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En Bruselas, una juventud dorada con poco futuro

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Translation by:

Mar Camón

SociedadPolítica

Licenciados más que cualificados y políglotas, originarios de las cuatro esquinas de la Unión Europea y que han decidido instalarse en la capital belga para realizar unas prácticas o para encontrar empleo. Reportaje desde el corazón de este microcosmos en ebullición

"Bruselas es el síndrome de Peter Pan, una especie de depresión post-erasmus". Jorge, un español de 26 años, realizó sus últimos dos años de estudios en Lyon, Francia. "Estaba acostumbrado al estilo de vida estudiantil. Es un universo paralelo que no queremos abandonar". Su vocabulario ilustra perfectamente el ambiente que se encuentra en las calles de Bruselas, de niños grandes que ya han terminado la universidad pero quieren continuar viviendo como estudiantes: fiesta, vidas colocadas y compañeros de piso. Organizan sus reencuentros y comparten sus experiencias internacionales. "Soy lo opuesto de mis familiares que rara vez han viajado y de mis amigos que se empiezan a casar. Yo tengo ganas de conocer mundo y salir de fiesta", confiesa Ioana, una rumana de 26 años.

Capital de ‘adolescentes’

Tres suecos en el Parlamento Europeo ©EPPero en estos tiempos de crisis económica, ¿cómo gestionan su vida cuotidiana estos jóvenes adoptados en Bruselas? Romain es un francés de 25 años diplomado en cine. Se queja de que las producciones están mal pagadas. Aquí, igual que allí, ningún sector escapa a la crisis: "En Bélgica, las empresas pueden invertir en películas a cambio de devolución de impuestos. Pero actualmente, cada vez se muestran más reacias a hacerlo". Para sobrevivir, multiplica sus trabajos como interino y sus padres le ayudan económicamente. "Por otro lado, intento motivarme visitando galerías de arte y los bares cercanos a mi antigua escuela, para no perder los contactos".

Establecer una red es importante, sobre todo para conseguir establecerse en alguna parte. "Cada seis meses, hay que cambiar de empleo o encontrar unas nuevas prácticas. Pero, aunque es difícil, hay que tomárselo con filosofía ya que se trata de una situación provisional", se anima Jorge. Mientras tanto, Ioana sueña con trabajar en alguna institución europea. Por ahora, acumula formación. "He trabajado cinco meses en el Parlamento y, como quería quedarme en Bruselas a cualquier precio, he aplicado para un think-thank". Pero Ioana sabe bien que las plazas son escasas. "Para los europeos de los nuevos países miembros es más complicado ya que necesitamos un permiso de trabajo. Personalmente, me siento afortunada". Una impresión reforzada por el estilo de vida distinto al de su país natal. “Yo llego a los 1.400 euros brutos al mes. Esta muy lejos de lo que gana mi madre después de 25 años como profesora de primaria".

el símbolo de Bruselas

Una élite bilingüe y diplomada

Cómodos dentro de su burbuja, la joven generación europea, intelectual y de élite, se siente protegida y lejos de la crisis económica. Laeticia, también de 26 años, realizó sus estudios de comunicación pública en Italia: "Si Europa es Bruselas, entonces no me gusta Europa, porque está más alejada de la realidad social del resto de la Unión. Aquí, la juventud está formada por la elite bien educada de la clase media y burguesa. La mayoría son licenciados y hablan varias lenguas”.

Y la internacionalización de esta ciudad no es siempre una ventaja. En la capital belga, el inglés no es suficiente, también hay que dominar el francés o el flamenco. "Es un auténtico problema", se queja Romain. "A mi ya me han rechazado diversas veces porque no hablo holandés". Claudia, de 23 años y nacida en Amberes, habla correctamente tres lenguas. Después de sus estudios inacabados en psicología en la Universidad Libre de Bruselas, se gana la vida a duras penas con trabajos ocasionales. "La competencia es más fuerte en el mercado laboral, prefiero irme al extranjero, donde se aprecien más mis competencias". Un deseo recurrente, como si Bruselas no fuese más que una etapa, un trampolín. Jean-Marie, de 24 años, nació en la ciudad francesa de Rennes y ha conseguido un contrato de dos años como geofísico en el Observatorio de Bélgica: "Yo no hago planes de vida. Ya veremos lo que me depara. Incluso aunque a veces me pregunte qué es lo que me espera". 

Photos: ©StephenMcleod - 6x6 or death/flickr; ©EP

Translated from A Bruxelles, une jeunesse dorée en mal d’avenir