Entre Breivik y Khaled Said: Una revolución digital
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Aitana Pascual BuitragoEl año 2011 nos ha mostrado la fuerza de los nuevos medios en los debates políticos, bien sea en manifestaciones europeas, en las revoluciones árabes o en el terrorífico atentado de Noruega del pasado mes de julio. En la actualidad, el compromiso político es abordable en todas partes y por todo el mundo. Pero...
¿es compatible con nuestras democracias la instantaneidad que define este compromiso político?
2012 : ¿Una elección digital?
Conforme se aproxima la llegada de las elecciones presidenciales de 2012, los candidatos a la presidencia se someten a las nuevas exigencias digitales, siguiendo el modelo presentado por Obama para dirigirse a sus votantes estadounidenses en 2008. Por supuesto, los candidatos se deberán mostrar en su terreno en los medios de comunicación para poder llegar a su electorado, desencantado por una crisis económica y un descontento político creciente. Pero todavía se necesitará una chispa más: la digital. De hecho, la herramienta de Internet es un espacio público de debates que da la palabra a todo el mundo. Sin embargo, algunos de sus primeros usuarios, unos jóvenes estudiantes parisinos, me han dicho que éstos no confían demasiado en “la red” para buscar información que les ayude a tomar una decisión para la campaña electoral del 2012. Este es el caso de Guilhemette, un estudiante de Derecho en la Universidad de Assas en París, que a menudo se inclina por otros medios informativos y que me confió sus dudas en cuanto al contenido de Internet.
Navegando sobre el terrorismo
Hoy en día, cada vez más movimientos ideológicos, políticos y activistas no solo se conforman con distribuir folletos, escribir o manifestarse, ahora además utilizan un arma letal: el terrorismo. Ha nacido una nueva arma para comunicarse. Internet se ha convertido en el espacio ineludible de todos los movimientos que actúa democratizando un país entero por medio de la transmisión de mensajes extremistas. En este espacio, sin duda, no se trata de apoyar a un candidato presidencial o de asesorar sobre las reformas del gobierno. Se trata, más bien, de oponerse a la política. Hoy por hoy, cualquiera puede, gracias a “la web”, expresar sus opiniones sin reservas en este mundo superficial, sentado detrás de su pantalla. Esta herramienta se ha convertido en el símbolo de una cierta equidad, entre los expertos y los ignorantes, entre los moderados y los extremistas.
Por lo tanto, existe una línea muy fina entre los mensajes transmitidos por la población durante las revoluciones del mundo árabe de este año y el mensaje de odio difundido por Anders Breivik antes de su atentado en Noruega el pasado julio. Los dos casos tienen algo en común: el poder de “la red”. Pertenecer a un grupo en Facebook, Twitter. Hacer comentarios sobre el mundo en que vivimos por medio de un estado o un comentario en Internet. Crear un blog. Estos son los medios que pueden hoy en día constituir un compromiso político. Esta afición digital que tiende a oponerse a la política, ¿no podría provocar un activismo abusivo y en algunas ocasiones infundado?
¿Democratizar un país con acceso a Internet?
La libertad incondicional de expresar sus opiniones, ¿no es peligroso, dando lugar a movimientos de grupos que pueden distorsionar el compromiso político en sí mismo?
Dominique Cardon, en su libro La démocratie Internet (La Democracia Internet), publicado en 2010, subrayó el desafío político de Internet describiendo la web como un “laboratorio de experimentos democráticos”. La inmediatez de “la web”, de hecho, ayudó a los militantes tunecinos y egipcios. Puesto que las redes sociales le dieron un alcance inmenso a los movimientos a favor de la democracia y el cambio. Estas redes sociales se han convertido en un medio de comunicación nuevo y muy poderoso. Wael Ghonim, creador de la página de Facebook “Todos somos Khaled Said” es uno de los héroes de esta revolución. que ha sabido reunir a todo un pueblo detrás de la imagen de este joven torturado hasta la muerte por la policía egipcia a principios de año.
¿Más democracia para subsanar el déficit?
Sin embargo, aunque nuestras democracias se han tomado como ejemplo por algunos, parecen anquilosadas. La corrupción, la abstención electoral, las políticas regionales ineficaces, la creciente alienación de las minorías y, evidentemente, las guerras, parecen ser el origen de un cierto “déficit democrático”. En este contexto, ¿cuál es el porvenir de la participación política? Si la riqueza informativa de Internet impresiona, la inmediatez de este nuevo medio de comunicación, ¿no se contrapone al largo proceso democrático? La libertad incondicional de expresar sus opiniones, ¿no es peligroso, dando lugar a movimientos de grupos que pueden distorsionar el compromiso político en sí mismo? Muchas preguntas subyacen tras una redefinición del compromiso político. Un compromiso a no tener miedo, ni mucho menos. De hecho, la excesiva apertura de “la red” permite formar una opinión pública más fuerte; crear vínculos a través de las fronteras e ir un poco más allá en el ideal de la democracia. Cómo lo había presentado el que sin duda fue uno de los demócratas estadounidenses más fervorosos, Alfred Emanuel Smith: “Todos los males de la democracia pueden curarse con más democracia”.
Fotos : Portada (cc)racchio/flickr ; pulgar levantado (cc)owenwbrown/flickr, Khaled Said (cc) hibr/flickr ; Vídeo : SaraMenace/youtube
Translated from Entre Breivik et Khaled Said : une révolution numérique