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España: el ladrillo que se enfría

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Comprarse una casa es un proyecto de vida para la mayoría de los españoles. En un mercado con precios abrasivos, la inversión inmobiliaria parece la solución mágica, pero la tendencia se está invirtiendo.

Ana Cebrián se siente feliz: con 26 años ya es propietaria, junto con su novio, de un apartamento totalmente renovado en el centro de Valencia. “¡Un negociazo!”, nos confiesa. “He pagado el apartamento a mitad de precio, pues se lo hemos comprado a mi suegra. Aunque eso sí, hemos tenido que echarle 65.000 euros en reformas.” Igual de contentos están Pedro y Yolanda Collado, casados desde hace 2 años y propietarios de un apartamento comprado sobre plano. “Fue mi madre quien tuvo la idea de que invirtiéramos en esto”, explica Pedro. “Vio el anuncio de la promoción y no paró hasta que nos convenció. Una suerte, pues 2 días después todo estaba vendido.”

Son dos ejemplos característicos del gustillo de los españoles por el “el ladrillo” [en cursiva en el original, nder], considerado por lo general como la mejor de las inversiones posibles. Ahora bien, a pesar del dinamismo de la economía española, debido en gran parte al sector de la construcción, la tendencia parece aminorarse a la vez que el crecimiento económico.

Amenaza para el turismo

Haciéndose eco de las dificultades que se avecinan, el diario El Mundo, en su edición del 10 de septiembre pasado, encendía las alarmas hablando incluso de anulación de grandes proyectos inmobiliarios y de retroceso del nivel de ventas en un 40%. Bautista Soler, uno de los mayores promotores de viviendas de los últimos 40 años en la Península Ibérica, confirma esta impresión y explica que las causas de esta tendencia se encuentran en el aumento de los tipos de interés practicados por el Banco Central Europeo (BCE).

Cruz Sierra, director de un semanario económico de Valencia, comparte está opinión. “Desde hace un tiempo, los actores del sector concuerdan en decir que el ritmo de crecimiento se desacelera, pasando del 15% anual a menos del 7%”, nos indica. A su entender, las mismas causas provocan efectos parejos: aumentar los tipos de interés significa frenar la demanda.

Por otro lado, ahí donde algunos se muestran optimistas considerando que el sector sabrá encontrar nuevos mercados en los países emergentes o en Europa del Este, Cruz Sierra se muestra más escéptico. “En la comunidad autónoma valenciana, la Ley de Urbanismo aprobada en 1994 y actualizada en 2005 ha sido contraproducente. Por entonces, no había suficiente suelo para construir y la mediad tenía por objeto liberar suelo para responder a la demanda. Sin embargo, la disposición legal ha sido pervertida, dejándole la vía libre al urbanismo salvaje. La consecuencia está siendo la destrucción del litoral mediterráneo, poniendo en peligro al sector turístico.” Todo un problema si se tiene en cuenta que el turismo es el segundo sector económico más importante del país.

Créditos a 50 años e interés variable

¿Qué hacer para mantener la demanda y evitar el derrumbe de la economía nacional? Las entidades de crédito ofertan hipotecas a muy largo plazo cuyas mensualidades pueden prolongarse hasta 50 años. Reservados a los que tengan menos de 35 años, estos créditos casi siempre con un tipo de interés variable –con los riesgos que ello conlleva- se perciben como un yugo por parte de los compradores que tendrán que verse atados a su banco para el resto de sus vidas. Dicho esto, son hipotecas que permiten a los famosos jóvenes mileuristas convertirse en propietarios.

Los extranjeros son otro filón para el inmobiliario español. Europeos o de otros continentes, cada vez son más los que invierten en casas en el país. Para Cruz Sierra, juegan un papel que no hay que menospreciar. “Son los que han contribuido al dinamismo español de estos últimos años, tirando de la demanda y generando empleo y crecimiento.”

¿Qué hace el Estado? ¿Qué puede hacer para apoyar al sector y evitar que estalle la burbuja inmobiliaria? Según la opinión mayoritaria en el sector, el Estado no está muy presente. “Las VPO son insuficientes e inaccesibles”, lamenta Cruz Sierra. Para Ana Cebrián, “las condiciones de acceso son rocambolescas y hace falta una suerte enorme para beneficiarse de la más mínima ayuda en este terreno”.

“No vas a tener casa en la vida”

"La vivienda es un derecho, no un negocio". Muchas pancartas con este lema se han podido ver en diversas manifestaciones en España durante los últimos meses. La sociedad civil se ha organizado para protestar contra lo que ya se conoce como “violencia inmobiliaria”.

El movimiento "por una vivienda digna" comenzó en Internet de forma anónima. A través de correos electrónicos y SMS, miles de jóvenes se concentraron el pasado 14 de mayo en diferentes ciudades españolas. Tras seis 'sentadas' no autorizadas y 17 detenidos, la Asamblea por una Vivienda Digna, formada a partir de las protestas, convocó una gran manifestación el pasado 2 de julio.

Piden “reformas estructurales” por parte de las instituciones para controlar el alto precio de la vivienda, que impide a los jóvenes españoles “emanciparse o simplemente acceder a unas mínimas condiciones de habitabilidad con sus propios recursos”. Según Daniel Jiménez, portavoz de la asamblea, el 30 de septiembre se reanudarán las protestas en Barcelona y el 21 de octubre en Madrid bajo el lema “No vas a tener casa en la puta vida”. Siempre con el objetivo de que las autoridades escuchen y actúen para frenar la “burbuja” inmobiliaria. Madrid / Sergio Rodríguez

Translated from Espagne : quand le marché s’essouffle