Espiando a los mirones: el negocio de los famosos al descubierto
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rubén alba aguileraLa prensa del corazón usa fotos sensacionalistas y la promesa de intimidad ajena, creando en el público una necesidad loca por los detalles. La forma en que se han convertido en dominadores del periodismo es una historia de manipulación de los consumidores.
FREDDIE STARR SE COMIÓ MI HÁMSTER rezaba el titular del diario The Sun del 13 de marzo de 1986. Fue el anuncio de una nueva ola de periodismo en Europa, dominado por fotografías que prometían vistazos exclusivos en las vidas personales de nuestros ídolos. Se vendieron historias como si fueran materias primas -no sobre la base de la información, sino de fotografías llamativas y titulares atractivos-. Este nuevo periodismo se ha convertido en un gran negocio.
Vendiéndonos a nosotros mismos
Todo pasa, nada parece demasiado personal. Las fotografías fabrican la historia. Este negocio es tan acertado que cada semana las empresas sacan nuevas revistas o hasta amplían sus títulos en programas de televisión. Por ejemplo, la revista inglesa Closer, lanzada en Francia en 2005, ya ha conquistado el cuarto puesto en el mercado francés con 420.000 copias vendidas cada semana. Closer mantuvo una guerra de medios de comunicación con su rival Voici en el verano de 2005 –lo que supuso más escándalos y precios aún más baratos-. Esto es un negocio redondo -en Francia se venden tres millones de revistas de famosos cada semana. Voici es vendida por Grüner & Jahr, la editorial de revistas más grande de Europa. Dicha empresa controla también la publicación de Gala, hermana de Voici en Francia, Alemania, Polonia, España y Rusia.
Existe un enorme mercado en Alemania, con 37 revistas semanales para mujeres que venden un total de 12,4 millones de copias. Otros grandes jugadores en el negocio de los famosos son los tabloides como The Sun -el periódico más leído en el Reino Unido, con ventas diarias de de 3,3 millones de copias. Pero estas cifras de ventas son superadas por el tabloide alemán Bild, que vende 3,6 millones de copias, lo que le convierte en el periódico más vendido en Europa.
Creando demanda
La prensa sensacionalista busca constantemente el siguiente titular. Familias reales, estrellas de cine y de música son sus objetivos preferidos. El continuo sensacionalismo de estas historias es aprovechado por la prensa para atraer a más lectores, enganchándolos sobre las constantes idas y venidas de los famosos.
Tales historias tienen que estar acompañadas de fotografías. En Europa, se han sucedido varias batallas legales para determinar si las fotografías de los paparazzi violan el derecho a la intimidad. Los tribunales franceses han dictado hace poco una multa simbólica de un euro para los fotógrafos que perseguían a la Princesa Diana en el momento de su muerte, lo que probablemente haya servido de poco para disuadirlos.
Estas fotografías estimulan la demanda. Mientras más reveladoras sean las fotografías, mayor es la sed de los lectores por conocer más, hasta lo más íntimo. Hace dos años era suficiente con mostrar a los famosos con bikini en la playa. Para vender una revista hoy, es necesario mostrar a los famosos medio desnudos en la página de portada. Ningún tema parece de mal gusto o tabú. En la búsqueda de las ventas, las revistas han creado una demanda entre sus lectores por fotografías cada vez de peor gusto y calidad.
Los famosos también han ayudado a crear esta demanda. Para continuar siendo famoso, hay que aparecer en los titulares. Esta situación ha alcanzado su clímax con gente como Paris Hilton, que se considera famosa sólo porque ya es famosa. El exhibicionismo es lo que vende hoy en día.
¿Le gustaría lanzar un nuevo libro? ¡Revele algo íntimo en televisión en directo! Sólo que esas revelaciones no son nunca íntimas: están cocinadas para crear la demanda de un producto. Es una intimidad falsa que promete al lector una satisfacción que nunca se alcanza. Para seguir desarrollando esta demanda, las revistas también tienen que destruir a los famosos que su propio sensacionalismo ha creado, haciendo al lector cómplice de la historia. Hace poco, la prensa sensacionalista inglesa se dio el gusto de revelar el consumo de cocaína de Kate Moss en un club nocturno de Londres. Lo interesante de este acontecimiento es que, como cualquier persona en el mundo de la moda diría, tomar cocaína no es ninguna noticia. Es sólo el contexto de la foto el que crea las noticias: la oportunidad de aumentar la tirada estimulando un frenesí de moralistas falsos y excitando el sensacionalismo.
Leyendo las fotografías
¿Por qué permiten los lectores ser explotados de esta manera? Laurence Debril, de la revista de noticias L’Express ofrece una respuesta. “El lector típico tiene menos de 30 años y no se siente culpable leyendo. Es una generación que no tiene acceso a la política o a las instituciones. Leyendo estas revistas, ellos tienen la impresión de que todo vale.”
Los escándalos de los famosos se han vuelto tan interesantes como los principales acontecimientos políticos. En Inglaterra, un diputado apareció recientemente en el programa Gran Hermano, y en Francia la saga del ministro Sarkozy se apoderó de las portadas el verano pasado. De hecho, desde el reciente "escándalo Merkel" en el que The Sun tomó fotografías del busto de la canciller alemana, la línea entre el escándalo de los famosos y el acontecimiento político a pasado a ser indistinguible. Como explica Arnaud de Puyfontaine, el director de Emap Francia, editor de Closer, estas revistas "ofrecen todo lo que usted no podía ni imaginarse. Haremos por usted todo lo que usted sí se atrevió a pensar."
Para una generación aislada de la política y totalmente integrada en una cultura consumista, las revistas de famosos son quizás lo más cercano que existe a la esfera pública de hoy.
Translated from Voyeurising the voyeurs: inside the celebrity business