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España, un caso aparte: Un país en una burbuja (inmobiliaria)

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Política

Queridos vecinos europeos: dejen de compararnos. Porque la crisis de España no tiene “nada” que ver con la de sus países. Porque nuestro caso no hunde sus raíces en problemas estructurales (que también), sino que los hunde literalmente en cemento. Somos un caso aparte. Se abre el telón para presentar el origen de nuestros males: la “burbuja inmobiliaria”.

Su origen es difícil de situar en una línea temporal. Se puede remontar incluso a la década de los 60, cuando la España franquista se dedicaba a construir en sus costas los apartamentos en los que las suecas pasarían sus vacaciones, aunque su mayor auge se registró en los años 90. Lo cierto es que en 2008, España se levanta de un ladrillazo y comienza a ver las consecuencias de esa llamada “burbuja inmobiliaria” (amparada por gobiernos de distinto signo político) o, lo que es lo mismo, todo iba muy bien hasta que empezó a ir muy mal. Pero, ¿cómo llegamos a esa situación?

Pedimos dinero prestado y lo invertimos (mal)

Los datos y las cifras se amontonan en nuestra libreta sin entender nada. Buscando algo de luz, recurrimos a Ricardo Vergés, catedrático de Economía Inmobiliaria y asesor de Estadística y Economía. Nos traslada a la fase de preparación del euro y a la unificación de los tipos de interés con el tratado de Maastricht(1992). “Algunos países como Alemania, Francia y Austria vieron en el euro una oportunidad de hacer negocio ”. Simplificando mucho la historia, el país germano consiguió crear una gran masa de dinero a partir del año 1992 y España fue uno de los países que aceptó un “pequeño préstamo”. Según Vergés, “España hizo venir más de 800.000 millones de euros”. Sin embargo, no lo invertimos en producción (Irlanda, por ejemplo, creó su industria tecnológica durante esos años), sino que “nosotros lo invertimos en vivienda que no necesitábamos”. ¿Por qué? “Rodrigo Rato, vicepresidente económico del gobierno (PP) por aquel entonces, tenía que haber dicho que ese dinero tenía que ser reinvertido en industria. Pero les animó a seguir haciendo vivienda”.

Ladrillo viene, ladrillo va

Se produce una primera burbuja inmobiliaria. Nos dedicamos a construir como locos: apartamentos, chalets, obra pública, obra privada. Las licencias de obra vuelan y nos saltamos a la torera la ley del suelo. Por entonces, los españoles, acostumbrados a vivir por encima de nuestras posibilidades porque “da igual, pago con tarjeta” no queríamos renunciar a adquirir una casa y, mucho menos, una segunda residencia (para vacaciones). A más demanda…boom de precios; ¿por qué lo permitió el gobierno? Según Vergés, “porque así podía recuperar un IVA y un impuesto de sociedades y podía desarrollar obra pública sin necesidad de recurrir a la deuda pública”.

Yo de mayor, algo relacionado con la construcción

Todo parecía ir de maravilla. Había que construir y había que construir rápido. Y esto requería mucha mano de obra. Según datos del Ministerio de Fomento, en 2005, un total de 2.649.615 personas se dedicaban a alguna profesión relacionada con la construcción. En 2008, sin embargo, ya eran 600.000 personas menos de una cifra total de 3 millones de parados en diciembre de ese año, así que la mayoría de puestos de trabajo del sector fueron cayendo como un castillo de naipes. Solo entre 2005 y 2008 se redujo el número de empresas dedicadas a la construcción un 22%. A eso hay que sumar que muchos decidieron sacar los beneficios de España (dicho en otras palabras, tonto el que no evada) y unos muy dudosos acuerdos entre constructores y numerosos políticos para conseguir licencias de obra en un país en el que ni la Casa Real se libra de la alargada sombra de la corrupción.

Ésta, en concreto, pertenece al grupo Francisco Hernando ("El Pocero")

Llega la crisis mundial de 2008. Las hipotecas basura de Estados Unidos contagian la economía de Europa y España, con un sistema bancario estatal articulado en las llamadas Cajas de Ahorros, se ahoga. Muchas no resisten y son obligadas a fusionarse y los bancos reciben también una llamada de atención. El resultado, “hoy pides un préstamo y de entrada te dicen no”. Los bancos no solo no tienen dinero, sino que lo necesitan. Son ellos los que te lo piden, dice Vergés: “Le podemos vender una batería de cocina, lo que sea, pero cómprenos algo”. Ellos también pidieron dinero y ahora “están pagando unos intereses a los bancos acreedores de entre 60 y 80 millones de euros al dia”.

 Y ahora ¿qué?

Solo entre 2005 y 2008 se redujo el número de empresas dedicadas a la construcción un 22%

Europa lleva meses imponiéndonos deberes que intentamos cumplir como podemos. La semana pasada, Libération decía que España tenía que preocuparse por su enorme deuda privada. Es decir, volvemos a la burbuja inmobiliaria. La gente pidió prestado mucho dinero para comprar casas y construirlas, acumulando una deuda privada que ahora nadie puede pagar.

Además, España tiene una deuda pública de más de 700.000 millones de euros que supone el 65,2% de su PIB. Según Vergés, “no podemos devolver ese dinero. Es imposible. Y Merkozy quiere que se lo devolvamos”. A lo mejor habría que empezar intentando vender las 687.523 viviendas nuevas terminadas que en 2010 seguían sin encontrar comprador y hacerse con un buen sillón que ofrecer a Merkozy durante la larga espera.

Fotos: portada, (cc) Edu Barbero (poemas visuales)/ flickr;  (cc) Grupo Francisco Hernando/flickr; (cc)Antonio Marín Segovia/flickr;