El pedo: ¿Por qué hacer una montaña de ello?
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Ana drmTodo el mundo tiene gases. Pero pocos hablan de ello. La simple mención del pedo está directamente ligada al campo de lo escatológico. Una opinión que encontramos en la mayoría de contextos sociales y que se ha difundido con el paso del tiempo, convirtiendo al pedo en el último tabú.
¿Quién dictaminó un día que la emisión de un pedo debía provocarnos asco? Llamado gas intestinal por los finos conocedores, el pedo solo está aceptado socialmente cuando se trata con humor. Ser señalado como responsable de una flatulencia es incluso considerado como algo vergonzoso. “¿Te has tirado un pedo? ¿En serio, tío?”. Esta interrogación, que más bien suena a acusación, da fe de un tabú tan viejo como el mundo, el del pedo en sociedad.
El pedo burgués o el del panadero
Decidido a disminuir la presión, Cafébabel ha pedido a su comunidad que le proporcione expresiones curiosas a propósito del pedo. Una vez más, el tabú ha impulsado todo el aire contenido. Se proporcionaron muchas respuestas por mensaje privado, signo de cierta molestia. Sin embargo, esta censura nos es perjudicial, e incluso peligrosa. “Ser esclavo del prejuicio puede salir caro. Así, una mujer que, por elegancia, no se ha tirado un pedo desde los doce años, ha muerto por aguantarse demasiado”. Esta anécdota, se la debemos al escritor e historiador Pierre-Thomas-Nicols Hurtaut, quien en 1751 publicó un ensayo teórico sobre el arte de tirarse pedos.
Según el autor, el “viento” termina siendo víctima de los prejuicios de su salida. “El aire comprimido, que busca escaparse, recorre las partes internas del cuerpo y finalmente sale con precipitación, cuando encuentra una salida que la decencia impide nombrar”, escribe. El autor va hasta el fondo de su enfoque dibujando en la última sección de su libro “algunos pedos placenteros”, un inventario de los diferentes pedos que clasifica según su olor y musicalidad. En cinco líneas, se descubre la peculiaridad del pedo del panadero, del burgués, o incluso el de las mujeres casadas.
Las mejores expresiones europeas sobre el pedo.
El ‘lobby’ del gas
Hoy en día, la autocensura del pedo comienza a estar señalada con el dedo. En particular desde la publicación del libro de éxito El discreto encanto del intestino de la doctora alemana Giula Enders, quien nos da su punto de vista. Según ella, el tabú se basa exclusivamente en nuestro esfínter externo, que pasa a un arbitraje entre nuestro bienestar y el del mundo exterior. “Nuestros esfínteres poseen dos mecanismos de control. Uno es interno y solo se preocupa de nuestro bienestar, el otro es externo y debe hacer frente a los compromisos con el mundo exterior”, aclara. La joven científica valora el pedo útil. “Un sentimiento de asco está siempre ahí para protegernos de algo malo”, cuenta. Continúa diciendo: “Cuando vuestro cuerpo os dice que el olor no es bueno, no deberíais alejaros”. Para Enders, comprender las razones de este fenómeno permitiría que las mentalidades evolucionasen.
Hurtaut cree que el pedo no solo es útil sino placentero para la sociedad ya que “contribuye provoca donde quiera que se encuentre risas y juegos”. Más allá de su aspecto ridículo, hay toda una problemática cultural que se oculta detrás de la noción del pedo. El análisis de Giula va en este sentido: “Desde hace muchos siglos, la gente piensa que sentir el aire de un pedo te ponía enfermo, y este miedo está, según mi opinión, materializado en nuestra cultura”.
En realidad, el asunto del pedo en sociedad no tiene nada de innovador. Regresa a un debate tan viejo como el mundo: ¿el hombre es naturaleza o cultura? Desde tiempos inmemoriales, el ser humano busca emanciparse de la naturaleza por la técnica. Salvo que sea difícil controlar sus flatulencias. Tirarse pedos forma parte de las cosas que escapan incluso al progreso técnico, lo que en parte puede explicar por qué alargar un gas está a menudo acompañado de un sentimiento de vergüenza. Seguramente aguantarse no es la mejor solución, por lo tanto, nada de falso pudor entre nosotros, podéis soltaros.
Translated from Le pet : pourquoi en faire des caisses ?