Escudo estelar, versión Nueva Europa
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álvaro navarro¿Una instalación militar norteamericana en el corazón de la Unión Europea? Varsovia y Washington lo están negociando. ¿Y la Vieja Europa qué?
Como continuación del indiscreto reportaje del diario The Guardian, un avergonzadísimo John Bolton, Vicesecretario de Estado de los Estados Unidos para el control armamentístico, se ha visto obligado a confesar: desde hace varios meses, Washington ha mantenido conversaciones de carácter secreto con el gobierno de Polonia, República Checa y Hungría referentes a la construcción de una enorme instalación militar interactiva con vectores de intersección destinados a la neutralización de eventuales amenazas balísticas que provengan de Oriente Medio (de Siria o Irán, por ejemplo).
Jarro de agua fría para la Vieja Europa
La instalación estaría compuesta de más partes: la base armamentística estaría situada bajo territorio polaco junto a varias estaciones de radar de gran alcance (hablamos de cerca de 100 Km2 de extensión necesaria, por tanto a expropiar) que se construirían bajo territorio checo, húngaro y eslovaco. Ha caído como un jarro de agua fría en Bruselas. A un año de las polémicas que concernieron a la Vieja Europa, a poco más de un año de las inesperadas posturas pro-americanas por parte de los países centro europeos en la crisis de Irak, se confiaba haber cerrado este delicado paréntesis. El Grupo de Visengrad (que reúne a Polonia, República Checa, Hungría y Eslovaquia) es, desde un punto de vista geográfico, el corazón de Europa. Además, las perspectivas de desarrollo económico y social de estos países les coloca en un marco esncialmente europeo. Su futuro es Europa. Sin embargo, en un clima de sospecha, de casi conspiración, negocian con los Estados Unidos para la construcción de una base militar que, de construirse, descompondría todas las perspectivas de política exterior europea en materia de Oriente Medio. No se han curado de la vergüenza que semejantes revelaciones procuran en las principales capitales de Europa occidental que, en contraposición a las directrices de Washington, estaban comprometidos a construir un diálogo exclusivamente diplomático con Siria e Irán, y ahora se hallan de nuevo en la embarazosa posición de quién ni siquiera está capacitada para controlar aquello que sucede en su propia casa. La Unión Europea, cayendo de las blandas nubes de Bruselas, descubre de un día para otro que en el corazón de su propio territorio los Estados Unidos construirán su mayor base militar fuera de su territorio. Asentamiento que, entre otras cosas, contradice completamente los principios del tratado de ABM (Anti-Ballistic-Missil) defendido con fervor por Europa.
Ricos pero inseguros
¿A qué se debe tal comportamiento? Los países del Grupo de Visengrad están muy sensibilizados en lo que respecta a la seguridad nacional. Hoy en día, se encuentran obligados a transferir buena parte de su soberanía, adquirida recientemente (y por tanto aún más apreciada) a una Europa que puede garantizar su desarrollo económico pero que, actualmente, no puede hacer más: puede hacerles sentirse ricos pero no seguros. Los países centroeuropeos son, desde hace siglos, corderos sacrificados por las exigencias ajenas: inmolados, en primer lugar, en Mónaco sobre el altar de la Alemania nazi; posteriormente sobre el altar de la Rusia comunista. Sus miedos no son pura fantasía; nacen de una memoria histórica bien viva en la mente de todos los ciudadanos del Grupo de Visengrad, y de una escrupulosa idea de aquellos que son sus contiguos: estados semicolindantes como Bielorrusia o Ucrania donde de vez en cuando “desaparecen” las armas nucleares. Varsovia quiere “sentir” la presencia americana sobre su territorio, quiere sentirse segura, protegida. Mientras que los países centro europeos no sientan la presencia europea, hablar de integración será imposible.
Mientras no sean realistas los proyectos relativos a la defensa, a la seguridad común, países como Polonia, Hungría República Checa, Eslovaquia, Lituania, “amenazada” esta última por el problema Kaliningrado, no podrán sentirse plenamente integrados y mirarán hacia otros lugares para satisfacer sus propias exigencias. Únicamente entonces se podrá empezar a pensar sobre una idea de política común, pero no antes.
Translated from Scudo stellare, versione New Europe