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El pelotón de los torpes

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La Defensa europea también marcha a dos velocidades. ¿Conseguirá imponer el núcleo duro su deseo de un verdadero ejército europeo (operacional y con mando unificado independiente de la OTAN)?

El gran objetivo europeo para los próximos años será el de la defensa común, como ya lo fueran en otros tiempos el mercado interior, el euro o la libre circulación de personas en un espacio europeo sin fronteras. Y tal y como sucediera entonces, se plantea de nuevo la posibilidad de que se realice de manera escalonada o asincrónica. Un grupo de países más capaces va por delante, dando los primeros pasos del proyecto, al que tratarán de sumarse después los menos preparados. Es decir, el problema conocido como de las "dos velocidades".

En el caso de la defensa europea el problema se complica. Ya que no interviene tan sólo un problema de "velocidades" en función de las distintas capacidades de cada uno de los países, hemos de sumarle aquí un problema de "direcciones". Cada uno de los países miembros tiene su propia idea del tipo de estructura defensiva que debería conformarse.

Este segundo obstáculo es más político, ya que atañe a la propia vocación que en materia de Seguridad y Defensa tienen los estados. En el seno de la unión encontraríamos 3 sensibilidades: los países con vocación europeísta, aquellos con una perspectiva atlantista y algunos de tradición neutral.

Varias velocidades, varias direcciones

Ambas cuestiones han surgido en la fase de preparación del Proyecto de Constitución Europea. El último año ha resultado ser muy agitado en lo que se refiere a la configuración de una estructura defensiva propia en Europa. Porque ha coincidido con este proyecto constitucional y porque no ha podido evitar el verse afectado por las divisiones surgidas en el seno de la Unión a causa de la guerra de Irak. De este modo, la definición última de lo que sería la estructura defensiva concretada en la Constitución, con sus modos y fases (las posibles "velocidades") se vio decisivamente influenciada por los intereses estratégicos de los países (lo que definimos como “direcciones”).

En abril del pasado año se reunían en una polémica minicumbre cuatro de los seis estados fundadores, constituida ésta en torno a la renovada alianza franco-alemana. Los países con vocación atlantista, más cercanos a las posturas de Washington (frontalmente opuesto a la propuesta de Unión Europea de Seguridad y Defensa que marginaría a la OTAN), rechazaron inmediatamente las intenciones de la reunión (la Ministra española de Exteriores los calificó posteriormente como la "Banda de los Cuatro"), que iba mucho más allá de lo aceptable por los EEUU y Gran Bretaña, pues proponía la creación de un Cuartel General Conjunto en Bélgica al margen de la Organización Atlántica.

En este contexto se mostraban más claramente que nunca las dos posturas, las dos "velocidades". De un lado Francia, Alemania, Bélgica y Luxemburgo (núcleo de los Eurocorps), que abogarían para la Constitución por un proyecto de defensa reservado a una avanzadilla de países, y del otro España y Polonia, apoyados estratégicamente por el Reino Unido, que exigían que la estructura diera, inicialmente al menos, entrada a todos los países miembros. Inicialmente al menos porque Suecia, Finlandia, Austria e Irlanda, enmarcados en una postura de neutralidad, no se encontrarían cómodos con respecto al encaje del proyecto con sus propias constituciones.

Esa falta de confianza en un verdadero ejército europeo (operacional y con mando unificado independiente de la OTAN) se puede ver también reflejada en la marginación de la “Europa débil” en el proyecto del nuevo avión de transporte militar europeo AIRBUS A400M y en el anclaje simultáneo de Europa del Este a las estructuras de la Alianza Atlántica y de la UE.

La Agencia Europea de Armamento

Al margen de lo controvertido que pudiera resultar el hecho de contar con 25 ejércitos tan dispares (muchos tan sólo simbólicos, otros potencias nucleares), cuando llega el momento de afrontar la defensa común se hace necesario la creación de un organismo en la UE que gestione mejor los recursos militares de los miembros, derrochados actualmente. La capacidad militar real de la Unión se estima en un 10% de la estadounidense, pero en cambio el presupuesto militar sumado es de 160.000 millones de euros al año, la mitad que EEUU.

Por ello se crea en noviembre la Agencia Europea de Armamento, que será, la institución encargada de comenzar la labor de gestión global en el seno europeo que ponga freno a la problemática de las "velocidades".

De momento, Francia y Alemania, de un lado, y Londres, de otro, han cedido posiciones para encontrar una fórmula aceptada por ambas partes. En septiembre de 2003 aprueban un texto en el que, para no herir susceptibilidades, se indica que "ojalá puedan participar los 25 Estados" en esa buscada estructura militar.

Para ello, los Estados participantes tendrán que cumplir "un nivel" a pactar en gasto y operatividad. La admisión de los aspirantes se decidirá por mayoría cualificada en el Consejo de la Unión, donde también se podrá decidir si un Estado "no puede asumir los compromisos", quedando relegado del grupo. Con ello se consagra la defensa a dos ritmos, pero no se excluye a nadie a priori, quedando satisfechos España y Polonia.

Por lo tanto el Proyecto de Tratado Constitucional ha conseguido lo que nadie esperaba gracias a su planteamiento de una geometría variable (no se cierra las puertas a nadie para formar parte de la estructura defensiva). La consagración de la Europa de "dos velocidades" en materia de defensa ha resultado de gran utilidad (la participación anunciada de los 25 en la Agencia de Armamento), y es que, a la hora de la verdad, nadie quiere quedarse en el pelotón de los torpes.