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Erasmus, 11-S, redes sociales y otras marcas de la Generación… ¿Qué?

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Están más acostumbrados al teclado de un ordenador que a sujetar un bolígrafo. Generación Einstein, Generación Google, Generación Y, otra Generación Perdida... Definirlos no es fácil. Los jóvenes de entre 20 y 35 años, conectados a la globalidad, viven en un mundo que tiene poco que ver con el de sus padres.

Analistas y víctimas de la incertidumbre discuten las claves para entender a la Generación Incógnita.

“¿Similitudes con sus padres? Pocas. Más bien remarcaría las diferencias, que son muchas”. Lo dice la socióloga Almudena Moreno, profesora universitaria y colaboradora del Instituto de la Juventud español. Los jóvenes se mueven más que nunca en un contexto global, para lo bueno y para lo malo. Quizás por eso coinciden en señalar los atentados del 11S en Nueva York, el 11M en Madrid o el 7J en Londres como acontecimientos clave. “Descubrimos el poder de la imagen y que el terrorismo no tiene fronteras”, asegura Carmen María, española de 25 años. Para Néstor, de 30, “fue como traernos esos miedos e inseguridades a nuestra propia casa”.

Los atentados del 11-S, 11-M o 7-J (entre otros), y las invasiones de Afganistán e Iraq, marcan una cultural global del miedo en la primera década del siglo XXISin embargo, lo que más separa a esta generación de las anteriores es Internet. “Las redes sociales están modificando sus formas de socialización y la construcción de la identidad. La autoridad pasa de ser vertical a horizontal. Los conocimientos están disponibles al instante y las redes sociales difuminan las fronteras entre lo público y lo privado”, afirma Almudena Moreno. Según datos del Eurostat, el 80% de los jóvenes internautas europeos usa redes sociales como Facebook o Twitter.

Carmen Mª trabaja en el mundo del marketing online, un sector profesional que ni siquiera existía para la generación anterior. Y forma parte de los más de dos millones de jóvenes que han disfrutado de una beca Erasmus desde que se creó en 1987. De Italia se llevó amigos de otras nacionalidades, un nuevo idioma y una experiencia personal y académica que no deja de recomendar. Valerie es italiana, pero disfrutó de su Erasmus en París. Allí conoció a Ángela, española, con la que sigue en contacto a través de Internet. Ambas tenían tan sólo un año cuando España y Portugal se unieron a la Comunidad Europea. Para Ruth García, de 34 años, ese fue uno de los acontecimientos clave para su generación. Es española pero lleva casi una década trabajando como docente e investigadora en Alemania.

Gracias a la Unión Europea todas comparten experiencia internacional, moneda y facilidades para la movilidad, a la que también han contribuido los vuelos de bajo coste, un concepto estadounidense que llegó a Europa en 1985 con la compañía irlandesa Ryanair, y cuyo éxito se mantiene pese a la crisis económica. 

Una crisis que ha golpeado de lleno a los jóvenes europeos. Están sobradamente preparados pero más de un 20% de los menores de 25 años no encuentra trabajo. “La crisis es, sin duda, nuestra mayor preocupación, ligada a la falta de trabajo y su problemática social”, añade Ángela. En septiembre, el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, hablaba en Oslo del riesgo de una “Generación Perdida, descolgada del mercado laboral, con una pérdida progresiva de los conocimientos adquiridos y sin motivación”. 

“Nos llaman la ‘Generación Apática’. Yo diría más bien ‘sin rumbo’. A diferencia de las anteriores, no tiene ningún objetivo claro, nada contra o por lo que luchar. La falta de motivación genera siempre apatía, pero no creo que seamos apáticos por naturaleza”, asegura Ruth. Los jóvenes tienen inquietudes pero se muestran desencantados con los políticos. Néstor añade: “Me interesa la política; sus decisiones nos afectan de manera directa, pero no congenio con ningún partido, no cubren mis exigencias y expectativas”. Él, ingeniero técnico y profesor, recicla y se preocupa por el cambio climático o, “mejor dicho, lo que nos cuentan de él”. Eso de lo que tanto se empezó a hablar en el 2007, cuando Al Gore recibió el Nobel de la Paz por su documental Una verdad incómoda. Hoy nadie duda de la necesidad de cuidar el medio ambiente, pero las políticas gubernamentales ya no generan credibilidad entre los jóvenes.

Almudena Moreno apunta: “La evolución de estos jóvenes vendrá marcada por las posibilidades de gestión de su propia individualidad y del entorno que les ofrezcan las nuevas tecnologías en un contexto social y económico incierto”. Incertidumbre parece ser la palabra clave. Camen Concluye: “Somos la ‘Generación Ecuador’, que divide dos cambios generacionales grandísimos, y a la vez pertenecemos a ambos”.

Foto: Portada: (cc) ramtyns/Estatua de Sadam Husein: Gerard Van der Leun/Ambas de Flickr