Escándalos académicos
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Fernando Navarro SordoNo todo es oro lo que reluce en el mundo de las universidades: profesores desbordados, huelgas estudiantiles, carencia de plazas y sobornos en los exámenes. Repaso a lo peor de nuestras aulas.
Italia: un año sabático para obtener el diploma
“Me fui de Erasmus a Boloña. Nada que ver con Inglaterra”, cuenta Louise, una estudiante británica de 24 años. “En Londres, éramos 30 por clase como mucho, ¡en Italia no hay límite de matriculación de alumnos! ¡Qué decir de los tutores: mi coordinadora Erasmus trabajaba en dos universidades a la vez y tenía por costumbre recibirnos sólo una vez al mes. Las colas de alumnos ante la puerta de su despacho eran interminables.
Son quejas típicas de estudiantes extranjeros cuando desembarcan en el País de la Bota, y es que la realidad universitaria en Italia es escandalosa. Profesores que llegan a trabajar en cuatro facultades distintas con la imposibilidad de coordinar sus horarios y que renuncian a veces a acudir al aula a impartir su clase. A veces hasta combinan distintos empleos. Los estudiantes y los redactores de tesis o investigadores son los encargados de hacer el trabajo sucio. La carencia de personal y la desorganización crónica son el pan de cada día de los universitarios italianos.
Francesca, por ejemplo, tiene 26 años y es licenciada por la Universidad de Trieste antes de la reforma: está que trina. Posee una licenciatura de Ciencias y Técnicas de la Interculturalidad, una carrera nacida en 2005 “en la barra de un bar alrededor de unas cuantas cervezas” en palabras del profesor Giovanni Ferracuti, uno de sus creadores. Francesca nos cuenta que “cuando se inscribió, prometían el oro y el moro para los que la estudiáramos. Iba a ser formada para trabajar en las agencias de acogida de inmigrantes o en ONG. En realidad no he tenido un solo contacto con las instituciones. Deberíamos haber participado al menos en unas prácticas obligatorias, pero no hemos hecho nada. Los cursos que he seguido son como los de Ciencias Sociales, pero no me dejan presentarme a oposiciones públicas. Por otro lado, este año hemos sabido que esta licenciatura ha sido congelada. No sabía que las carreras pudieran tomarse un año sabático. O bien soy parte de una especie en peligro de extinción, o bien me han estafado”.
Francia: todos a la calle
Si en Italia la Universidad está moribunda, no se porta mejor en nuestra vecina Francia. En el país de los galos, el deporte nacional estudiantil es la huelga. Cuando empiezan con una no paran hasta meses más tarde, bloqueando los servicios, las clases y la administración.
Así sucedió en 2006, cuando todo el país quedó paralizado por las manifestaciones y las huelgas contra el contrato para primerizos, el CPE. Este contrato para el primer empleo autorizaba a los patronos a despedir sin justificación a los jóvenes menores de 26 años durante sus dos primeros años de prestación. Un proyecto de ley que el Gobierno se vio forzado a retirar tras ásperas rondas negociadoras.
Es lo que cuenta Kate, una inglesa de 24 años inscrita en una facultad de traducción: “Todo se quedó cerrado durante tres meses, hasta la biblioteca universitaria. Estaba en Toulouse, como Erasmus. Incluso cuando regresamos a 'la normalidad', no habían cambiado demasiado las cosas. Las aulas estaban cada vez más descuidadas, con los aseos en el exterior y pintadas por todas partes. Me pareció horrible”.
Alemania: las universidades fuera de la ley
“En mi universidad, hemos empezado a pagar tasas sólo este año”, nos dice Dominik, de 23 años, y etudiante de Económicas en Hohenheim, en el Estado de Baden-Würtemberg, a sur de Alemania. Ahora paga 500 euros por semestre. Antes, no los pagaba nadie. Ahora, 12 Estados sobre 16 las han puesto obligatorias. El problema sigue siendo el número de inscripciones. El decano de mi universidad a permitido al menos a 700 personas inscribirse en la facultad. ¿Resultado? La primera semana, muchos alumnos no cabían en las clases, puesto que los anfiteatros sólo acogen a 400 personas como mucho. Se puso enpie un sistema de vídeoconferencias para las clases siguientes, pero cuesta mantener la atención y comprender lo que dicen los profesores. Debido a la falta de plazas, a veces hay que asistir a las clases sentado en las escaleras o en los pasillos”.
Lituania: 30 euros por un sobresaliente
En Lituania, la situación depende mucho de cada facultad y de la administración. Según Indre, licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de Vilnius, “lo que falta a menudo, es acutalizar los contenidos de la enseñanza, con menos teoría y más práctica”. A veces, los reproches emitidos contra el sistema universitario lituano van más allá, como lo demuestra el de Tomas, de 22 años, estudiante del Instituto Técnico Gediminas de Vilnius. “El año pasado, un profesor aceptaba sobornos a cambio de buenas notas. Incluso si no habías estudiado nada y no conocías la materia, pagando podías obtener una buena nota.
Cuando se está seguro de aprobar el examen no hace falta pagar el soborno, pero ¿quién está seguro de aprobar un examen?: nunca está de más dejar caer un pequeño sobre con dinero. “Hasta 100 litas se pagaba por cada examen oral [unos 30 euros], y 50 por un trabajo.” Una suma nada desdeñable en este pequeño país báltico. Tomas prosigue: “Como es evidente, nadie se ha quejado, porque era un sistema que venía bien a todos, pero al final se descubrió el pastel y el profesor tuvo que cambiar de establecimiento”.
Agradecimientos a Indre Kumpikeviciute
Fotos: Edmis/ Flickr; Gael Turpo/Flickr; ThelmageGroup/Flickr; Lewishamdreamer/Flickr
Translated from Università, scandali accademici