El musical: una industria renacida de las cenizas
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Los musicales han vuelto con fuerza en las grandes capitales europeas: nuevos temas, nuevo público y salas adaptadas a escenografías dependientes de las nuevas teconologías.
Tras la desafección poblacional sufrida por las ciudades europeas del centro hacia la periferia durante los años setenta y principios de los ochenta, los teatros entraron en una crisis generalizada. Así, dejaron de ser rentables los musicales en Europa. Las salas, acostumbradas a ofrecer a su público teatro acompañado de música, se conformaron con montar operetas y refritos de revistas pasadas de moda. Sólo Londres mantuvo la tradición de los grandes musicales a lo Brodway neoyorquino o, mejor dicho, a lo West End londinense: “La gente se va a Londres a asistir a grandes espectáculos musicales y se viene a parís a pegarse una panzada de comer”, afirmaba el productor francés Jérôme Savary.
El nuevo guión
Hacia finales de los ochenta, una serie de montajes innovadores, como El fantasma de la ópera, Starmania o Los miserables empezaron a marcar un cambio de tendencia. ¿La receta? Un regreso al musical estilo Brodway con orquesta incluida en el coso, así como ligar los espectáculos a estrellas del pop y el rock y traducir a la lengua de cada país los libretos para que el público entienda y se identifique mejor con las “historias simples, los tonos melódicos y la preferencia por el romance. El público debe montarse una película en su cabeza”, afirmaba en 2000 sin complejos otro productor francés, Gérard Louvin, en el diario Libération, rematando con un “la capa de ozono y los problemas de tráfico se los dejamos a los raperos”. Por supuesto, todo sazonado con enormes campañas publicitarias previas en televisión, radio y cines.
A decir verdad, a relación con el cine es otro de los ingredientes clave de la resurrección de la industria del musical. Las nuevas producciones se han dirigido a la generación que se ha educado viendo vídeoclips, películas de dibujos animados y leyendo cómics. De ahí los triunfos paradigmáticos de Tintín y el templo de sol en Bruselas, La Bella y la Bestia en Londres o El Rey León en toda Europa. Si algo está permitiendo también un renuevo de la rentabilidad económica de esta industria son las giras nacionales de sus compañías y las cesiones de licencias: cuando una compañía adquiere la licencia sobre una obra y esta cosecha éxito, se dedica a cederla a compañías de otros países para explotar mejor el producto, caso de obras como El fantásma de la ópera, que lleva vendidas 100 millones de entradas en 20 años, o Los miserables, que lleva 27 años dando vueltas por el continente.
(Foto, Stage Entertainment)
Como era de prever, este acercamiento a los medios del cine ha forzado a la renovación de muchos teatros con el fin de asemejar sus efectos escénicos a los de la gran pantalla. Tal ha sido el caso del Nuevo Apolo o el Lope de Vega en Madrid, la Operettenhaus de Hamburgo -capital alemana del musical- o, a partir de este año, el teatro Mogador de París. Para este último, que estrenará El Rey León el próximo 4 de octubre, el nuevo propietario -la productora holandesa Stage Entertainment- adquirió un solar adyacente con el que ensanchar las instalaciones no sólo para que las butacas sean mucho más confortables, sino para “crear verdaderos espacios de entretenimiento, bares, amplios espacios por los que deambular”, todo a cambio de billetes que van desde los 25 a los 90 euros, en palabras de Stépahne Millet, arquitecto de la renovación.
El Rey Stage Entertainment
Presentes en 12 países, con unos ingresos de 600 millones de euros anuales y 3 millones espectadores al año, son precisamente los holandeses de Stage Entertainment quienes mejor han sabido ver los nuevos tiempos que corren para el musical y combinar escenario con estrellas de la pantalla. No en vano, su patrón, Joop van den Ende, fue quien creó Endemol Produkties junto a John de Mol, la conocida productora televisiva centrada en los espectáculos de telerrealidad como Gran Hermano u Operación Triunfo (OT). Posee teatros en todas las grandes capitales (¡de los 11 teatros de musicales de Hamburgo, 5 le pertenecen!), y son suyas las producciones que más dan que hablar: Fama, Cabaret, Cats, ¡Mamma Mia!, Dirty Dancing, Jesucristo Superstar, La Bella y la Bestia, Los tres mosqueteros, El Rey León, Evita... No es casualidad que muchos de los participantes de las sucesivas ediciones de Operación Triunfo prosigan su carrera sobre las tablas de esta industria, como es el caso de Edurne, que tras pasar como finalista por OT ya ha participado en Madrid en los musicales Peter Pan y Grease. Eso sí, no menosprecian ni una sola vía de comunicación: “Ponemos mucho acento en los preestrenos para que funcione el boca a oído”, explica Anna malmquist, de Stage Enterteinment. Uno de los teatros que le hacen la competencia en París, el Théâtre du Chatelêt, regalaba entradas de Cabaret a taxistas, peluqueras y conserjes de hotel. Con la nueva temporada a la vuelta de la esquina, que se levante el telón.