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Elecciones irlandesas: Los expatriados no podrán elegir Gobierno el 25 de febrero

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Política

¡El Dail (parlamento) está disuelto! Los ciudadanos irlandeses elegirán un nuevo Gobierno que supervise la recuperación de la peor crisis económica en la historia del país. Sin embargo, a muchos de quienes se vieron forzados a emigrar durante los cuatro años de mandato fianna-fáil green se les negará el derecho a votar.

Irlanda continúa siendo uno de los países que se resisten a otorgar el derecho a voto a sus ciudadanos que residen en el exterior. El dicho común de quienes están de acuerdo con ello es  "sin impuestos no hay representación." Esto no sirve de nada para los miles que han abandonado Irlanda desde que se desató la crisis y que estuvieron pagando impuestos hasta hace algunos meses. El comité de expertos de Dublín, el Instituto de Investigación Económica y Social (ESRI, por su siglas en inglés), calcula que cada semana emigran unas 1. 000 personas, un número enorme para una población que ronda los 4.4 millones. Con un electorado de algo más de tres millones, hay razonables preocupaciones de que un millón de votantes residentes en el exterior podría torcer los resultados.

El privilegio de votar residiendo en el extranjero está reservado para los diplomáticos y el personal del ejército o de la policía en servicio oficial. Actualmente, alrededor de veintinueve de treinta y tres estados miembros del consejo de Europa permiten que sus ciudadanos no residentes voten. En el mundo, más de 110 estados otorgan ese derecho, incluyendo Botswana, Colombia, Indonesia, Iraq, Mali, México y Estados Unidos.

Irlandeses en el extranjero: ¡Déjenme votar!

A aquéllos que han emigrado recientemente les duele que no se escuchen sus voces en la votación del 25 de febrero. 'Todo mi interés estará centrado en el resultado más que en tomar parte," dice Orlaith Finnegan, quien trabajó como asesora de relaciones públicas en Dublín antes de trasladarse a París en 2010, donde trabaja de instructora de inglés. "El derecho a voto debería extenderse a los ciudadanos irlandeses en el exterior hasta cinco años después de que hayan partido, ya sea por voto postal o facilitado a través de la embajada." Al menos, dice O. Finnegan, se debería establecer un sistema de reciprocidad para que los ciudadanos de la Unión Europea puedan expresar su opinión acerca de quién los gobierna si están viviendo en otro estado miembro. "En ese caso yo estaría muy feliz de no participar en estas elecciones y esperar a las presidenciales francesas en 2012."

"En ese caso yo estaría muy feliz de no participar en estas elecciones y esperar a las presidenciales francesas en 2012."

Vincent Murphy, periodista, está a la espera de recibir su tarjeta para votar en su vieja dirección de Dublín un día de éstos. Pero, al no tener un modo de votar desde Nueva York, donde vive, la alternativa es "volar a casa, recoger esa tarjeta para votar, y emitir su voto. Pero eso no es muy realista, ¿no?." Dada la historia de emigración del país, Murphy se pregunta por qué nunca se ha abordado el debate sobre los derechos de voto de los ciudadanos irlandeses que residen en el extranjero. "Mi decisión de emigrar fue personal. Sólo puedo imaginar cuánto deben desear dar su veredicto sobre el Gobierno aquéllos que se vieron forzados a emigrar para buscar trabajo en el extranjero." Reconoce que dado el abultado número de irlandeses que viven en el exterior, no es imposible legislar para ellos. "Debería encontrarse un modo de ofrecer el voto a los emigrantes recientes: quizás si uno vivió en Irlanda durante los últimos dos años. Otros países pueden hacerlo. Me siento privado de mis derechos civiles al no poder votar. Tengo la intención de volver a mi país en 2012 y por lo tanto el resultado de estas elecciones tendrá un impacto real sobre mi vida."

Catherine Flynn reservó su vuelo desde Londres en cuanto pareció probable que los comicios serían el 25 de febrero. "Me siento responsable por haber votado al fianna fáil [del primer ministro Brian Cowen; ndr] y a los greens (socio minoritario en la coalición) para que gobiernen," explica esta empleada de una agencia de medios de comunicación sociales. "Las elecciones determinarán cómo será la Irlanda a la que regrese."

David O’Connell, consultor en IT, quien ha vivido en Nueva York durante una década, considera "una vergüenza" que no haya facilidades para el voto desde el extranjero, pero advierte contra el otorgamiento del pleno derecho de voto a todos los expatriados. "Ello impregnaría directamente al electorado irlandés con emigrantes que distorsionarían muchos distritos electorales en direcciones en las que normalmente no votarían." Propone ofrecer escaños a representantes de los emigrantes en el senado irlandés, la cámara legislativa superior. El rol de este cuerpo está actualmente en revisión y es considerado elitista y cada vez más irrelevante. Otorgar espacio a los representantes de la diáspora podría ser un modo de revitalizarlo.

Comparación europea

De hecho, el Gobierno saliente propuso establecer una comisión electoral independiente en 2009, la que habría hecho recomendaciones para extender el derecho a voto en el exterior sólo para las elecciones presidenciales. Con la economía en el centro del escenario, es difícil que esto se materialice pronto. Un fallo de la corte europea de derechos humanos (ECHR, por sus siglas en inglés) de julio de 2010, permite tener más esperanza de que el Gobierno se vería forzado a actuar. En 2007, dos ciudadanos griegos que vivían en Estrasburgo denunciaron que su derecho a votar era violado porque estaban viviendo en el extranjero. Aunque ellos podían haber viajado a Grecia, la corte declaró que la distancia y el gasto involucrado complicaban su derecho a votar según el artículo 3, disposición uno de la convención europea de Derechos Humanos. Irlanda, como todos los estados miembros de la UE, es signataria de la convención.

Al mismo tiempo el Reino Unido permite que sus ciudadanos que viven en el extranjero voten en las elecciones por un periodo de 15 años desde que abandonan el país. Pero un veterano de la segunda guerra mundial está cuestionando esta limitación. Harry Shindler, de noventa años y residente en Italia, también presentó su caso ante el ECHR a fines de enero. "Una gran preocupación del Consejo de Europa es preservar y fortalecer la democracia y los derechos civiles de los estados miembros," dijo la corte en su petición. "Es necesario dar la debida consideración al derecho a voto de los ciudadanos que viven en el extranjero, una libertad esencial en todos los sistemas democráticos." De vuelta en Irlanda, Orlaith Finnegan se consuela con los indicios de que ambos, el gobernante fianna fáil y los greens, sufrirán el 25 de febrero una dura derrota por su total incompetencia. Estando así las cosas, "como ciudadano no residente me será negada la pura alegría de una venganza electoral sobre el Gobierno."

Foto: (cc) photobunny/ Flickr

Translated from Irish elections: expats can't vote on 25 February 2011