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Escudo antimisiles, ¿a favor o en contra de Europa?

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Default profile picture kai ehlers

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Default profile picture lorena lalinde

CulturaPolítica

Los planes para la construcción de un escudo antimisiles obligan a los europeos a tomar una decisión cuanto antes.

Algo sorprendente sucede en el escenario de la política global. Los EE UU quieren explicar a la Unión Europea que se protegerán contra ataques de Irán y de Corea del norte a través de la colocación de nuevos sistemas antimisiles en Polonia y de un sistema de radares en Chequia. A partir de 2011 debería estar finalizado. Ante esto, Rusia se siente amenazada y protesta, mientras desde lejos China se manifiesta en contra. Los gobiernos de Polonia y la República Checa están de acuerdo con la iniciativa, aunque en las encuestas sus respectivas opiniones públicas están en contra.

La dinámica propia del rearme de los EE UU

Hay quien habla de una nueva guerra fría. Eso sí, basta con observar el mundo para entender que ni Irán ni Corea del Norte disponen de cohetes de largo alcance. Cabe pensar que nos encontramos de nuevo ante la clásica dinámica del rearme de EE UU. Después de la Guerra Fría, no desarmaron, sino que reorganizaron su armamento. El proyecto de la Guerra de las Estrellas de Ronald Reagan ha sido puesto a punto paso a paso mediante un sistema de bases antimisiles en tierra y mar. Además, desde 1991, se ha ampliado la OTAN a los países del antiguo Pacto de Varsovia y de Europa del Este. En el año 2015 se prevé que estén finalizadas las instalaciones mundiales de los sistemas de radar. En paralelo, los EE UU han renegado de todas las limitaciones internacionales de armamento, incluido el tratado de la no proliferación de armas atómicas.

Europa como Cabecera

En la concepción estratégica de los EE UU, le ha sido destinada a Europa la función de cabecera para la dominación de Eurasia, en especial la represión de Rusia. Japón es considerada como segunda cabecera en la parte asiática.

Mientras tanto, el telón de acero ya cayó y la UE ha llegado paso a paso hasta las fronteras de Bielorrusia, Moldavia y Ucrania. La cooperación estratégica entre la UE y Rusia muestra, con Alemania como pilar fundamental, una estrecha colaboración en materia de energía. Es más, el euro representa ya una seria competencia contra el dólar norteamericano como moneda pago del petróleo. Si a esto le añadimos el núcleo europeo de defensa dentro de la OTAN y las acciones independientes de defensa europea, los EE UU lo interpretan como una amenaza seria a su hegemonía.

Punto de fractura en la UE

Al mismo tiempo, la UE, con la ampliación de los Estados del antiguo Pacto de Varsovia, hereda las rivalidades históricas de los países del Este con Rusia. Aquí nos encontramos un potencial punto de fractura entre la “vieja” y la “nueva” Europa, y entre la amenazante Rusia y los afables EE UU. De esta manera, los EE UU tratan de influir en los nuevos países de la UE para salvaguardar a la Unión Europea de la influencia rusa.

Vladimir Putin, en el congreso de seguridad el pasado 10 de febrero en Munich, definió la ampliación de las bases de los países de la OTAN en Polonia y en la República Checa como una agresión de los EE UU. Estos puntos de fricción ponen de relieve los intereses fundamentales de Rusia en la cooperación estratégica con la UE.

Desafío de China

Por último, un mes después de la publicación de los planes estadounidenses en Polonia y Chequia, China puso a prueba uno de sus misiles tierra-aire, con el que logró destruir un satélite metereológico propio a una altura de 860 kilómetros. China es por esto el primer país del mundo en poder alcanzar los misiles de los EE UU, pues estos vuelan a una altura también de 860 kilómetros, con el desafío que esto supone para los EE UU.

Por todo esto, la cuestión no es tanto evitar la amenaza de Rusia a los miembros de los países orientales de la OTAN (Polonia y la República Checa), sino tratar de que Europa se vuelva a unir a los EE UU e impedir la cooperación entre Rusia y la UE. Y por ello, para impresionar, todo se negocia y se discute con luz y taquígrafos en las cancillerías europeas, en el consejo de seguridad de la ONU y entre los responsables de exteriores de los EE UU y Rusia.

La prueba son los debates en Polonia y en la República Checa, tras los cuales, a pesar de las promesas de los respectivos gobiernos, todavía no hay nada decidido. La cuestión decisiva, hoy por hoy, es si asistimos a otra Guerra Fría. ¿Dónde está Europa hoy en el contexto de las nuevas potencias? ¿Sigue deseando ser una punta de lanza como lo desean los EE UU en su hegemonía global o prefiere emanciparse junto a Latinoamérica, Rusia, India y China en el camino del multilateralismo?

El autor es miembro de la red de corresponsales n-ost

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