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¿“España va bien”?

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Tras los bastidores del milagro económico español: el cambio tranquilo de Zapatero, la sombra de Solbes y los problemas de “la generación inestable”.

La frase con la cual, hace tiempo, José María Aznar quería impresionar a la sociedad española fue: “España va bien”. Era, en síntesis, el intento de mostrar los músculos de un país que quería y quiere ser un nuevo “grande” del escenario político y económico de Europa y del mundo. ¿Pero es relmente cierto que España va bien?

Cifras estériles

En los últimos años ha estado entre los países que han experimentado el mayor crecimiento del PIB: constantemente por encima de la media de la UE, en términos absolutos es, según el informe World in 2004 de The Economist, el octavo del mundo. En cuanto al balance, en tiempos difíles para el pacto de estabilidad y de crecimiento (PEC), España ostenta un déficit cero desde hace ya dos años. Pero las buenas noticias acaban prácticamente aquí, detrás de estos números estériles que, en realidad, poco dicen de su situación real. España a pesar de estar por muchos aspectos en alza en el plano económico y de la visibilidad internacional, presenta debilidades estructurales preocupantes que permanecen dramáticamente en el plano de la política social.

El primer mito por destruir es aquel del aumento del PIB cuyo dato viene dado demasiado a menudo como indicador único y suficiente para explicar el éxito o el fracaso de la política económica. Antes de nada hay que considerar el efecto de los fondos estructurales y de cohesión europea de los cuales España es, en términos absolutos, el mayor beneficiario, cuantificable aproximadamente en un 1% anual del PIB. Este es el mérito sin embargo, haber gastado bien los recursos impuestos a los países donadores (otros países como Grecia lo han hecho mucho peor). En segundo lugar el PIB per cápita es todavía bajo, 22.690 dólares, siempre según The Economist, lejos todavía de los 27.640 de Italia y los cerca de 31.000 de Francia, Alemania y Gran Bretaña.

Competitividad frente a países en vía de desarrollo

Por otra parte, el crecimiento español debe atribuirse en buena parte al sector de la construcción que se ha aprovechado del boom y de la especulación de los últimos años y a la persistencia de una combinación de sueldos bajos y leyes “blandas” que han favorecido la entrada de empresas multinacionales interesadas en ahorrarse costes de producción (ver por ejemplo la explosión de los service centers, centros de servicio administro-financiarios multinacionales en el área metropolitana de Barcelona).

España, por tanto, ha basado su crecimiento en un sector poco estratégico a largo plazo y en las ventajas competitivas sobre países en vías de desarrollo. Es el país en el cual hay un mayor número contratos de trabajo precario de Europa y el salario mínimo interprofesional es actualmente de 450 euros (en Francia es de 1100 euros aproximadamente).

¿Efecto Zapatero o efecto Solbes?

El Partido Popular de Aznar garantizaba la continuidad en su política económica. Hay que preguntarse cuánto y qué cambiará en el PSOE de Zapatero. El nuevo superministro de economía, Pedro Solbes, ha sido en la Comisión el más vivo defensor del déficit cero como instrumento de crecimiento económico. Difícil pensar en un cambio de marcha en este punto, dado que el PSOE no ha criticado nunca al gobierno en el tema de las cuentas públicas. El motivo que se aduce es el de la inflación, al ser en España más alta que la media Europea (en febrero alcanzaba el 2,2%, frente al 1,5% de la UE); resulta sin embargo difícil comprender como se puede soportar una inflación tal (estamos muy lejos de números de dos cifras), cuando se busca estimular un crecimiento sostenido, y cuando la deuda pública es sólo del 50 % del PIB, 20 puntos por debajo de la media europea.

Generación inestable

La cuestión es que son indispensables mayores inversiones en sectores estratégicos si España quiere ser realmente un país sólido y puntero en Europa. En educación e investigación y desarrollo la inversión es bajísima, mientras a nivel social el país está a la cola en lo que se refiere a pensiones, salarios, contratos de trabajo y precios de alquiler. Un problema particular atañe a los jóvenes en edad laboral: al licenciarse tarde y encontrarse con contratos precarios, no pueden acceder a los alquileres desorbitados fruto del boom del ladrillo. Mientras, el gasto del Estado en vivienda social es irrisorio.

Para compensar la falta de poder adquisitivo, las familias financian con préstamos su propio consumo (otro motor del crecimiento español), y la deuda está alcanzando niveles insoportables, sobre todo en vistas a un futuro crecimiento de los tipos de intereses, en estos momentos al mínimo.

España no es un país en crisis, pero necesita un cambio de marcha. Necesita calidad en las inversiones y en la creación de empleo, y necesita el esfuerzo del gobierno, también si ello acarrea alejarse del dogma del déficit cero.

La construcción de una economía sólida, cimentada en la calidad de los recursos humanos, aleja los riesgos de un sistema basado en una una ventaja competitiva, el precio del trabajo, que es cada vez más exclusivo de otros países emergentes. Son inversiones necesarias para reforzar los pilares sobre los cuales se está construyendo algo grande.

Translated from Ma è proprio vero che “la Spagna va bene”?