios Secretos mientras no se diriga contra Austria, no es sólo única en todo el mundo sino que, además, tampoco se trata de una casualidad. Entonces, ¿los Servicios Secretos son, sencillamente, un buen negocio para Austria?

Siegfried Beer: Es un negocio y también hay pruebas de ello. Los diplomáticos estadounidenses decían a finales de los años 40 que, en Austria, un cuarto de la población, de alguna manera, tenía algo que ver con los Servicios Secretos y que parecía que vivían de ello. Por lo visto, eran muy fácil contratar a austríacos para obtener información. Se les recompensaba con cualquier cosa posible, no siempre sólo con dinero. Era un paraíso para estos servicios. Esto también tiene que ver con la mentalidad de los austríacos.

Cafébabel: ¿Qué ventajas trajo consigo la ubicación de Viena para los Servicios Secretos, especialmente durante la Guerra Fría?

Siegfried Beer: En este sentido, Viena fue importante para la Guerra Fría, ya que aquí aparecieron los primeros grandes desertores. Eran personas que habían trabajado para el servicio secreto militar de la Unión Soviética o para la policía secreta de la Unión Soviética, el KGB, y ahora se ofrecían a colaborar con los estadounidenses. Todo esto tuvo lugar en Viena y no fue una casualidad, puesto que los estadounidenses habían necesitado años para poder hacerse una imagen del nuevo enemigo, la Unión Soviética.

En la Segunda Guerra Mundial no espiaron a los soviéticos porque jugaban en el mismo bando. Así, con la Guerra Fría se tuvo de recopilar poco a poco información sobre el régimen de la Unión Soviética, algo que duró años. La CIA no se creó hasta 1947. Antes existía un servicio secreto de guerra orientado civilmente: la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS, Office of Strategic Services). Sin embargo, ésta fue disuelta por Truman en otoño de 1945 -según la tradición americana, cuando se ha terminado una guerra, en seguida se cambia a las condiciones de paz-. Dos años después fundó la CIA, la cual tenía que, en primer lugar, ser introducida en el asunto y, en esta misión, Viena y Salzburgo fueron lugares importantes.

Cafébabel: En Austria se habla a menudo de la función de puente que ejerció el país durante la Guerra Fría. ¿Tanto los servicios secretos del este como del oeste estaban activos aquí con la misma intensidad?

Siegfried Beer: La Guerra Fría hizo que hubiera coacción en ambas partes. Por supuesto, al principio era importante para los estadounidenses que Austria quedara en territorio del oeste. Había que mantener controlado, desde el punto de vista de la información, el peligro que suponía que el Ejército Rojo se estableciera en el este de Austria. Entonces, las potencias ocupantes se replegaron, aunque ya habían encontrado la manera de infiltrar a nuevas figuras. Ambas partes tenían ya una gran experiencia de 10 años y veían Viena como la ubicación ideal para recibir información.

cafébabel: ¿Fueron reclutados austríacos para realizar actividades de espionaje por ambas partes en la misma medida?

Siegfried Beer: Bueno, hubo gente en el Partido Popular austriaco (ÖVP) que simpatizó mucho con EE.UU. y hubo políticos que se mostraban muy receptivos con los comunistas y, con ello, con la Unión Soviética. Sin embargo, la gran mayoría de los que pasaban información no eran políticos, sino más bien funcionarios. Eran personas del ámbito de la seguridad, jefes de policía, trabajadores del ministerio o incluso de las universidades. No es algo atípico. En cualquier caso, esto funcionó muy bien en Austria. No sé si en otros lugares funcionó de la misma forma. Para mí, es una razón por la cual Viena y Austria siguen siendo tan importantes a pesar de la poca importancia que tiene nuestro Estado a nivel internacional.

Cafébabel: ¿Ha cambiado la actividad de los Servicios Secretos en Viena?

Siegfried Beer: Podría decirse que el panorama es más variado. Ha habido un desplazamiento por el cual los intereses nacionales, ahora reforzados, tienen que ser comprendidos en el sentido económico, un poco en relación al desarrollo tecnológico. Y, sobre todo, hay muchos nuevos jugadores del ámbito privado. Hoy en día, las empresas contratan a especialistas que en su momento trabajaron para los Servicios Secretos. Una gran empresa lo puede necesitar actualmente como mecanismo de defensa o incluso para la propia recopilación de información operativa. 

Cafébabel: El camuflaje político es algo habitual en los Servicios Secretos, sobretodo la protección diplomática es de gran ayuda para el espionaje con total libertad. ¿Han desaparecido los límites de estos dos ámbitos?

Siegfried Beer: Debido a la inmunidad, la diplomacia es, por supuesto, la mejor manera de proteger a personas que trabajan para los servicios secretos. Si lo abandona [el empleo], pasa a ser una persona non grata. Es expulsada del país. Pero, aparte de eso, no pasa nada. No obstante, no existen para nada tantos puestos diplomáticos en los que se pudiera colocar, por ejemplo, a todos los empleados de los Servicios Secretos estadounidenses en Austria. Hay otras muchas opciones: diferentes organizaciones, periodismo, puestos académicos y también el ámbito económico. Toda la gente importante que trabaja para los Servicios Secretos tiene sus funciones diplomáticas. Es un antiguo juego que remonta al siglo XIX y que se ha perpetuado. Se puede partir de la base de que se reparte la presencia diplomática estadounidense entre la embajada y el consulado: el 50% trabajan realmente para la embajada y el resto tiene otras tareas pero se les presenta como cónsules, secretarios de la embajada, etc. Todos lo hacen. Y esto apenas va a cambiar, a menos que se suprima la inmunidad, pero es algo casi impensable.

