El régimen norcoreano anula la individualidad. Lo he inmortalizado.
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carmen lloveresEntrevista exclusiva al italiano Pierpaolo Koss, uno de los pocos artistas que ha trabajado en el país más hermético del mundo.
El arma nuclear, inspecciones, experimentos. En las crónicas sobre Corea del Norte la prospectiva artística suele quedar muy descuidada. Sin embargo, para entender la dimensión absurda y a la vez surrealista del régimen –que ha vuelto a la mesa de las negociaciones el 18 de diciembre de 2006– no se puede prescindir de la propaganda total para encomiar a Kim il-Sung, el Amado Líder “fundador de la patria”, muerto en 1994, y a su hijo Kim Jong-Il, quien detenta el poder hoy en día. Pierpaolo Koss -coreógrafo, director y fotógrafo- ha inmortalizado esta propaganda a raíz de su viaje en allá por 1992 en una serie de fotos y videos que sólo recientemente se han expuesto- hasta el 28 de octubre de 2006 en Barcelona. Hemos hablado con él por teléfono cuando se encontraba en Génova.
¿Podría explicar mejor las circunstancias de su viaje a Corea del Norte?
En 1992 fui invitado, para mi sorpresa, a ir a una convención en Corea del Norte dedicada a las escrituras coreográficas y a las “corpografías” para manifestaciones de masa. Yo era el delegado del Consejo Italiano de Danza, un organismo cultural vinculado al Consejo Internacional de Danza de la UNESCO.
Fuimos desde Berlín Este, haciendo la “ruta de la amistad Berlín–Moscú–Pyongyang”, que luego sería cerrada en 1994. En Moscú subieron a bordo unos cuarenta hombres todos de azul y con corbata roja, con un pasador con una imagen del Amado Líder. Intenté llegar al baño pero la azafata me invitó a pedir permiso a uno de estos señores: habíamos sido fichados por los hombres de la seguridad interna del régimen norcoreano.
Hasta 1994, Corea del Norte estuvo en manos de Kim il-Sung. ¿Es hoy su hijo Kim Jong-Il, verdaderamente el Dios de los norcoreanos?
Es un tirano feudal despiadado pero también extrañamente moderno. Ensalzado de manera faraónica, su cumpleaños es una fiesta nacional, como también el del padre. El culto dedicado a Kim il-Sung es una verdadera religión, de hecho se le han atribuido muchos milagros. El mismo Kim Jong-Il es venerado hoy en día como el hijo de un Dios único y su imagen se multiplica, junto a la del padre, en estatuas monumentales y en construcciones de auténticos templos dedicados a su culto, como aquellos de los emperadores de la época confuciana. Pyonyang, reflejo del poder absoluto, parece una verdadera ciudad santa dedicada al culto del padre y del hijo. Toda la arquitectura urbana es un homenaje titánico a la única monarquía comunista hereditaria, dominada por la torre de la “Juche” -“autarquía”- cuyo nombre se debe a la ideología propugnada por el Amado Líder y, culminada por una grandiosa llama de cristal que está siempre iluminada, mide más de 150 metros.
Volviendo a su trabajo artístico, concentrado en el cuerpo y la identidad, ¿Cómo surge la idea de la pérdida de la identidad de los ciudadanos norcoreanos?
En mi búsqueda artística hay un intento de escarbar en la carne generando repulsión y revulsión, un cuerpo que se revela y mezclado en distintas realidades tiende a la neutralidad, a la metamorfosis.
El trabajo sobre Corea del Norte afronta el tema del cuerpo y su puesta en escena, sometido a un rito de sacrificio, como una fiesta en la que estalla la violencia del cuerpo social que anula la individualidad para proyectarnos en un imaginario, cuya medida puede ser sólo la dimensión trágica del infinito desbordar. En Corea del Norte se pueden encontrar grandes estadios dedicados al Amado Líder, donde se desarrollan las fiestas oceánicas del régimen, “corpografías” absolutamente grandiosas, de perfección geométrica. Ninguna ceremonia de apertura de las Olimpiadas ha alcanzado tales dimensiones: decenas de miles de personas utilizadas como “píxels” vivientes en grandes frescos colorados de imágenes del Partido, de escritos exultantes del gran líder.
Es inevitable mi malestar frente a esta pérdida de individualidad que he intentado evidenciar saturando los colores para acentuar la locura repetitiva de las “corpografías”, su grandiosidad pop. Colores que a través de la imagen digital dan vida a imágenes fieles pero aún más surrealistas en la coloración luminosa, verdaderas imágenes de tableaux vivants. He buscado acentuar al máximo la parodia surrealista del poder totalitario, puesta en escena en la convicción de que también los extranjeros quedan impresionados de tanta belleza y tanto poder.
Imágenes de Pier Paolo Koss. Por orden de aparición: Kim's House; Celebration Blu; One Million Parade.
Translated from L'artista: «Il regime nordcoreano annulla l’individualità. L'ho immortalato»