Entre la tijera y las cuerdas
Published on
Dublín es una ciudad llena de vida, en cada esquina hay un músico, en cada bar un concierto está apunto de empezar o alguien afina su violín mientras espera que el autobús, aquí de dos plantas y azul y amarillo, llegue a su hora.
Ese es el lado amable de la ciudad, el cosmopolita, el que invita a pasear y a escuchar a qué suena. Porque Dublín huele a hierba,a tasca y a mar, suena a rock&roll, blues, folk y gaviotas y sabe a whiskey y a cerveza negra. Pero también resulta incómoda, agresiva para el visitante, todo el centro de la ciudad está repleto de carteles anti-aborto, mostrando imágenes poco agradables, dejando claro quiénes son los buenos y quiénes los malos para los partidarios del Gobierno . Charlar con algún vecino en Lord Edward Street, en pleno casco histórico vikingo de Dublín, sobre la nueva ley del Aborto que se aprobó, que este esté plenamente en contra, y que unos minutos después un par de vecinos más se unan a la conversación con opiniones totalmente diferentes, es una buena fotografía del pulso político actual de la ciudad. Porque a los irlandeses les gusta hablar, dar su opinión y charlar vivamente sobre lo que sucede.
BAJA LA ESTADÍSTICA, LA CALLE SE RESIENTE
Lo cierto es que existe malestar en parte de la sociedad irlandesa, la parte progresista se entiende. El Gobierno ha decidido recortar, sacar la tijera a pasear y no ha tenido mejor idea que hacerlo en los presupuestos de Educación para el año próximo. Genial ocurrencia para el futuro del país y el desarrollo de los más jóvenes, piensan algunos. Los efectos de estos recortes cualquiera se los puede imaginar, la eliminación de la subvención del mantenimiento de escuelas, límites a la contratación de asistentes para alumnos con necesidades especiales, el aumento de la ratio profesor-alumno en los niveles primarios y secundarios...y así hasta una lista de casi una veintena de aspectos que se verían afectados, según nos cuenta John Holohan, responsable de comunicación de la ONG para la Educación, "Educate Together".
Los datos hablan, son objetivos, no se dejan secuestrar por la voz de un político o un medio de comunicación intencionado. Si una sociedad no apuesta por su propia Educación, por su propia Cultura, ¿qué tipo de futuro le espera ? En el ámbito institucional irlandés son poco optimistas, aunque bien es cierto que las calles de Dublín rezuman Cultura, alegría y optimismo, pero esa es la vida alejada de los suelos de moqueta, los trajes y los apretones de manos falsos, ya saben. "La austeridad en Irlanda está dañando particularmente a la sociedad irlandesa. Esto es porque las autoridades ven primero al país como una economía y después como una sociedad. Para la educación esto supone que el dinero es más importante que el futuro de los jóvenes" se lamenta el profesor de Inglés, Historia y Ciencias Políticas, Fintan O´Mahony.
Me recuerda Fintan que el salario de los profesores ha disminuido entre un 14 y un 20%, que la moral del profesorado está por los suelos. Que los chicos no ven otra salida más que huir y buscarse un trabajo de lo que sea y dónde sea. La globalización aún no ha conseguido que ganarse el pan sea algo fácil, y que nos avisen si lo logra. "Creo que todavía hay optimismo en los jóvenes irlandeses, sin embargo, aún queda mucho por hacer para ayudar a los jóvenes a tener un empleo seguro, esto es vital para su autoestima y sus perspectivas futuras» apunta John. Optimismo entre los jóvenes, ¿sino qué nos queda ?. Aquí parece que el que no sale a la calle guitarra en mano, o ukelele, vaya usted a saber, sale a otro país a buscarse la vida. No hay punto intermedio, o bajas a la calle o cojes un avión, lo importante es cruzar el escalón de tu casa.
LIARSE LA MANTA A LA CABEZA
En uno de los cafés que hay en los alrededores de Dawson Street uno puede hacerse a la idea de qué es Dublín para los jóvenes. Allí entre estudiantes y turistas, músicos que se ganan la vida en la calle y curiosos con el sabor del último fish and chips en la boca, con olor a té y el sonido de algo que suena a la Creedence de fondo, Alonso, estudiante de Animación me cuenta sus penas para sobrevivir en la capital, "El precio de la escuela es más barato para los irlandeses que para los extranjeros", "el mundo de la animación no ha notado el mundo de la crisis, aunque para entrar a trabajar en esta industria es prácticamente imposible" se lamenta este alegre malagueño que luchará, dice, por seguir con su sueño, sea cuál sea el nombre de la frontera que cruce.
De aquí para allá, las preocupaciones, las aventuras y propuestas de los jóvenes que viven en Dublín, irlandeses o no, parecen que van en cualquier dirección menos en la que va su Gobierno. "¡Qué aburrido!" parece ser lo que todos piensan cuando se imaginan qué harían si estuvieran en el lugar de los señores de corbata y camisa. Las noticias del cierre de las escuelas de educaciones superiores, de las protestas y de la incertidumbre del qué pasará cuando tenga que comenzar el nuevo curso corretean entre los pasillos de cualquier institución de enseñanza en Dublín. Y la duda está ahí, ¿ser optimista o pensar que no hay salida ? Los jóvenes irlandeses han apostado al que sí se puede.
Hablo con David, que ha estudiado gestión musical en una de las escuelas que preveen cerrar el año próximo por los recortes. Él, que por cierto viajará a Múnich para completar un máster y que tristemente me reconoce que quizás la solución económica se encuentre en Alemania, se considera un soñador, pero "qué carajo, quizás la crisis sirva para crear grandes cosas". Defiende la Educación, las especiales, las que son creativas, las que apuestan y arriesgan en estudios poco convencionales, esas en las que precisamente no cree el Gobierno irlandés.
Hay gente que aún no puede creer que esto suceda, la cantante Wallys Bird, que vive a medio camino entre Londres, Múnich y Dublín, alucina pensando que se puedan cerrar tantas escuelas, en las que ella estudió, y tanto talento se quede en la calle, "El cierre sería el movimiento más estúpido, ¡simplemente que reinventen la universidad!", aunque ella misma me reconoce que lo mejor es alejarse del camino "oficial", de lo marcado, "Para perfeccionar tu arte, lo mejor es echarte a la carretera, aprender a ser una familia en el camino, y conocer tu arte y estilo". Me dice que no deje de escuchar a los irlandeses Villagers, Lisa Hannigan o Little Green Cars, para que sepa de qué me habla.
En pleno barrio bohemio y turístico de Temple Bar, conozco a Eric y Dave, dos músicos que bien me recuerdan a The Band. Charlamos en las escalinatas de la plaza dónde tocan cada miércoles y viernes, entre cervezas y banjos, la opinión de dos tipos que viven de su música en la calle es claro "Aunque nos recorten no nos quitarán nuestra Cultura". Rock and Roll. Quizás esa siempre fue la solución.
Este artículo forma parte de una serie de informes mensuales que llevan en varias ciudades EUtopia on the Ground. Consulte la página para obtener más información acerca de nuestro deseo de "más Europa" desde Atenas a Varsovia. Este proyecto ha contado con el apoyo financiero de la Comisión Europea en el marco de una sociedad de gestión con el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Fundación Hippocrene y la Fundación Charles Léopold Mayer para el Progreso Humano.