Entrevista al ex-comisario que quiere legalizar las drogas
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Gala AmatTom Lloyd ha sido policía durante 30 años. A lo largo de su carrera ha podido observar los efectos de las drogas en las personas. Y ha llegado a la conclusión de que el problema son las leyes. Comisario retirado, hace campaña para modificar las leyes de cara a la legalización. Nos encontramos con él en Cambridge.
¿Por qué está Tom tan convencido de que las drogas deberían legalizarse? En los comienzo de su carrera policial, Lloyd se dio cuenta de que algo no iba bien. Me cuenta como los drogadictos eran “tirados a una habitación llena de simples colchones" conocida como “La fosa”. Luego, se les ponía de pie y se les echaba a patadas, sin la ayuda ni el apoyo adecuado. La mayoría de los drogadictos habían vivido serios traumas, explica Lloyd, “algo va mal en la vida de estas personas y culparles por ello es un enfoque erróneo. Ayudarles a salir de su situación no es sólo el planteamiento correcto para ellos, sino también el mejor para la sociedad. Es más barato intervenir y atenderles”.
¿Qué hay de los que consumen drogas por placer? ¿Esa gente que fuma hierba para relajarse o toma pastillas en las fiestas? “La mayoría de las personas que consumen drogas no tienen un problema”, explica Lloyd, “si tienes un problema con el consumo de drogas, lo último que necesitas es ser arrestado y procesado, si no tienes un problema, lo último que necesitas es ser arrestado y procesado”. Esta frase es breve y concisa pero increíblemente perspicaz. En pocas palabras, Lloyd ha revelado lo absurdas y perniciosas que son nuestras leyes ¿Por qué la gente no ve esto? Lloyd culpa al sensacionalismo de los medios de comunicación. “Hay una desvinculación real que deriva del hecho de que le tengamos este miedo emocional a las drogas y a lo que estas nos puedan ocasionar, lo que nos convierte en seres irracionales”, comenta el antiguo comisario.
eL EFECTO GLOBO
Tom Lloyd explica que la legislación en materia de drogas pretende proteger a la gente pero lo que hace en realidad es ponerla en peligro. Al prohibir las drogas, el gobierno no las controla pero lo que de hecho hace es renunciar a la posibilidad de controlarlas. La gente no muere por tomar éxtasis, por ejemplo, muere por los productos contaminantes añadidos por los criminales a los que no les importan sus clientes. Hablamos del predominio de las llamadas ‘legal-highs’, que costaron la vida de 52 personas en el Reino Unido en 2012. “Es este efecto globo” cuenta Lloyd. “La gente, en vez de consumir sustancias relativamente seguras como el MDMA o el cannabis, recurre a estos productos desconocidos y altamente peligrosos. Me pregunto si cada vez que alguien muere a causa de las drogas, la sangre mancha las manos del gobierno”. Tom contesta: “Quizá sea una frase emotiva pero ¿podrían haberse evitado las miles de muertes por sobredosis de heroína, metadona y otras drogas? La respuesta a esto es 'sí, prácticamente todas ellas' ”.
Un argumento al que a menudo se enfrenta Lloyd es el que sostiene que la legalización de las drogas animará a más personas a su consumo. Él rechaza este argumento, destacando el ejemplo de Portugal, donde el consumo de drogas se ha reducido a la mitad diez años después de la despenalización. De hecho, Lloyd dice que el argumento que sostiene que “el consumo de drogas aumentaría” no se entiende en absoluto. “La atención debería centrarse en la reducción de los daños más que en la reducción del mercado, porque desde mi punto de vista, no puedes disminuir el volumen del mercado sometiéndolo a una prohibición porque esto aumentaría artificalmente el precio de las drogas. La marihuana no es más que una hierba. Sólo vale su peso en oro porque está prohibida”. Cuando se mudó al frondoso Cambridge, una pequeña ciudad de ensueño con sus finas y altas torres, Lloyd no esperaba encontrar tanto consumo de drogas. Sin embargo, en un solo día, siete traficantes de crack fueron arrestados. Los enormes incentivos económicos que la ilegalización genera suponen que el tráfico de drogas corra como la pólvora.
Una salida fácil
Interesada en incrementar las estadísticas, la policía arresta sin violencia a los traficantes que son un blanco fácil (una salida fácil). Por otro lado, prosperan los traficantes más importantes. Es como una especie de darwinismo económico según el cual la propia ley “engendra a las organizaciones criminales más violentas, más corruptas, más destructivas y más peligrosas”. Lloyd me cuenta cómo los agentes solían incautar pequeñas plantas de cannabis y arrestaban a sus propietarios, a menudo, simpáticos hippies. Se cuidaban y regaban las plantas colocadas en el alféizar de la ventana de la comisaría hasta que florecían, una prueba sólida que se utilizaría en los tribunales. Los tribunales regionales: ese elemento disuasorio que tan caro ha salido, que no disuade sino que mancha el CV del infractor, cerrándole las puertas al mercado laboral y abriéndoselas al de la criminalidad a largo plazo. Parece que para la mayoría de los consumidores de drogas, la persecución legal les supone un mayor daño potencial que las mismas drogas.
“El gobierno no está luchando contra las drogas sino contra la gente”, afirma Lloyd. Al contrario que en la mayoría de las guerras, en esta, el resultado deseado por el gobierno es un costoso desgaste. “Tener mano dura con las drogas” es apostar a caballo ganador. La guerra debe continuar. La investigación llevada a cabo por la organización benéfica Transform muestra que las drogas ilegales le cuestan al gobierno del Reino Unido más de 19 mil millones de euros al año. ¿Conclusiones? No a ojos de los políticos. Estos llevan rechazando la realización de una investigación del análisis de los costes en el Reino Unido durante más de una década. “La ausencia de investigación es deliberada”, comenta Lloyd, “porque si el gobierno investigara, pondría al descubierto, tan solo en términos económicos, cuan inefectiva es la actual política de aplicación de la ley”. Conclusiones es lo último que necesitan los políticos que ven los miles de millones gastados en la guerra contra las drogas como una inversión más que como un proyecto socio-económico.
“Esta política fallida acerca de la prohibición de las drogas es un azote al mundo entero”, concluye Lloyd apasionadamente, “es un abuso masivo de los derechos humanos”. Sin embargo, el cambio está en el horizonte. La reforma en la legislación de las drogas en Portugal, la República Checa, Uruguay, Colorado y Washington ha producido olas de agitación y de pánico que se están extendiendo a través de los medios de comunicación y de los parlamentos por todo el planeta. “Esto va a pasar”, dice Lloyd, “ahora existe una fuerza imparable a favor del cambio”. Lo que una vez fue un dogma irrefutable – “La guerra contra las drogas”- está ahora listo para ser debatido.
Lee la entrevista completa aquí.
Translated from "Legalise Drugs": Interview with ex-police-chief constable Tom Lloyd