Cafébabel: ¿Se controla lo suficiente a los Servicios en los países del oeste?

Siegfried Beer: En esto, los estadounidenses van con mucha ventaja con respecto a otros muchos países. Hasta los años 70, prácticamente no había control alguno en los Servicios Secretos, entonces llegaron los escándalos y, con ello, los gremios para realizar dicho control. En EE.UU., unos 12 senadores y quizás 40 o 50 congresistas saben con bastante exactitud lo que realizan los servicios estadounidenses. Sin embargo, cuando se puede trabajar así como lo hacen los servicios estadounidenses actuales, seguramente los abusos y la corrupción no son acontecimientos poco habituales. Las personas somos así. Por ejemplo, uno que trabaja en la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) sospecha que su mujer le es infiel. Bueno, pues quizás ahí se hará que se descubra algo. Hay abusos difíciles de controlar. Sin embargo, en los sistemas democráticos se crean instancias de control desde hace 35 años. En Austria no hubo bases legales al respecto hasta los años 90. Nuestros servicios trabajaban según disposiciones a gusto de un ministro o de un oficial de alto rango. Ahora tenemos bases legales que continúan puliéndose.

Cafébabel: ¿Hay agentes secretos armados solo en Hollywood o también en la realidad?

Siegfried Beer: Todo eso es Hollywood. No hay muchos agentes. En EE.UU. hay 17 servicios que se ocupan de la recopilación de información. En total, alrededor de 300.000 personas trabajan en este ámbito, con un presupuesto que va, más o menos, de 100 hasta 150 mil millones de dólares al año. No son agentes, la mayoría son personas que hacen carrera en la CIA durante 35 años -he conocido a mucha gente así- todos son empleados o funcionarios. Se comportan como yo en la universidad. Trabajan en sus despachos. En el cuartel general de la CIA me sentí como en la universidad, un Doctor tras otro. Los especialistas trabajan en problemas especiales, 9 to 5, muy normal. Por el contrario, los agentes son aquellas personas que se contratan para cosas arriesgadas, en su mayoría por mucho dinero. Además, puede pasar en el grupo que alguien que trabaja en un ámbito muy delicado lleve consido un arma por su propia seguridad. Pero esto no es comparable a lo que vemos en las películas de agentes.

Cafébabel: El (des)conocimiento sobre los Servicios Secretos se percibe, desde un punto de vista inexperto, además de a través de Hollywood, en gran parte también a través de titulares negativos sobre escándalos de escuchas. ¿No es comprensible este escepticismo con respecto a los servicios secretos si se deja todo el discurso en manos de la cultura pop?

Siegfried Beer: Las quejas han llevado a una nueva disposición para explicar mejor las cosas. Sin embargo, en Austria vamos por detrás en comparación con otros países. El jefe de la Oficina federal para la protección de la constitución y la lucha contra el terrorismo (BVT) aparece alguna que otra vez en la televisión o hace entrevistas radiofónicas, algo que es importante, ya que ahí el ciudadano es el interlocutor. Si el ciudadano sabe dónde están los problemas, entonces esto puede convertirse en una aportación importante. Yo mismo creo que los servicios realizan un buen trabajo en la pequeña Austria, pero los desafíos son grandes y cada vez más. En relación con la crisis más reciente, la amenaza terrorista volverá a aumentar. Europa no es ni mucho menos el lugar seguro que el austríaco o el europeo medio creen.

Cafébabel: ¿Viena seguirá siendo hotspot del Servicio Secreto?

Siegfried Beer: No hay vuelta atrás. No se puede ni se va a cambiar nada. Tampoco el asunto Snowden va a traer ningún cambio drástico, correcciones como máximo. Espero que nos sensibilicemos más en el plano político. Sin embargo, Snowden no ha traído nada nuevo que realmente no se pudiera ya leer de todos modos. Por eso, en relación al asunto de la NSA, tengo una opinión completamente distinta a la de la mayoría de la gente. No porque yo sea una persona especialmente conservadora. Tengo 68 años y soy muy liberal pero creo que el asunto Snowden es incomprensible. Todo esto son luchas camufladas contra la NSA o incluso también contra otros servicios. Los Servicios Secretos y de noticias no desarrollan políticas propias sino que actúan por encargo del gobierno y según los intereses de las naciones. Lo que los servicios hacen y lo que el desarrollo técnico trae consigo no volverá hacia atrás así de repente. No tendremos que volver a desempaquetar la máquina de escribir por miedo a ser escuchados. Además, tampoco va a cambiar que se sigan realizando escuchas a la Señora Merkel, incluso si Obama dice ahora que no lo volverán a hacer o que se reducirán. No es cierto. Si el interés nacional de los estadounidenses dicta que se quiere saber lo que planea la Sra. Merkel en un determinado ámbito, las escuchas se realizarán de nuevo.

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Translated from Spionage in Österreich: Europas Geheimdienst-Hotspot