El privilegio de ser una vaca en Europa
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El dumping alimentario de la UE arruina a millones de pequeños agricultores. La reforma de la PAC debe acometerse ahora que incluso la OMC se ha pronunciado contra el dumping europeo.
“No te preocupes por mí y lucha con todas tus fuerzas contra la OMC” dijo a un amigo Lee Kyung-Hae, un campesino coreano de 54 años, antes de clavarse un cuchillo en el corazón. Sucedió hace un año en la cumbre de la Organización Mundial de Comercio en Cancún. Lee protestaba por las exportaciones a precios por debajo del coste de producción (dumping) de la Unión Europea y los Estados Unidos. La disminución de los precios provocada por el dumping ha condenado a la pobreza a millones de pequeños agricultores como Lee en todo el mundo, incapaces de competir con los productos subvencionados. La OMC, lejos de proteger a los países pobres de los abusos de las economías del Norte, se ha regido por un principio fariseo: proteccionismo para los países ricos y libre comercio y apertura de los mercados para los pobres.
Los ejemplos son demoledores: según datos de Oxfam International la UE y EEUU son autores de la mitad de las exportaciones de trigo, fijando precios que son alrededor de un 40% más bajos que sus costes de producción. La UE por sí sola es el mayor exportador mundial de leche desnatada en polvo, a precios que representan el 50% del coste de producción y es además el mayor exportador mundial de azúcar blanco, que vende por una cuarta parte del coste de producción.
¿Ayuda al desarrollo?
Los efectos del dumping alimentario que practica la UE son devastadores. La apertura de los mercados jamaicanos obligada por el Banco Mundial a las importaciones de leche en polvo subsidiada de la UE arruinó con sus precios risibles a los productores locales. Una actitud que se repite en todos y cada uno de los países pobres, adornada a veces por el cinismo y la incoherencia de la “ayuda al desarrollo” que lo acompaña. Por cada dólar donado a los países pobres en concepto de ayudas, éstos pierden dos dólares a causa de las barreras comerciales de los países ricos.
Tras las mortíferas inundaciones de 2000 en Mozambique, por ejemplo, la UE donó a este país 170 millones de euros. Un ejercicio de hipocresía por parte de una UE que impone su azúcar subvencionado a este país, suprimiendo la competitividad del azúcar de caña local, el más barato del mundo. Y va más allá, ya que la UE no permite la importación de azúcar procesada mozambiqueña, reservando los beneficios del refinado para empresas europeas como la británica Tate and Lyle, la alemana Sudzucker o la francesa Beghin Say, que han recibido subsidios a la exportación por valor de 600 millones de euros.
A pesar de la bífida política comercial europea, puede que la muerte de Lee no haya sido en vano. El desesperado grito de ayuda del coreano quizás aceleró la llegada de los símbolos en la lucha contra el dumping. Tras declarar ilegal el sistema estadounidense de subsidios al algodón en junio de 2004, la OMC, en una sentencia histórica, ha declarado que la UE utiliza un nivel de subsidios a la exportación de azúcar cuatro veces superior a lo permitido. ¿El principio del fin del dumping?
Otras vías
Las políticas neoliberales han fracasado si es que alguna vez tuvieron como objetivo la erradicación del hambre en el mundo. La propuesta de revisión a medio plazo de la Política Agraria Común europea (PAC) sigue apostando por un modelo intensivo de producción agraria que conlleva el progresivo despoblamiento del medio rural y el empobrecimiento del pequeño agricultor. La sociedad civil europea debe presionar para conseguir una profunda reforma de la PAC, con la vista puesta en la Soberanía Alimentaria: el derecho de los pueblos a definir su política agraria y alimentaria, sin dumping frente a países terceros. Es una alternativa al neoliberalismo agrario y fue desarrollada por Vía Campesina, debatiéndose por primera vez en la Cumbre Mundial de la Alimentación en 1996. Implica la marginación de la OMC, organismo totalmente inadecuado para tratar temas de seguridad alimentaria, y la actuación de las Naciones Unidas. La Soberanía Alimentaria da prioridad a la producción local frente a la exportación, autorizando a los países a adoptar medidas proteccionistas anti-dumping y permitiendo ayudas públicas a los campesinos si no son utilizadas para exportar a precios inferiores. Además, garantiza la estabilidad de los precios agrícolas a escala internacional mediante unos acuerdos internacionales de control de producción.
Sin embargo, siempre según datos de Oxfam International, si África, el sudeste asiático y América Latina aumentaran un insignificante 1% su participación en las exportaciones mundiales, los beneficios podrían sacar de la pobreza a 128 millones de personas. Ésa es la utopía, pero la realidad la resumió perfectamente el escritor uruguayo Eduardo Galeano: “los subsidios que recibe cada vaca en Europa –más de dos euros al día- duplican la cantidad de dinero que en promedio gana, por un año entero de trabajo, cada granjero de los países pobres”. Una vaca europea gana más que un africano. ¿Acaso no merece esto un haraquiri?