¿El Parlamento Europeo en crisis? Las razones de su pérdida de legitimidad
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Por Marie Krpata Traducido por Rebeca Santamarta
¿Es su extensión geográfica?, ¿la ausencia de medios europeos?, ¿la falta de relación con los parlamentos nacionales y los propios partidos? Quizás un poco de todo esto, pero en todo caso hay una realidad: en el momento en el que la Unión Europea hace frente a la crisis de legitimidad, esta no es compartida por el Parlamento Europeo.
Mientras que entre un 10 y un 30% de nuestra legislación nacional proviene del Europarlamento, la tasa de abstención en las elecciones europeas es muy alta. Podemos preguntarnos el por qué. La primera respuesta es que no tenemos conciencia europea. Somos, ante todo, franceses, checos, italianos y españoles y así nos presentamos en el extranjero.
Además, no es más que una élite la que se siente implicada en las cuestiones europeas. Y no hablamos de los « nuevos países » miembros para los cuales la Unión Europea no es más que un paso hacia otro modelo tras el de la Unión Soviética.
Las diferencias entre los estados miembros y el intergubernamentalismo en el seno del Consejo no arreglan la situación. En efecto, los parlamentarios temen abrir definitivamente un camino entre esta tendencia de simple cooperación esencialmente económica de los estados de la Unión y la de la integración y la construcción de una Unión política.
Igualmente, las elecciones del Parlamento Europeo se diferencian en su organización (aplicación de la proporcionalidad, acumulación de mandatos, definición de las circunscripciones, condiciones de elegibilidad y de voto) así como en las fechas fijadas para estos comicios que varían según los Estados. Así, es normal que los ciudadanos no tengan conciencia de un a identidad o cuestión colectiva. Si se produjese a nivel europeo un movimiento simultáneo hacia las urnas entonces el desinterés por esta convocatoria electoral sería menor.
Según la eurodiputada del Partido Popular Europeo Nicole Fontaine « cuando se pregunta a los europeos si han visto, oído o leído en los medios recientemente algo relacionado con el Europarlamento, un 42% responden que no ». Está claro que los políticos tienen su responsabilidad al respecto, y por ello la agencia Reuters ha recuperado hace poco las palabras de un consejero ministerial: "Ustedes saben, estas elecciones, a todo el mundo le dan igual. La campaña no arranca y no arrancará. Estructurar una campaña en mayo, ¡deseo que lo disfrutéis!". No es sorprendente que las campañas electorales relativas a las elecciones europeas sean sin tono y sin pasión! Jacques Gerstlé, profesor de ciencia política incluso utiliza la expresión « campañas escamoteadas ». Así mismo, los partidos en oposición en los diferentes países miembros se empeñan en hacer del escrutinio europeo un voto de sanción al partido en el poder. Y esta no puede ser la vocación de las elecciones europeas.
Si embargo, si se acusa a Europa de « déficit democrático », no es solo a los diputados y a los medios que pertenece la labor de animar al voto. Ellos solo pueden esforzarse en gritar alto y fuerte con el reforzamiento de los poderes del Eurparlamento que espera un peso político sin precedentes con el Tratado de Lisboa, son también los ciudadanos los que ganan en impacto en el proceso decisional de la Unión. Los ciudadanos tienen una responsabilidad frente a este escrutinio y deben contribuir por sí mismos a proveer al Parlamento Europeo de una legitimidad mayor y a hacer que el gran proyecto europeo se lleve a cabo.
¿Por qué es importante ir a votar en las elecciones europeas?
Si el Europarlamento se percibe como « democrático », « dinámico », « a la escucha de los ciudadanos » es también considerado como “tecnócrata” según indica el Eurobarómetro de 2008 que, como testimonio, se verifica en las respuestas que el equipo de Babel recogió durante el pic-nic celebrado en el Jardín de las Dos Orillas de Estrasburgo el pasado mes de mayo. Así encontramos jóvenes estrasburguses visiblemente sensibilizados con la temática europea, lo que es muy positivo. Así a la pregunta “¿qué te evoca Europa? » respondían simplemente « paz » y « democracia ». E incluso entre los más descontentos escuchamos “yo iría a botar porque mucha gente murió por lograr este derecho”. Sin embargo, tuve la ocasión de entrevistarme con una mujer que no estaba segura de ir a votar, desengañada por el hecho de que los noes de Francia y los Países Bajos y el reciente no irlandés no hayan sido escuchados. Más allá del efecto coyuntural de un referéndum que puede influenciar el voto de los electores hasta el punto de ser más un voto de sanción que sobre el propio tema del referéndum, encuentro que esta nota de atención está justificada y no pienso que se pueda construir una Europa gracias a la élite y sin los pueblos.
Así, mientras los franceses habían sido informados sobre el tratado estableciendo una constitución para Europa mediante el envío de la recepción por correo de este texto con ocasión del referendum, otros países de la Unión no tuvieron esa suerte : es una lástima que el esfuerzo de democratización no sea un reflejo en Europa fuera del contexto de una elección.
Si los Jean Quatremer y consortes respondieron con desdén a las personas que se sentían traicionadas por una Unión que pone en el orden del día, aunque bajo otro nombre y con algunas modificaciones, un tratado que ya había sido rechazado, yo pienso, al contrario, que habría que escuchar a estas personas con propuestas bastante más inteligentes que las de algunos especialistas. Las cuestiones que ellos plantean son las buenas.
Por otra parte, no es incompatible estar en desacuerdo con el actual giro político de la Unión y mantener al mismo tiempo la convicción de que nuestro futuro pasa inevitablemente por Europa, convicción que se traduce en el voto del mes de junio. Parece en todo caso, que en la construcción institucional europea el Parlamento sea un mal menor. Así, habíamos visto al Parlamento Europeo, como única institución europea elegida bajo sufragio universal directo, luchar hasta el final contra el Consejo Europeo en el tema de la directiva del tiempo de trabajo porque no quería que los tiempos de guardia fueran considerados como inactivos y por tanto, no remunerados, algo a lo que se oponía el Consejo, y yo no puedo más que aprobar aquí la posición del Parlamento. Pienso que si llegamos a dar más legitimidad al Parlamento, podría representarnos mejor y especialmetne en relación con este tipo de posiciones del Consejo. Es por eso, me parece, que la gente se confunde cuando piensa que no ir a votar es expresar una contestación y hacer oir su cólera. Esto parece, al contrario, contraproductivo.